Kobe

Por Amoreno
Kobe es una de las ciudades que mejor representa el espíritu de progreso y recuperación de Japón. Acabé aquí casi por casualidad, era un destino intermedio antes de llegar a Osaka, la primera parada de mis vacaciones de verano por la región de Kansai.



En la historia japonesa, Kobe es conocida por ser una de las primeras ciudades en abrir su puerto a Occidente hacia el año 1868, tras finalizar el periodo de aislamiento que vivió Japón durante el periodo del Shogunato Tokugawa en el que las relaciones comerciales y culturales con el resto del mundo estaban casi prohibidas. Desde entonces su puerto se mantuvo como uno de los de mayor actividad de toda Asia hasta que ocurrió el gran terremoto de Hanshin.



El 17 de enero de 1995 Kobe sufrió un terremoto de magnitud 7,2 que dejó la ciudad y el puerto casi destruidos. Fue uno de los desastres naturales más costosos de la historia de Japón. Pero con los años se recuperó y actualmente es la sexta ciudad más grande del país y uno de los puertos de mayor importancia.



Al ser una de las ciudades en acoger a los primeros extranjeros, no es de extrañar que entre los japoneses Kobe destaque por su influencia occidental. El barrio de Kitano, por ejemplo, contiene las casas de algunos de los primeros occidentales, denominadas ijinkan, que se diferencian del conjunto de la ciudad por su arquitectura de estilo europeo y americano.



Para los viajeros occidentales obviamente esto no es algo que llame extraordinariamente la atención. Sí lo es, en cambio, el barrio chino de Nankinmachi, uno de los más auténticos de Japón, dicen. La decoración de las calles y los edificios así como el olor que desprenden los puestos de comida con los baozi al vapor o los jiaozi recién hechos son algunos de sus atractivos.







La ciudad tiene más bien poco que ofrecer a los turistas pero es muy popular entre los residentes extranjeros en Japón. La atmósfera cosmopolita que se respira anima a muchos a establecerse aquí, a tan sólo 30 km de Osaka, el núcleo de la región de Kansai.



Mi impresión es que uno puede vivir en esta ciudad cómodamente y moverse andando entre los principales puntos sin depender tanto del transporte. No se tarda mucho en llegar paseando desde la estación de tren hasta el puerto, atravesando numerosas calles repletas de tiendas y centros comerciales. La zona del puerto me gustó mucho e hizo que deseara haber solicitado este destino para estudiar en Japón.



Aquí en el puerto fue donde me tomé un momento de descanso y me pedí un café para disfrutar simplemente observando el ir y venir de la gente.



Y así pasaron las horas hasta que la torre del puerto se iluminó dándole un ambiente especial a la noche.



Me gustó bastante Kobe, pero creo que únicamente regresaría si fuera para quedarme. Sin duda recomendaría pensar en este destino a la hora de vivir en Japón.