Podréis estar pensando que tuve mala suerte, puede que os esté dando pena, pero todo lo contrario. Gracias al Dios Salchicha en un momento dado mi anterior familia decidió abandonarme. En un principio me puse muy triste, sentía mucha pena de estar solo en el mundo. Yo les quería, no entendía por qué me pegaban, pero pensaba que si seguía siendo bueno con ellos tal vez cambiaran. Esto no sucedió. ¿Pero sabéis qué? Al final el mundo me sonrió cuando me dejaron tirado. Es lo mejor que me ha podido pasar nunca, porque a partir de entonces comencé mi nueva vida.
No fue nada fácil. Durante unos días estuve vagando solo por el campo donde me dejaron. No sabía a dónde ir, lo único que pensaba era en encontrar un poco de agua y comida para llenarme algo el estómago. Los que ya me hayáis leído os habréis dado cuenta de que mis dotes físicas y de investigación no son las mejores del mundo. Menos mal que al final un chico me encontró y me metió en su coche. Volví a sentir pánico. ¿Y si me volvían a pegar? ¿Qué quería de mí? Nada, ese chico era bueno, y a día de hoy a veces todavía me lo encuentro por la calle. Era un voluntario de un albergue de perros, allí encontré a muchos que habían sufrido tanto o más que yo. Me costó adaptarme, pero pronto me di cuenta de que allí me alimentaría y que cada cierto tiempo me abrazarían y me sacarían a pasear. No era el hogar de mis sueños, pero era uno.
No tuve que quedarme mucho tiempo allí. Pronto Hermanito, Hermanita y Mamá vinieron a buscarme. Una nueva familia y una nueva vida. Era mi oportunidad y no la dejé pasar. Gracias antiguo dueño por no quererme, por abandonarme y por pegarme, porque gracias a ti he descubierto lo que de verdad significa tener una familia.
Todo esto pensaba ayer cuando veía la televisión. En ella se mostraban las imágenes de mucha gente que perseguía con palos largos con puntas afiladas a un pobre toro. ¿Qué habría hecho ese animal para que le odiasen tanto? ¿Habría atacado a alguien? Igual lo habría comprado una familia y había crecido más de lo esperado, como me ocurrió a mí… Dios Salchicha no lo quiera pero, ¿se habría comido las salchichas de las personas? Incluso así me parecería una reacción exagerada. A veces yo me como las zanahorias de Siri y aunque Hermanito y Mamá me riñen nunca me pegan. Bastante sufro yo ya cuando me miran enfadados.
Se llamaba Rompesuelas. Él solo quería huir, cuando atacaba solo quería defenderse. No deseaba estar ahí. Su cara de desconcierto era evidente. Me puse de pie, quería animarle. Ladré a la televisón, «escapa, compañero». El comentarista disfrutaba viendo el programa, le ponía tanto empeño a la narración como cuando juegan al juego ese de dar patadas a un balón —que no comprendo, por cierto, con lo fácil que es llevarlo con la boca y se empeñan en darle con el pie—. Y de pronto sentí auténtico pánico. Cuando enfocaron los rostros de los presentes todos tenían la misma expresión que mi antiguo dueño. Les gustaba hacer daño, le gustaba hacerme daño. Gritaban igual que él a mí.
Al final Rompesuelas se cayó al suelo y le empezaron a clavar más veces los palos. Él solo quería vivir en paz. En un último esfuerzo abrió los ojos y pude mirarle fijamente. «Rompesuelas, amigo, no todos son así, hay personas buenas, solo hay que encontrarlas». Entonces le vi morir. Nunca había visto nada fallecer y mucho menos había escuchado esos alaridos de dolor que pude apreciar por la televisión.
Me levanté del sofá y me fui al jardín. Necesitaba sacarme de la cabeza la imagen de tantos humanos haciendo daño, necesitaba olvidar los recuerdos de cuando me pegaban a mí. Espero que Rompesuelas sea el último. Los humanos son capaces de lo mejor y lo peor, pero viendo la gente que me rodea, los dueños de mis amigos y todos los que se paran a rascarme la tripa, son más los mejores. Cambiaréis esto, podéis.
«No será en vano, Rompesuelas».
@CarBel1994