El tercer día en Kyoto cruzamos de nuevo la ciudad hasta el barrio de Higashiyama, a los pies de una de las colinas que rodean Kyoto. En esta parte de la ciudad, la más tradicional y antigua, destaca el Templo Kiyomizudera que ofrece unas fabulosas vistas panorámicas de Kyoto. Pero lo que más llama la atención es su estructura construida sobre una falda de la ladera y cuya terraza descansa sobre 139 vigas de más de 15 metros de altura. Pero el templo lo componen más edificios diseminados a lo largo de su recinto. Nada más acceder nos recibió una pagoda de tres pisos de altura junto a un pabellón, ambos pintados en un llamativo color rojo. Junto a ellos un pequeño mirador nos descubrió también las vistas de la ciudad de Kyoto.
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A pesar de que fuimos relativamente pronto no pudimos librarnos de las multitudes. No en vano el Templo de Kiyomizudera es uno de los lugares de culto más visitados de todo Kyoto, por su belleza y por estar emplazado en el tradicional barrio de Higashiyama, Este tiempo atmosférico tan loco que vive el planeta en los últimos años hace dudar hasta a la propia naturaleza, y a pesar de estar a finales de febrero pudimos ver gran número de cerezos en flor. No fue el sakura (la floración a la vez de todos los cerezos) claro está, pero tampoco tuvimos que soportar la masificación turística que esa época del año conlleva.
El edificio principal del Templo de Kiyomizudera es realmente magnífico. Desde su espectacular terraza se disfrutan de bonitas vistas, cuando las decenas de cabezas te lo permiten, pero lo mejor sin duda está al final de paseo, justo a la salida del edificio. Lo primero que nos encontramos fue con un pequeño altar donde la gente formaba grandes filas para orar y donde fluían tres chorros de agua donde purificarse.
Pero una vez abajo del paseo toda la estructura del edificio queda al descubierto. Sus enormes pilares de madera de más de quince metros soportan el peso de la terraza y parte del edificio y junto a las vigas que atraviesan los pilares conforman un conjunto sin igual. Por algo es un Tesoro Nacional de Japón. Aunque el templo se fundó en el siglo VIII fue reconstruido más tarde en el siglo XVII. Espectacular sin lugar a dudas.
Detalle constructivo
Tras la visita al Templo de Kiyomizudera fuimos recorriendo las calles del barrio más bonito de Kyoto. Esta zona está repleta de edificios de baja altura tradicionales que se conservan en perfecto estado. La mayoría de ellos alojan en sus bajos cientos de tiendas y restaurantes donde adquirir algún recuerdo del Japón o bien almorzar en algunos de sus numerosos restaurantes. Si se está interesado en adquirir una espada katana -como era mi caso- algunos de estos comercios tienen precios muy interesantes. Tampoco se puede abandonar la zona sin probar un riquísmo helado de té, francamente bueno y muy cremoso.
Algunos cerezos del barrio de Higashiyama se encontraban en plena floración. Esta zona más meridional de Japón, en la prefectura de Kyoto, parece que favorece un florecimiento más precoz que en lugares más al norte de la Isla de Honshu para nuestro deleite visual.
Una de las cosas curiosas de la ciudad de Kyoto es el gran número de tiendas dedicadas al alquiler de kimonos y la gran aceptación que tienen, sobre todo entre la gente más joven. Y el barrio de Kiyomizudera, y también la zona de Gion, se lleva la palma resultando bastante habitual cruzarse con decenas de ellos. Para las más atrevidas que desean dar un paso más disponen del lote completo de maiko como con las que poso en esta fotografía.
El paseo que dimos por las calles resultó muy agradable. Conviene tomarse con calma dicho paseo para poder disfrutar de las casas y de los cuidados y ordenados escaparates ofertando todo tipo de mercancías. Algún comercio del barrio estaba especializado en vinos y licores, y también en diversas marcas de cervezas locales elaboradas en el mismo Kyoto. Aunque la estrella sin duda son las decenas de etiquetas diferentes del licor nacional por excelencia, el sake.
El detalle en la presentación de la mercancía sea del tipo que sea en Japón es impresionante.
Nosotros por nuestra parte fuimos descendiendo por las estrechas calles de Higashiyama en busca de la parada de autobús. Nuestra intención era desplazarnos hasta el nordeste de Kyoto, en las colinas, donde se encuentran otros templos y el precioso Paseo del Filósofo, nuestro siguiente objetivo.
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