King Crimson - Beat (30th Anniversary Edition) (1982 - 2001)

Publicado el 11 febrero 2021 por Moebius

#Músicaparaelencierro. Y gracias a LightbulbSun seguimos avanzando en la historia de King Crimson y llegamos a un momento de reinvención en la travesía crimsoniana, y es que llegamos al "Beat" de 1982, un disco que podríamos definirlo como la continuación de "Discipline" y que forma parte, con él de la trilogía que continúa con "Three Of A Perfect Pair". Aquí el Rey Carmesí entra con más brios a temas más accesibles, generando incluso un quiebre con algunos de sus fans más acérrimos de todos los tiempos, pero también acercándolos al podio de lo mejor que se hizo en la detestable década de los ochenta, brindando una bocanada de aire fresco, melodías deliciosas y esos arreglos increíbles a los que ya nos tienen acostumbrados. Aquí, parte del King Crimson ochentoso, con esos raros peinados nuevos.
Artista: King Crimson
Álbum: Beat (The Definitive Edition)
Año: 1982 - 2001
Género: Progresivo ecléctico
Referencia: Discogs
Nacionalidad: Inglaterra
Podría decirse que King Crimson ha inventado un género propio, que si bien ha servido de influencia para incontables bandas modernas.
King Crimson no es exactamente una banda de rock. Es una institución. Diríase también una escuela de pensamiento musical. A lo largo de los años, el Rey Carmesí no ha sido tan solo una banda más del rock progresivo, sino que ha logrado crear y sostener un paradigma musical extraordinario y único, una filosofía íntegra y distintiva en el modo de utilizar los instrumentos y componer piezas que ningún otro grupo soñaría jamás con imitar.
Teniendo en cuenta eso, es que podemos encararle al "Beat" desde la mirada que corresponde.

Beat es el noveno álbum de estudio de la banda inglesa de rock progresivo King Crimson, publicado en 1982. Está en su mayoría inspirado en la generación beat y sus principales escritores. La canción "Neal and Jack and Me" es la que más claramente muestra esta influencia, puesto que el Jack del título se refiere al escritor Jack Kerouac, mientras que Neal es su amigo Neal Cassady. Además, el título de la pista "Sartori in Tangier" se inspiró en el libro de Kerouac Satori in Paris, y la ciudad de Tánger, Marruecos, era el lugar de residencia de numerosos escritores beat en la década de 1960. Es el único álbum de estudio de la banda que no tiene una canción con el título del álbum.
Wikipedia
Fripp fue el único miembro estable de la banda. Alrededor de él y sus doctrinas musicales es que se gestó el proyecto, gracias a distintos músicos que iban ingresando. Fripp siempre se las ingenió para reinventarse constantemente y mantener la vena experimental sin caer en lo previsible y horrendamente comercial.
Hoy le toca el turno a "Beat", parte de esa trilogía conformada por "Discipline" y "Three Of A Perfect Pair", un trabajo que bien podría ser una continuación de "Discipline", una especie de "lado B" que quizás a muchos crimsonianos no los conforma en plenitud, mientras que para otros es una parte más de la inmensa obra de Robert Fripp.
"Beat" tiene cosas muy interesantes, tal el caso de "Sartori in Tanger", "Neal and Jack and Me" y "Two Hands", no es tan complejo como "Discipline" ni tan frenético como "Three", pero es placentero.
Quizás lo mejor de esa nueva formación de King Crimson de los 80 fue que todos eran protagonistas por igual, todos brillaban con la misma intensidad, todos eran parte de la misma urdimbre, todos con la misma urgencia. Con el agregado de toda la nueva tecnología que asomaba en aquellos años y que tendría su esplendor en la década de los 90, muchos procesadores, mucho sampler, mucha máquina, mucho golpeteo incesante, algunos para bien y otros para el olvido.
La característica voz de Belew te transporta siempre, el bajo de Levin te lleva en andas, Bruford te sorprende por igual, ah... y por si esto fuera poco también está Robert Fripp.
La obra con las más extrañas opiniones, algunas muy disímiles y otras superlativas, quizás ese mismo contraste lo podemos escuchar en todo el disco, moderno, con una fuerte carga de sonido industrial y el aura extraterrestre que siempre secunda cada disco de Crimson.
Y aún nos queda "Three", ahijuna canejo!

