Kurt Cobain: dramáticamente íntimo y transparente en el documental 'Montage of Heck'

Por David Gallardo @mercadeopop
Este jueves 23 de abril llega a los cines españoles Montage of Heck, el primer documental sobre Kurt Cobain autorizado por su familia, que ofrece una visión dramáticamente íntima y casi transparente del que fuera líder de Nirvana, quien se quitó la vida en abril de 1994 a los 27 años de edad.
El cineasta Brett Morgen y su equipo han tenido acceso por primera vez a los archivos personales del músico, de manera que el documental incluye dibujos, grabaciones caseras nunca vistas (de audio y de imágenes) y entrevistas reveladoras con miembros de su familia y sus amigos más cercanos.
Todo con la intención última de desmitificar al mito y adentrarse lo máximo posible en la turbulenta mente de Cobain, un niño rubio básicamente adorable que encandila en las grabaciones caseras ahora desveladas. Principalmente en las que aparece empuñando una pequeña guitarra de juguete, por motivos obvios.
Pero el temprano divorcio de sus padres provocó que negros nubarrones comenzaran a sobrevolar la cabeza de ese niño que no tuvo el hogar que anhelaba y que tuvo que soportar diversos cambios de casa por unos familiares que no parecían dispuestos a aguantar su complicada actitud.
Los años de colegio e instituto no fueron otra cosa que un tormento para el joven Kurt, quien encontró en la rabia de la música punk un primer refugio con el que alejarse de las ideas suicidas que ya aparecían en su cabeza mientras coqueteaba con el alcohol y la marihuana, al tiempo que se posicionaba contra todo y contra todos.
Una vez trazado el dibujo del joven inadaptado de infancia infeliz, la trama se centra en la obsesión creativa que se apoderó de Kurt para de alguna manera salvarle la vida. Y ahora podemos ver imágenes de sus diarios y escuchar grabaciones caseras en las que hay canciones primitivas, así como reflexiones sobre la vida y la muerte.
Aunque se trata de un documental clasificado como musical, lo cierto es que es más un intento de desnudar al mito para mostrarle como un hombre que trató a toda costa de ser feliz pero fue incapaz de asimilar su propia vida. Con declaraciones únicamente de sus padres, su primera novia, su compañero en Nirvana Krist Novoselic y su viuda Courtney Love.
Especialmente agobiante resulta la etapa en la que comenzó a adentrarse en la música, creando canciones, dibujando y escribiendo textos encerrado en la casa de su primera novia. Al sentimiento opresivo ayudan las grabaciones de la voz de Cobain sobre una animaciones al más puro estilo The Wall de Pink Floyd, tan frenéticas como repletas de evocador significado.

Con la banda a punto, vemos a unos jovencísimos Nirvana ensayando en una pequeña habitación con Kurt cantando a la pared, así como primeros conciertos en los que el ambiente de violencia prácticamente traspasa la pantalla. Y ahí están también anotaciones de Kurt haciendo una tormenta de ideas consigo mismo para encontrar un nombre que podría haber sido Labio Leporino, pero terminó siendo Nirvana.
Revelador resulta también comprender que aunque no quería la fama, Cobain sí que deseaba ser aceptado y tener éxito. Lo dice él y le escuchamos decirlo. Lo escribe él y podemos leerlo. Lo dicen sus familiares más cercanos mientras vemos bocetos de la famosa portada de su disco Nevermind de 1991 hechas con bolígrafo.
Y cuando todo estalló gracias al impacto del single Smells like teen spirit, ahí tenemos a un Kurt que podría haber hecho una gira más larga en el momento de mayor popularidad y haber amasado una fortuna aún más robusta. Pero prefirió quedarse en casa con su esposa Courtney Love y... pasar el rato juntos consumiendo sustancias no precisamente aconsejables.
Pero por extraño que parezca, este tramo de la cinta es la que rezuma más naturalidad y felicidad, cierta calma en la intimidad de una pareja autodestructiva como pocas. Porque no vamos a descubrir a estas alturas los recelos de los fans hacia Courtney, quien en un momento dado incluso le pregunta a su marido "¿por qué todo el mundo piensa que yo soy la mala"? La carcajada de Cobain atrona como respuesta.

El nacimiento de su hija Frances Bean, que ejerce como productora ejecutiva del documental, parece ser el revulsivo que Cobain necesitaba para alejarse de las drogas, pero la pareja siguió drogándose durante la gestación, lo cual provocó problemas desde antes incluso de su nacimiento.
Las imágenes caseras de Kurt y Courtney con su hija resultan profundamente desoladoras por conocer de antemano el fatal desenlace de la historia, a pesar de que el músico parece determinado a dar a Frances Bean la infancia que él no pudo tener. Los traumas siguen ahí y no desaparecerían jamás.
De hecho, durante todo Montage of Heck sobrevuela ese sentimiento impotencia por parte de unos protagonistas secundarios que no supieron hacerlo mejor para evitar la tragedia. El supuesto intento de infidelidad que Courtney confiesa en el tramo final y que acabó con Cobain hospitalizado por sobredosis de somníferos en Roma tampoco ayudó a la estabilidad.
Una estabilidad que ahora comprendemos por qué nunca llegó, gracias a un documental que consigue su propósito último de mostrar las miserias de Kurt Cobain sin condescendencia, al tiempo que revela claves importantes de su vida y de su música.
Y resulta inevitable no sentir un escalofrío cuando la madre del ídolo caído, Wendy Elizabeth Fradenburg, recuerda lo que sintió cuando escuchó por primera vez Smells like teen spirit. "Sentí auténtico terror porque comprendí que era algo que iba a cambiarlo todo y que él no estaba en absoluto preparado para lo que iba a venir", rememora. Y no lo estaba.
CRÍTICA PUBLICADA ORIGINALMENTE POR David Gallardo EN EUROPA PRESS.