Klemperer fue un día a entrevistarse con George Mendelssohn con la intención de mostrarle su enfado por la deficiente labor de distribución de sus discos. Para convencerle de que esto era así, fueron juntos a una tienda de discos londinense a intentar comprar la grabación de la quinta de Beethoven que acababan de publicar. El dependiente que les atendió, dándole la razón a Klemperer en sus protestas, les dijo que no tenía ese disco, pero que tenía otras versiones dirigidas por Toscanini y por Ormandy. Ante la insistencia de los clientes preguntando por la versión de Klemperer, el dependiente preguntó -¿Y por qué la quieren dirigida por Klemperer?- a lo que el aludido contestó -Porque yo soy Klemperer. -Sí, claro- dijo el vendedor con sarcasmo-, y supongo que su amigo será Beethoven.-¡No! -replicó Klemperer -¡Es Mendelssohn!.
Escuchemos la grabación que motivó esta anécdota. En su día fue criticada por su mal sonido (Vox era una compañía de bajo presupuesto y posiblemente el prensado de sus discos dejase mucho que desear), pero el genio de Klemperer está ahí. Algo lento y excesivamente cuadriculado para mi gusto, pero de una calidad indudable.
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