Mago Alberto

Por más flaco y mediocre que pueda sonar un álbum de King Crimson, esté nunca será vulgar, aburrido o genérico; siempre habrá ese algo especial que lo levantará del común de la música.
Y cuando parecía que todo estaba dicho reflotaron en los 80, convulsionando esa década signada por la mediocridad y la decadencia con una nueva versión de su osado estilo, que agregaba novedades como el dúo de guitarras con polirritmia, la percusión "étnica" de Bruford, incorporando con asombrosa efectividad elementos de pop y con un nuevo sonido industrial. Sí, a partir de ese paso fundamental que fue "Discipline" puede decirse que King Crimson volvió a sus innovaciones. 

Acaso el noveno álbum de estudio de King Crimson sea efectivamente una versión un poco más ligera -pop, si se quiere- de su predecesor, "Discipline" (1981), pero cabe pensar que en esa apuesta por un sonido menos arduo pueda leerse una verdadera exploración de un territorio poco transitado por la banda. También es cierto que las mejores piezas de "Beat" son aquellas que más cercanamente dialogan con o continuan las del álbum anterior, y así que el disco comience con "Neal and Jack and me", con sus complicados patrones de guitarras que arpegian en un polímetro de 7/8 y 5/4, que ese mismo lado A incluya cerca de su final un instrumental titulado "Sartori in Tangier" (después de que en "Discipline" apareciera otra pieza también instrumental y titulada "The sheltering sky", estableciendo una línea temática que bebe de la obra de Paul Bowles en particular y la generación beat en general, con obvias referencias en "Beat" a las novelas de Jack Kerouac y el más célebre poema de Allen Ginsberg) y que el B arranque con el impresionante paisaje sonoro de "Neurotica", que parece continuar la recreación de locura urbana de "Thela hun ginjeet" fundida con los experimentos métrico-caóticos de "Indiscipline", sin duda habla de la extensión de un proyecto y del refinamiento de ciertos procedimientos, que donde pierde en inmediatez gana sin duda en precisión y puntería.
Pero está en las canciones más abiertamente pop la verdadera "novedad" -aunque algo a lo que llamar un precedente aparecía en "Matte kudasai"- de "Beat"; lo de "pop" por supuesto es relativo, porque las canciones no están libres de ciertas complejidades, pero parece claro que "Heartbeat" y "Two hands", así como también, un poco en menor medida, "Waiting man", con su cercanía la consabida "canción de amor", apuestan por una forma de escucha diferente a, pongamos, la ardua y deslumbrante "Discipline" que cerraba el álbum del mismo nombre.
Quizá esa apuesta por el pop y por piezas más cercanas al formato canción haya colaborado a hacer que "Beat" incluya las mejores performances vocales de Adrian Belew: las ya mencionadas "Two hands", "Neurotica" y "Heartbeat" sin lugar a dudas lo señalan como uno de los mejores -en técnica y emotividad- vocalistas asociados a una banda en la que nunca se confió en un cantante que no tocara además un instrumento.
Cierta apuesta por ritmos no tan comunes -con un guiño a la "world music" que también cabe rastrear hacia "Discipline" y que sin duda se vinculan a la fértil escena neoyorquina de fines de los setentas y principios de los ochentas- hace más denso el interés de algunas piezas, "Waiting man" y "Sartori in Tangier" por ejemplo, y si bien el disco prescinde de otra instrumentación -hecha la excepción de la percusión- que no sea bajo, chapman stick y guitarras, el ímpetu experimental de Belew en cuanto a los sonidos que saca de su instrumento y el talento asombroso de Tony Levin en  bajo y stick hacen que el disco no resulte reiterativo en cuanto a sus texturas y sonoridades.
Acaso lo más flojo de "Beat", en última instancia, esté en "The howler", que ofrece de todas formas algún punto de interés, como el cambio de ritmo y tono pasada la segunda mitad y su cacofonía noise -libre de las pretensiones miméticas de "Neurotica"- hacia el final; del mismo modo, "Requiem" -tanto en la versión original como en la extendida disponible en el maravilloso remaster/remezcla de Steven Wilson- puede pensarse como lo más cerca que estuvo King Crimson de ofrecer una pieza ambient basada en loops, en la que hacia la mitad irrumpe -a la manera de trabajos fundacionales como "(no pussyfooting)" o "Evening star", de Eno y Fripp- un llamativo solo de guitarra y, mas hacia el final, una bateria cuasijazzera y otra zona caótica/noise que termina por redondear al final de "Beat" como una pieza de interés, acaso menor a otros grandes instrumentales de la banda en sus otras encarnaciones ("Providence" o "Starless and bible black", o "The sheltering sky" y la inquietante -y mi favorita- "The talking drum"). 

