Koka Beach, Maumere y el adiós Flores

Por Flaviaaroundtheworld @FlaviaATW
Adiós, esa palabra que tanto nos cuesta decir a veces, porque muchas implica un para siempre, otras un hasta pronto. No sé qué tipo de despedida fue, pero me costó mucho despedirme de Flores. Habían sido unos días maravillosos recorriendo esta isla de Indonesia donde fue feliz al 100%. El viaje continuaba y no hacia cualquier sitio, sino hacia Bali (a falta de billete de avión). Pero, algo en mi interior me decía que no iba a ser lo mismo. Pero ¿acaso es lo que quiero? Flores no es Bali, ni Java, ni Sulawesi. Indonesia es un país con un micro-país en cada isla. Eso es uno de los encantos de este gigantesco archipiélago.  Así que decidí no ponerme triste y aprovechar las últimas horas en Flores.

Chicas de Maumere

Después del magnífico amanecer en el volcán Kelimutu, bajamos andando desde ahí hasta Moni para desayunar. El día anterior habíamos acordado ir hasta Maumere con dos chicos franceses en coche privado. Como teníamos tiempo de sobra, teníamos habladas un par de paradas por el camino. Además, salimos antes de la hora acordada, así que nos iba a dar tiempo de sobra.
Nos despedimos de Theresa y Florian. Ellos cogerían el minibus hasta Maumere y se reunirían con unos amigos en unos bungalows cerca de la ciudad. Nosotros nos encontramos con Julian y con Johnas, dos franceses con muy buen rollo. Ya todos en el coche dentro y con la música reagge de rigor sonando a todo trapo, pusimos rumbo a Koka Beach, una preciosa playa en el sur de Flores.

Koka Beach

Koka Beach está situada en una bahía de ensueño. Su arena y su agua azul turquesa, junto las rocas adornando el paisaje, hacen que creas estar realmente en el paraíso. Por si fuera poco, no hay gente. Solo un par de puestos que venden agua. Por lo que puedes disfrutar de esta playa a tus anchas.

Koka Beach

Para aparcar el coche hay que pagar 15.000 RP y puedes estar el tiempo que quieras. En cuanto llegamos, no pudimos evitar ir corriendo a darnos un chapuzón en ese idílico lugar. Pero ¡cuidado! las olas con bastante grandes y las corrientes fuertes. Si estás acostumbrado a bañarte en el cantábrico, no te asustará. Es lo mismo pero con el agua 15ºC más caliente. Sí, las olas pueden llegar a ser muy grande y altas. Nosotros cuatro, acostumbrados a la fiereza del mar, nos asustamos con una ola y salimos corriendo del agua porque no nos veíamos con fuerzas para que esa ola nos tragase.

Rompiendo olas contra las rocas

Pero siempre después de la tempestad llega la calma y esos momento de paz y tranquilidad llegaron y me dejaron disfrutar un poco más de las dos playas separadas por una gran roca de Koka Beach, de su paisaje, del ruido de las olas al chocar contra las rocas.

Olas de Koka Beach

Después de secarnos, continuamos el viaje y paramos a comer en el restaurante Lariss. Miré en la loly y vi que lo catalogaban como el mejor restaurante de Flores, sobre todo por su atún a la plancha. ¡Eso habría que verlo! ¡Con lo bien que comí en Bajo y en Riung! Intuí que al salir en la guía, la calidad podría a ver bajado. Yo no pedí el atún. No es un pescado que me entusiasme mucho, ya que me parece un poco seco, pero me pedí unos calamares. Los chicos franceses sí que se pidieron el atún, así que tuve la oportunidad de probar su plato estrella. He de decir que me quedo mil veces con los calamares que pedí: eran frescos, estaban jugosos y con mucho sabor. El atún no estaba mal, pero no me pareció nada del otro mundo. Un punto a favor de este pequeño restaurante son las vistas al mar que tiene. Con el estómago lleno, volvimos al coche y en no mucho tiempo llegamos a Maumere.

Espectacular Koka Beach

Llegamos a Maumere y fuimos al hotel más barato de todos: Hotel Gardena, que recomiendo fervientemente no ir. El hall no está mal y puede engañar, pero las habitaciones son de lo peor que he visto. El precio fue 10.000 Rp con un desayuno que nunca probamos.
Una vez libres de mochilas, los cuatros fuimos al aeropuerto a comprar nuestros billetes para el día siguiente, ya que ninguno de los cuatro teníamos nuestro ticket para el día siguiente. Desde el primer momento que pusimos un pie en la calle, empezamos a notar el calor de la gente, los hello mister, los saludos, los pitidos de los coche y las cortas conversaciones en inglés fueron la tónica de estos 20 minutos teóricos que se convirtieron en una hora.

Club de fans de Johnas en Maumere

Johnas, con su pelo largo, causó sensación en un grupo de estudiantes adolescentes. No sé si alguna de las muchas fotos que se tomaron con él, adornarán ahora las carpetas del colegio. Una vez ya en el aeropuerto, fue mi turno (que yo también tengo mi público ¿eh?). Un grupo de jóvenes estaba entrenando artes marciales al aire libre.

Mi club de fans

Pero en el aeropuerto no había ninguna aerolínea abierta y no pudimos coger nuestro billetes de avión. Entonces ¿ahora qué? No habíamos visto ninguna agencia de viaje por el camino y nos habían dicho que Internet no era el plato fuerte de esta ciudad. Cogimos un bemo, pero antes preguntamos si conocían una agencia de viajes. Sí, la conocían. En unos 10 minutos estábamos en la puerta de una agencia de viajes que no tiene nada que envidiar a las de aquí. Además, a las chicas de la agencia estaban encantadas con la visita. Pagamos menos que lo que ponía en la página web y además nos hicieron un descuento de un par de euros del que todavía nos estamos preguntado el por qué. Pero lo conseguimos, teníamos billetes para Denpasar para el día siguiente bien prontito. Julian y Johnas no tuvieron tanta suerte y tendrían que volver a Ende para coger el vuelo que querían.

Las chicas de la agencia

Con el trabajo hecho, el estómago vacío y una sed de cerveza increíble, nos pusimos a buscar como locos un restaurante/warung que saciara nuestros instintos. Pero no es posible. Maumere no es una ciudad para Bintags, así que nos conformamos con una buena cena muy barata y muy rica.
Así me despedí de Flores, con el sentimiento de haber descubierto uno de esos sitios que siempre llevaré conmigo, con una gente increíble, una comida extraordinaria, paisajes de película, tradición, vida salvaje y muchas anécdotas que contar.

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