Estaba hace un rato leyendo sobre los ingredientes y la forma de hacer los nuevos perfumes de Issey Miyake y me he teletrasportado, me he ido durante un rato a una época muy feliz.
Estaba de nuevo en una preciosa casa de madera que tenían mis abuelos en un pueblo de Burgos, una casa de madera rodeada de un huerto y un jardín, un preciso jardín repleto de rosas de todos los colores.
Allí cuando era pequeña yo me dedicaba a hacer perfumes, ya sabéis... petalos de rosas y agua, si quería experimentar añadida algún pétalo de petunias, un poquito de lavanda o hierba buena, esas cosas.
Los metia en un cubo de plástico y después de unas cuantas horas iba machacando la flor en cuestión, luego ese liquido lo pasaba por un colador y listo, mi perfume estaba acabado.
No sé ni las horas que he podido pasar haciendo esos ¨perfumes¨ me encantaba!!!
El caso es que estaba leyendo la nota de prensa y aunque cualquier parecido entre mi técnica y la de Issey Miyake es pura fantasia, me ha parecido a grandes (muy grandes) rasgos, similar.
Sobre todo porque más del 93% de los ingredientes de este perfume son de origen natural, para que os hagáis una idea, el Vetiber proviene de una granja a pequeña escala de Haití, se extrae después de doce meses de crecimiento que es el tiempo que se necesita para que el residuo del cultivo se pueda replantar para la próxima cosecha.
Todo en este perfume está pensado para cuidar y respetar el medio ambiente, los frascos se fabrican con vidrio reciclado y el tapón es de madera natural, nada de plástico.
La madera proviene de bosques sostenibles para minimizar el impacto medioambiental y el riesgo de contaminación marina se reduce en un 99%.
Qué maravilla que entre todos vayamos dando pequeños-grandes pasos para cuidar el planeta y evitar ese cambio climático que últimamente nos da tanto miedo.
Además y no por ello menos importante el perfume es absolutamente maravilloso, tiene un olor riquísimo que estoy segura de que a los hombres de la casa les va a fascinar.
Por aquí ha triunfado!!!