Kristiansand, debido a su emplazamiento en la zona más meridional de Noruega, se ha convertido en la ciudad preferida por los noruegos para pasar sus vacaciones de verano. Su situación ofrece los atractivos de los fiordos cercanos, islas e islotes donde disfrutar de una relajante navegación y de una jornada de pesca, o por qué no, de un refrescante baño en una de sus playas. Nosotros llegamos de rebote a esta pequeña ciudad, ya que poco antes de iniciar nuestro viaje nos llegó un correo electrónico de la naviera Cunard comunicándonos que suspendían la escala en Aarhus (Dinamarca) y la sustituían por Kristiansand. Claramente salimos perdiendo con el cambio, pero como no estaba en nuestras manos...
Nuestro tiempo en Kristiansand se había agotado, y el Queen Mary 2 zarpaba rumbo a Hamburgo, nuestro destino final, donde desembarcaríamos al día siguiente con gran pena, en lo que había sido una inolvidable aventura escandinava en un no menos inolvidable barco. A una pareja de japoneses les debió parecer poco el tiempo de la escala, y no llegaron a tiempo a embarcar. La gran suerte que tuvieron es que el Queen Mary 2 paró maquinas al rato de zarpar en medio de la bahía, y esperó a que una embarcación de recreo les acercara hasta el muelle del barco en medio de silbidos, gritos, mofas y risas del resto del pasaje, que les hizo pasar unos momentos bochornosos.
El yacht harbour
Escenas de Kristiansand
Casas blancas de madera perfectamente conservadas
El recuperado barrio de pescadores casi parece un pequeño parque temático. Es un rincón encantador
Un paseo por la lonja de Kristiansand
Las afamadas gambas noruegas, cocidas al instante en los propios barcos pesqueros con agua de mar
Momentos previos al embarque, una última foto con nuestro querido Queen Mary 2
La embarcación particular que acercó a los despistados pasajeros (con camisa amarilla él y azul ella)
Enfilando la bocana de la bahía