Les deseo abundancia, la sensación que acompaña al nadar en la creencia de que todo lo que abunda se regenera. Darse cuenta que cuanto más fomentamos esa búsqueda, ese valor, ese “no se qué” que origina la abundancia, nada puede salir fuera de lo que promovemos y recreamos.
Comprobado en hechos: ante la duda, incentiva que siempre haya más, que no se frene el flujo de estimulación energética, hacia la situación, persona o cosa que quieras.
Más oportunidades, más opciones, más inquietudes que te hagan descubrir por dónde va tu deseo.
Estimular la abundancia es habilitar un espacio de regocijo con lo que no requiere mutilación o regulación, es abrir las compuertas del sinfín de eventos que se suceden con sólo manifestar la intención al cosmos de querer que dicha materia o ser –también materia, al fin de cuentas, sólo que con sentimientos- abunde en nuestras vidas, y dale que va.
¿Se habrán preocupado los dinosaurios porque se venía la glaciación?
Somos seres evolutivos, y en esta nueva Era la racionalidad le da paso a la espiritualidad, al codearse con los campos sutiles de aproximación a las vibraciones planetarias.
Porque es un error humano creer que la Naturaleza actúa de acuerdo a lo que estos puntitos llamados gente, en su conjunto, le hacen, lo dañan, al sistema universal. Somos parte de él, y no los causantes de algo. La Naturaleza determina la continuidad del ciclo inagotable, y todo acto por más civilizado que pueda considerarse es un acto natural, propio de seres pensantes, y por ende cada vez más grandes y progresivamente imponentes, que hilvana y construye el ser humano.