Partículas rasantes


Una corchea sobre fondo azul fue el diseño de portada de Rob O’Connor para enamorarnos a primera vista. El 18 de junio de 1982 King Crimson lanzaba al mercado discográfico un álbum con una propuesta tan accesible, fresca y a la vez compleja como su anterior trabajo, Discipline (1981), liderando así el camino del progrock para la década que recién iniciaba.
El factor Fripp, verdadero Rey Carmesí, continuaba siendo provocativo e innovador. En esta ocasión su fuente de inspiración fue el vigésimo quinto aniversario de la novela En el camino (1957) escrita por Jack Kerouac, icono de aquello que se dio por llamar la era beatnik. Robert Fripp, contrario a la tradición del grupo, mantuvo el genial cuarteto que conformaba con el guitarrista y vocalista Adrian Belew, el baterista Bill Bruford y el bajista/stick Tony Levin. Esta formación también sería la misma para el siguiente álbum Three Of A Perfect Pair (1984) que completaría el tricolor rojo-azul-amarillo. Esta trilogía tan apreciada por los amantes del género, proyectó a la banda aún más dentro de la corriente vanguardista de la cual ha sido y sigue siendo el más alto representante.
“Neal and Jack and Me” es el tema que abre el álbum. Inician las guitarras, Bruford redobla y la historia comienza…
“Soy ruedas, estoy moviendo ruedas
Soy un Studebaker Coupé de 1952…
Soy un Starlite Coupé
En route… Les Souterrains
Des visions du Cody… Sartori in Paris”
La composición hace mención a obras de Kerouac en francés. Una sostenida rítmica con el punteado bajo de Levin y las incidencias de Fripp y Belew nos van llevando a un feliz término para conectar con una balada a lo KC titulada “Heartbeat”…
“Necesito sentir tu latido tu latido
Tan cerca de mí, se siente como si fuese el mío
Todo mío
Necesito sentir tu latido tu latido
Tan cerca de mí, se siente como si fuese el mío
Todo mío
Recuerdo como se sentía
Mis manos en tu cabello
Manos en tu cabello”
Tanto en su letra como en su música, el Rey pareciera no querer dar ni la más mínima mirada a tiempos pasados donde flauta, teclas y guitarra acústica propiciaban un romance más delicado. Tal vez eran los tiempos, así que no dudo en afirmar que Fripp sólo miraba y sigue mirando hacia adelante. La altura de la música es sostenida dando un aire minimalista sin rayar en lo obstinado del temperamento. Hay un efecto de guitarra en reversa que le da cierta dulzura a la composición. Esta vez era el new wave en pleno, la influencias notables de Talking Heads, de donde provenía Belew.
Beat continua con un instrumental llamado “Sartori in Tangier”. El inicio de esta pieza es a bajo volumen. Abruptamente emerge la sección rítmica y se van incorporando después Belew y Fripp. Batería y guitarra delinean la columna vertebral de la pieza donde ese sonido angular que caracteriza a Fripp, destaca. El final es igualmente abrupto. A este instrumental le sigue “Waiting Man”, la oportunidad perfecta para Bruford quien se embarca en una rítmica que parece emular a una kalimba, lo cual se traduce en una sonoridad tribal africana realizada con lo que en aquel momento eran unos novedosos pads electrónicos. Entre versos destaca la experimental sonoridad de la guitarra de Belew quien siempre nos ha sumergido en las más profundas atmósferas en sus trabajos como solista. Al inicio, él nos dice…
“Regresa… regresa
Verás mi regreso
Mi rostro de retorno está sonriendo
Sonrisa del hombre a la espera
Pronto estaré en casa pronto, pronto, pronto
Pronto lloraré en tu hombro
Tu hombro contra mis ardientes lágrimas”
En aquellos días de LP había que dar la vuelta. El lado B iniciaba con uno de los temas más directos, instrumentalmente hablando, del extenso catálogo King Crimson. Belew luego nos volaba los sesos con…
“Buenos días, 3 am en esta gran ciudad que ruge
Llena de comedores de basura devastando aparcaderos
Bajo la ventana de mi plaza veo un chita…”
Me detengo por un momento leyendo los abrasivos versos de “Neurotica”, exasperante tema en el más efectivo lenguaje de esta inusual banda. Aunque paradójico, pareciera una especie de caos controlado con la azorada voz de Belew sobre los versos y un sonido de guitarra en reversa al fondo que decanta en suaves pasajes que retornan una y otra vez a la estridencia. En esa era cuyo esplendor ocurrió en los 50, Neurotica era el nombre de una revista emblemática. Es importante destacar que el intro de Frippertronics (efecto patentado por Fripp y sugerido por Brian Eno) fue tomado de “Hååden Two”, tema del primer álbum de Robert Fripp titulado Exposure (1979) y que altamente recomiendo para el estudio del género en sus dos versiones.
“Two Hands”, es el punto de inflexión. Delicada, atractiva y la oportunidad de Bruford para dejar caer tras las guitarras lo que describo como ‘gotas de madera’. Con vacilante dulzura Adrian canta…
“Oh, se están tocando
Se están tocando el uno al otro
Se están sintiendo
Se empujan y mueven
Y se aman el uno al otro
Encajan juntos como dos manos

