Hay quien podría aplaudir la medida, alegando que está al mismo nivel que la exigencia de descorchar el vino en la mesa. Pero aprovechando la iniciativa se debería ir más allá y exigir que se sirvan las viandas envasadas al vacío, etiquetadas, para que el cliente sepa la procedencia, ¿no?.
No deja de ser una norma innecesaria, pues lo que debe existir son normas de calidad durante la producción, etiquetado y venta del aceite de oliva. También en la hostelería para ofrecer un aceite de oliva con una calidad mínima, así como la posibilidad - por parte del cliente, ya que parece que hay interés por saberlo- de que se pueda preguntar la marca o el origen del aceite de oliva de la aceitera del restaurante de turno.
A partir de ahora toca deslumbrarse u horrorizarse al leer la etiqueta de la botella de aceite que le pongan en la mesa, sin saber a veces si ésta es nueva, o como las aceiteras actuales, se ha vuelto a rellenar.Pero queda aún una esperanza: seguir disfrutando de la aceitera en el hogar, sobre todo de la tensión que produce mantener el pulso necesario para gestionar su paso del bidón al cristal.