Según se viene informando, parece que las milicias kurdas han repelido al Estado Islámico en el frente de Kobane. Que los hombres y mujeres kurdos (subrayen “mujeres”) hayan sido capaces de ganar esta batalla librada prácticamente sobre la frontera turca es sin lugar a dudas una buena noticia.
En paralelo a las ya icónicas e imborrables imágenes de esas mujeres con trenzas que oponen resistencia al avance de la Edad Media… y triunfan, recordé esta viñeta que vi hace unos meses. Y reflexioné.
Es innegable: existe una relación causal entre el apoyo militar de Estados Unidos al Peshmerga kurdo (sin la intermediación del gobierno de Irak ni el de Siria, por supuesto) o la autorización por parte de Turquía para que kurdos en su territorio se unieran a sus camaradas en el norte de Siria, y el incremento sustancial de la capacidad defensiva de estas milicias en su lucha contra el IS.
La viñeta nos muestra algunas “elecciones equivocadas” de Occidente en cuanto a sus aliados en la región. No digo que apoyar a los kurdos contra las masacres del IS sea un error, pero tampoco hay que olvidar que el pueblo kurdo lleva décadas inmerso en una reivindicación etnopolítica en busca de un Estado propio, cuyas pretendidas fronteras modificarían las de varios Estados de la región. En términos muy prosaicos: los kurdos, empoderados (concepto de moda) y mejor armados, sumarán con sus celebradas victorias legitimidad y fuerza a sus reivindicaciones etnopolíticas de tipo territorial.
A partir de ese punto la reivindicación kurda podría pasar a la primera plana de la agenda y generar un foco de inestabilidad más en la región, por si faltaran. Erdogan ya se ha apresurado a decir que de región autónoma kurda en el norte sirio ni hablar. Pero, ¿se quedarán ahí los intrépidos kurdos? ¿En qué sentido presionarán los Estados Unidos?. ¿Estamos ante el enésimo “matrimonio de conveniencia” con caro divorcio entre EEUU y otro actor de la región?
El argumento de los errores previos, que se escucha mucho y fuerte desde distintos ámbitos políticos,sobre todo desde un raro “antiimperialismo” que parece no temer el califato y estar en posesión de una estrategia alternativa sin revelarla, puede servir a la mordacidad de una (muy buena) viñeta, pero no creo que sea suficiente como para argumentar con seriedad el no hacer nada contra el IS sobre el terreno. Esto no pone de manifiesto más que la dificultad y la complejidad de la situación y de las decisiones que han de tomarse contra la marcha del reloj de arena.
De momento, Kobane debe consolidarse como frontera simbólica y real, como parapeto ante el horror mismo, lo que vendrá después…no lo sabemos.