Aquel día
Me dirás que no es cierto, pero de vez en cuando parece
que el mundo se detiene. Que ha dejado de girar y,
por una vez amable con nosotros y como avisándonos,
nos prolonga ese preciso momento, por siempre.
Me dirás que soy un exagerado,
que las cosas de las que te hablo no son tan importantes,
tan definitivas, comparadas con otras que pasaron.
Pero cuando aquella tarde de julio,
siendo aún joven, aún tímido,
vi a todos los de casa jugando al fútbol en aquel prado,
lo mismo la niña más pequeña que los más ancianos,
en aquel momento comprendí
que pronto algunos de nosotros,
y aquel lugar,
habrían desaparecido.
Aquel día no sucedió nada especial,
pero aquel momento,
aquel día de abejas de leche y prados de cera,
para mí será único siempre.
No puedo elegir
No puedo elegir
entre el Mar y la Tierra.
Vivo feliz en la línea que las une.
En esa cinta negra que mueve el viento.
En este largo cabello de un gigante desorientado.
Del Mar me gusta sobre todo su corazón de niño grande.
A veces rabioso, a veces capaz de dibujar
paisajes imposibles.
De la Tierra, sus manos.
No puedo elegir
entre el Mar y la Tierra.
Sé que mi lugar es un hilo fino,
pero en el Mar me perdería
y en la Tierra me ahogo.
No puedo elegir. Me quedo aquí.
Entre olas verdes y montañas azules.
Kirmen Uribe
Mientras tanto dame la mano
Traducción de Kirmen Uribe, Gerardo Markuleta y Ana Arregi
Editorial Visor, 2004