"Kusamakura: Almohada de hierba" de Natsume Soseki

Publicado el 02 mayo 2015 por Librosquevoyleyendo @librosqvleyendo

Sinopsis

Un paseante se detiene en medio del campo, reclina su cabeza sobre la hierba y contempla el paisaje en su imperceptible movimiento. Infinidad de reflexiones acuden a su mente. A medio camino entre la novela y el ensayo, el escritor japonés Natsume Soseki ofrece al lector una visión, no exenta de humor, sobre el sentido de l a vida y la belleza que no se deja apresar. Paisaje, arte y contemplación se aúnan en el interior del protagonista, un pintor poeta que se demora en la tarea singular de desvelar la realidad.
Datos Técnicos
Editorial: Sígueme
Número de páginas: 208 Encuadernación: Tapa dura ISBN: 9788430117147 Año de edición: 2006 Precio: 11,95€
Sobre el autor: Natsume Soseki
Impresiones
El artista siente más, más que el resto de seres humanos. Es como si los productos culturales, sus creaciones y las de otros influyesen directamente en su corazón, de forma que el sufrimiento afecte más y la nostalgia se manifieste en cada acto, en el más cotidiano.
Natsume Soseki (18867-1916) fue un escritor nipón cuya infancia lejos de sus padres biológicos y su estancia inadaptada en Inglaterra fundamentaron su infelicidad continua que culminó con su muerte precipitada a la edad precipitada de 49 años. Sus obras son el resultado de este sufrimiento, de esta sensibilidad atenuada: Soy un gato(1905), Botchan (1906).
Almohada de hierba es una obra de arte en la que un pintor reflexivo se va a las montañas y al balneario de Oama, un pueblo de Kumamoto con una naturaleza privilegiada. Allí busca la inspiración para pintar, portando sus bártulos de pintura allá donde vaya como un alma errante. En ese tiempo descubre a la joven Nami, la hija del dueño del balneario, la cual tiene un pasado intrigante y cuya imagen se le aparece al pintor como el áurea de una diosa.
“Porque el simple hecho de encarar el caballete y alzar la paleta no me convierte en artista. Por eso he venido a este pueblo perdido entre montañas cuyo nombre desconozco, me he rodeado de este precioso paisaje de primavera y, por primera vez en mi vida, he hallado al artista genuino que mora en mi interior”.
Aquí la esencia reside en la capacidad para mezclar un argumento más o menos coherente con el estilo ensayístico. Se habla de cómo el arte convierte a las personas en seres más sensibles, sobre la diferencia entre Oriente y Occidente dejando patentes detalles a los que en Japón se presta mayor atención; la naturaleza, el paso del tiempo, las nimiedades que otorgan a la obra un cariz romántico, de contemplación. Espacio resta también para oponer la naturaleza virgen al progreso maléfico (cuando se habla del tren como una serpiente), y el pintor/artista se erige como esa persona con una función superior en la sociedad. Y no olvidemos los haikus, esos pequeños poemas que expresan tanto.
“Si te guías por la razón, toparás con esquinas; si te dejas llevar por un mar de sentimientos, te arrastrará la marea; y actuar a voluntad, a la larga, es oprimirse a uno mismo. En todo caso, vivir en este mundo no es tarea fácil”.
Soseki escribe con un estilo naturalista, donde las montañas, los árboles, los caminos son tan importante en su búsqueda como las personas. La naturaleza es poesía, arte, nostalgia.
Por eso, afianzo mi opinión acerca de la literatura japonesa. Cada vez que la leo, me gusta más. Y también dejo para reflexionar esa idea de que cuanto más te empapas de las sensaciones de otros, más sentirás tú.
“Los poetas sufren más que nadie y tienen el doble de sensibilidad que cualquiera. A veces experimentan una felicidad sin paragón, pero por norma general, casi siempre están sufriendo”.


Reseñado por Tensy Gesteira

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