Últimamente, sin embargo, una mala elección de dibujantes y guionistas está logrando que el aficionado empiece a sentirse embargado por la inquietud. Dark Horse no acaba de centrarse con el personaje de Solomon Kane, el nuevo arco argumental de Conan flojea bastante y The Hate Witch, la última miniserie centrada en el rey Kull hace aguas por todas partes. Un comic que parece más propio de los penosos años ochenta en Marvel que de su época de gloria.
Peor aún resulta el guión de David Lapham, un escritor que, aparte de Balas Perdidas, no parece dar pie con bola en ningún otro de sus proyectos. A pesar del buen sabor de boca que dejan los diálogos, reminiscentes de la mejor época de Roy Thomas, el presupuesto de partida de la historia es tan flojo que no hay manera de entrar en ella. Además deja demasiados cabos sueltos y demasiadas explicaciones a la casualidad. Por si fuera poco, la mala de la historia, el personaje de la Bruja, es absurdo hasta decir basta.
Aunque se nota que Lapham se ha documentado a la hora de ambientar su guión, y que conoce de dónde viene el personaje, no consigue que The Hate Witch acabe de encajar bien dentro de la saga . Dark Horse debería replantearse su estrategia, dejar de hacer experimentos, centrarse en los relatos originales de Howard y apostar por equipos de eficacia probada. Un paso atrás.
Fran G. Lara