La abadía de Northanger (1818) es la primera novela que leo de la famosa Jane Austen (1775- 1817) y puedo decir que me ha encantado, estoy enamorada del estilo narrativo de Austen. Conocí esta novela a través de Contra la lectura de Nikita Brottman, donde se analizaba a la protagonista de esta novela (luego veremos por qué).
La historia nos transporta a la campiña inglesa, donde vive Catherine Morland, nuestra protagonista. Catherine en su niñez nos recuerda a la Jo de Mujercitas, vivaracha, saltarina, locuaz, aventura etc. Cuando se hace adolescente, parece que se dulcifica un poco más pero al ser hija de una modesta familia (son una familia numerosa de un clérigo rural), le faltan los modales refinados y demás cortesías tan presentes en las relaciones sociales de aquella época. Todo cambiará cuando Catherine es invitada por los Allen, unos vecinos adinerados a irse de vacaciones con ellos a Bath, donde acudirán todas las buenas familias. En Bath, se encontrará con su hermano James y establecerán lazos de amistad con los Thorpe, los cuales son caprichosos y bastante manipuladores. Paralelamente, Catherine pondrá sus ojos en Henry Tinley, hijo de una acaudalada familia cuya morada tiene el pintoresco nombre de la abadía de Northanger. En Bath se establecerán relaciones, habrá apariencias, manipulaciones y demás estrategias varias para conseguir los fines de unos y de otros.
Catherine es la protagonista indiscutible de esta historia. Se caracteriza por una gran ingenuidad que a su vez, la hace cándida y de buen corazón. No tiene dobleces y va aprendiendo a gran velocidad de los encuentros y desencuentros (más bien estos últimos) que se van sucediendo. Al tener poca experiencia en este tipo de ambientes refinados, duda constantemente de sí misma y de sus interpretaciones de la realidad. Otro rasgo distintivo de la señorita Morland es su afición desmedida por las novelas góticas, tan de moda por la época en que fue escrito este libro. De hecho, la novela gótica Los misterios de Udolpho (1794) de Ann Radcliffe es adorada y leída con pasión por la protagonista, la cual muchas veces compara la realidad con la ficción hasta tal punto de dejarse llevar por su imaginación al hacer cábalas y suposiciones que la llevarán a algún que otro malentendido.
Como he mencionado antes, el estilo narrativo de Austen me ha enamorado por completo. La descripción de la sociedad inglesa de la época es excepcional, llena de detalles y significado pero sin caer en esas largas descripciones que se hacen eternas y aburridas. Con estilo conciso, irónico y hasta con toques de humor, Austen hace una narración ágil y entretenida que engancha desde el primer momento. Me sorprendió gratamente que su estilo no fuera excesivamente recargado por lo que me dan ganas de seguir leyendo más novelas de la autora, aunque debo reconocer que tengo algún reparo con sus novelas más famosas (véase Orgullo y Prejuicio o Emma) por ser demasiado conocidas (con película y todo).
Recomiendo esta lectura a l@s amantes de la literatura romántica llena de chanzas y embelecos y para aquell@s a los que le guste una historia bien contada.
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- Ese caballero me habría hecho perder la paciencia de haber seguido medio minuto más con usted. No tiene ningún derecho a apartar de mí la atención de mi pareja. Usted y yo hemos suscrito un contrato de amabilidad mutua para esta noche, y toda nuestra amabilidad nos pertenece únicamente a nosotros dos durante ese tiempo. Si alguien acapara la atención de uno, está perjudicando los derechos del otro. Considero que una contradanza es como un símbolo del matrimonio. La fidelidad y la sumisión son los deberes fundamentales de ambos, así que aquellos hombres que no quieran bailar o casarse deberían dejar en paz a las parejas de baile o a las esposas de los demás.