En su cómic, Hanuka explota su talento gráfico, y su ya mencionada experiencia como ilustrador (bastantes de sus historietas se componen de una única gran página-viñeta que consituye un gag en sí misma), y explora soluciones narrativas originales, muchas veces prestadas de otros medios y discursos: abunda el libro en enumeraciones gráficas ("Ecuación racial", "Soluciones de almacenaje", "Ice Man"), metáforas y metonimias visuales ("Yom Kipur", "La superpareja", "Noticias de última hora") y juegos con la perspectiva y el punto de vista ("Un hombre va por la calle", "Buenas noches, cabo Shalit"). En otros casos, sin embargo, las búsquedas narrativas que aparecen en K.O. en Tel Aviv son puramente comicográficas (lo cual, en realidad, tampoco convierte a estas entregas en mejores o peores) y remiten directamente a la cultura visual y digital contemporánea y a la sobre-exposición del icono pop. Es el caso de páginas como "La conquista espacial", "Los Cuatro Fantásticos", "Menos es más", "El día que conocí a Toby" o "Terminator"; cuya interpretación última se confía a la capacidad del lector para establecer vículos y relaciones interculturales.
Nuestras palabras pueden hacer pensar que estamos ante un cómic demasiado formalista o autorreflexivo. Aunque en algún modo sea así, sería injusto acercarse a K.O. en Tel Aviv desde un prejuicio crítico basado en su naturaleza experimental, sobre todo porque, por encima de su espíritu juguetón, el cómic de Asaf Hanuka es un tebeo de humor la mar de divertido.