Soy un rostro
En la pintura de un muro
Poso y me estremezco
Y veo desde el pié de la cama
A veces pienso que puedo
Sentir todo”

La dulzura da paso a un temperamento contrario en “Howler”, inspirado en un poema beat de Allen Ginsberg llamado “Howl” (Aúlla).
“Aquí está el ángel del deseo del mundo
Puesto a juicio
Para esconderse envuelto en las siluetas de un callejón
Con cigarrillo enrollado
Para golpear las voces que pasan
Oscuras y sospechosas
Aquí está la ira de los aullidos”
Fripp inicia con Frippertronics la última pieza, “Requiem”. Como cada álbum de la trilogía antes mencionada, King Crimson dejó los temas de extensa escala que era usual en la banda hasta 1974 con Red, para ofrecer composiciones mucho menos extensas que rara vez alcanzaban los cinco minutos pero siempre dejándonos al menos una en ese formato más extenso por cada álbum. Este instrumental es otro episodio caótico que culmina con Levin y la guitarra ambientando.
De algún modo Fripp y su séquito repetiría esta estructura en Three Of A Perfect Pair (1984), para luego dejar que el Rey se embarcara en una ópera contemporánea al estilo de Glenn Branca en una tríada de doble trío en los álbumes Vroooom, Thrak y ProjeKcts con la cual cerraría el milenio.
Leonardo Bigott
Lista de Temas:
1. Neil And Jack And Me
2. Heartbeat
3. Sartori In Tangier
4. Waiting Man
5. Neurotica
6. Two Hands
7. The Howler
8. Requiem
Alineación:
- Adrian Belew / guitar, lead vocals, percussion (3)
- Robert Fripp / guitar, organ, Frippertronics
- Tony Levin / Chapman stick, bass, backing vocals
- Bill Bruford / drums, percussion