Después de afirmar que, como Estado, Ucrania no puede subsistir como aliado de Occidente ni como aliado de Rusia sino únicamente como puente entre ambos, Kissinger se contradice al exponer las raíces históricas existentes entre Rusia y Ucrania.
Según Kissinger, Yulia Timochenko es proeuropea mientras que Viktor Yanukovich es prorruso y la actual crisis se produce porque cada uno de los dos quiere imponer su propia voluntad a todo el país sin tener en cuenta que una mitad de la ciudadanía es prorrusa y la otra proeuropea.
También dice deplorar el giro militar que ha tomado la crisis y advierte sobre la posibilidad de un conflicto de consecuencias impredecibles para todas las partes implicadas.
Kissinger expone en su artículo 4 proposiciones presentándolas no como recetas para la política estadounidense sino como elementos que pueden servir de base a la discusión:
1. Ucrania debe poder escoger su sistema económico y entrar en la Unión Europea.
2. Ucrania NO debe sumarse a la OTAN.
3. Ucrania debería ser “finlandizada” (o sea convertirse en país neutral).
4. Crimea no debe separarse de Ucrania pero Kiev debe otorgarle más autonomía y garantizar que la flota rusa pueda mantenerse en Sebastopol.
Se trata de un texto lleno de matices que debe verse como la búsqueda de una puerta de salida a la crisis.
La descripción de los dos dirigentes ucranianos, con Yulia Timochenko como proeuropea y Viktor Yanukovich como prorruso, no corresponde a la realidad:
• La señora Timochenko negoció y firmó con Rusia el acuerdo sobre el suministro de gas ruso, lo cual le valió ser enviada a los tribunales y condenada a prisión.
• El señor Yanukovich negoció y firmó el acuerdo de explotación del gas ucraniano por la firma Shell, lo cual podría valerle acabar igualmente en la cárcel.
• En ambos casos, y a pesar de tratarse de asuntos igualmente cruciales para Ucrania, Timochenko y Yanukovich no actuaron –ninguno de los dos– de conformidad con los intereses de un bando ideológico sino que priorizaron sus propios intereses personales.
Lo anterior indica que la descripción en la que Kissinger trata de «equilibrar» el nivel de culpa entre proeuropeos y prorrusos es en realidad un intento de justificar una salida: Washington renunciaría a meter Ucrania en la OTAN y ofrecería a Rusia garantías de que podrá mantener la flota rusa en el Mar Negro, a cambio de que Rusia renuncie a incorporar Ucrania a la Unión Aduanera y a la anexión de Crimea.
El problema es que esa proposición aparece cuando Washington ya tiene perdida la partida en el terreno.
Si Moscú rechaza esa proposición, la OTAN pudiera optar por adelantar sus misiles pero tendría que lidiar con una deuda ucraniana de 35 000 millones de dólares y con un gobierno ucraniano lleno de nazis, además de haber perdido Crimea y posiblemente una parte del territorio actualmente ucraniano que se extiende hasta la Transnitria.
Fuente: Voltairenet