Kyoto: el Santuario Fushimi-Inari

Por Nacho22 @nuestromundovia


Cuando se llega a la ciudad de Kyoto uno de los templos que se espera ver con más ganas y entusiasmo es, sin lugar a dudas, el Santuario de Fushimi-Inari. Uno de los santuarios sintoístas más famoso de Japón y el más importante dedicado a Kami Inari, que además se hizo mundialmente conocido a través de las míticas escenas de la película "Memorias de una geisha". Situado a las afueras de Kyoto lo ideal para maximizar el tiempo es aprovechar a visitarlo el mismo día que te desplazas a Nara, ya que Inari está en la misma línea de tren. Y así lo hicimos nosotros, tras pasar toda la mañana en los templos de la ciudad y comer en Nara tomamos el tren de vuelta hasta el santuario, el cual se encuentra justo frente a la estación de tren.

Los edificios principales del Santuario de Fushimi-Inari se encuentran en la base de la colina, tras ascender unos cuantos escalones y pasar por el gran torii de la entrada. Delante del altar la gente se arremolinaba para orar frente a los dioses y como en todo templo dedicado a Inari, el dios de la fertilidad y del arroz, las esculturas representando a zorros están presentes por todo el santuario ya que se considera a este animal como mensajero de Inari.



Pero si por algo es visitado masivamente este santuario es por sus caminos y senderos cubiertos por cientos y cientos de torii rojos, y que forman unos túneles por los que resulta absolutamente espectacular transitar. Estos torii son donados por empresas como ofrenda al dios Inari. Con ello buscan la prosperidad de sus negocios y en la parte posterior se encuentra inscrita el nombre de la empresa y la fecha de la ofrenda, o sea, de la plantación del torii.



Para visitar el templo con relativa tranquilidad muchos aconsejaban hacerlo a primerísima hora de la mañana, entorno a las siete y media u ocho, para evitar en lo posible las muchedumbres. Nosotros por nuestra parte decimos llegar al atardecer, cuando en principio las hordas de gente se han ido retirando a Kyoto, y a tenor de las colas que había en la estación de Inari para subir al tren y los pocos que nos apeamos creo que acertamos de pleno. 

Desviándose un poco de los senderos cubiertos por los torii se pueden apreciar pequeños templos de piedra cubiertos de musgo, con muchas de lo que parecían tablillas de madera ema- donde se escriben los deseos dirigidos a los dioses- pero con forma de torii. Y por supuesto no puede faltar el mensajero de Inari, el zorro, esta vez en esculpido en piedra.


Tras disfrutar como enanos subiendo los innumerables escalones del Monte Inari llegamos hasta uno de los miradores panorámicos que apuntan hacia Kyoto. Las vistas que disfrutamos desde allí fueron realmente hermosas y nos hizo reafirmarnos en la decisión de visitar el Santuario de Fushimi-Inari por la tarde. Y sobre todo por tres motivos principales: uno porque la gran mayoría de visitantes se han marchado ya; otro porque la escena de los torii iluminados por los rayos de sol que se cuelan por los pilares de los mismos es realmente bella; y por último porque las vistas de Kyoto teñidas del ocre de los últimos rayos de sol del día resulta inolvidable.



Tras dejar atrás el mirador panorámico que se encuentra en el cruce de caminos, continuamos ascendiendo hasta la cima de la colina. Aquí el camino del sendero se hizo más duro y empinado, pero fuimos haciendo paradas en pequeños templos aledaños al sendero. Y precisamente en uno de esos pequeños templos, con un terreno rocoso muy irregular, fue donde Ceci se torció el tobillo imposibilitando que continuáramos para hacer la cima de la colina. En realidad ya no nos quedaba mucho pero, teniendo en cuenta que son cinco kilómetros, lo más sensato era comenzar a descender poco a poco.

Y otro regalo más que nos dio la visita al Santuario de Fushimi-Inari. Y es que, cuando se nos echó la noche encima, descubrimos otra cara de los senderos cubiertos de torii, iluminados de forma muy tenue por multitud de pequeñas bombillas. Un ambiente quizás más espiritual, más sosegado, interrumpido en algunas ocasiones por grupos de jóvenes que ascendían con ambiente festivo a la cima del monte, ya con la noche cerrada sobre Inari.


Y tras un día muy provechoso e ilusionante, y de un descenso bastante pausado debido a las molestias en el tobillo de Ceci, tomamos el tren de regreso a Kyoto. Como el día había sido muy intenso decidimos comprar algo de cena y retirarnos al apartamento a descansar. De la estación de trenes de Kyoto sólo puedo decir que es verdaderamente impresionante. Es un moderno edificio que presume de ser uno de los mayores de Japón y cuya construcción fue verdaderamente polémica. Como todas las estaciones en este país es mucho más que un lugar donde subir a un tren, con sus tiendas, cines, restaurantes, puestos de comida para llevar, centro comercial y más. Y frente a su entrada principal la emblemática Torre de Kyoto.


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