Trump es uno de los que han convertido la inmigración en el gran problema de su país. Pronto, conectando con los sentimientos de millones de norteamericanos, vetó la entrada en USA, hasta con visados concedidos por Barak Obama y Hillary Clinton a emigrantes de 6 países musulmanes, puso obstáculos crecientes a la llegada de latinoamericanos por la frontera sur y planteo hasta la construcción de un enorme muro en la frontera mexicana para contenerlos.
El rechazo a la inmigración masiva, en la que se ha demostrado que llegan numerosos indeseables sin intención de trabajar, potencciales delincuentes y con el ánimo de vivir de los subsidios o alborotar, es ya un sentimiento dominante en Alemania, Holanda, Polonía, Italia Austria y otros muchos países europeos, entre ellos España, que se incorpora rápidamente a unos sentimientos de racismo y xenofobia que antes apenas conocía.
Sánchez, con una irresponsabilidad increíble, ha creado un efecto llamada de dimensión catastrófica para los españoles, imponiendo un vergonante y antidemocrático silencio que oculta las verdaderas cifras de los que llegan, las enfermedades que contagian, las subvenciones que se les otorgan, la nacionalidad, los crímenes y hasta el sexo y la procedencia, demostrando con esa política de desinformación que tiene la conciencia sucia y que está intentando evitar que los españoles se indignen y le expulsen del poder por sus abusos, arbitrariedades y daños que causa a España.
El buenismo, el mal gobierno y la cobardía están impidiendo una política de inmigración ordenada y racional que beneficie a todos, a los que llegan y a los que los acogen. Nadie está ganando con la inmigración descontrolada que penetra hoy en España por culpa de los políticos ineptos y desalmados. Las ciudades protestan ante la invasión, los menores africanos generan rechazo y miedo, el gasto público se dispara para mantener a esas legiones de invasores y la población se derechiza y radicaliza ante el abuso que representa esa inmigración descontrolada y la amenaza que trae consigo para la identidad de España y sus raíces culturales y tradiciones.
La invasión extranjera está potenciando a partidos como VOX, que se oponen a ese abuso inepto de la clase política y exige algo tan elemental como la expulsión de los ilegales y la necesidad de defender las fronteras ante las invasiones violentas que humillan a la policía y guardia civil, obligadas a defender puesto fronterizos sin los medios necesarios.
Si la política ante la inmigración masiva no cambia drásticamente y pronto, España vivirá fenómenos de desorden público como los que ya se viven en Francia, Gran Bretaña y otros países europeos, invadidos por millones de extranjeros, casi todos viviendo en la pobreza y en auténticos barrios cerrados donde reinan la ley islámica y la policía ni se atreve a entrar.
España es ya la primera puerta para entrar en Europa, donde países como Italia persiguen a las ONGs que dicen que salvan inmigrantes en el mar, sospechosas de colaborar con las mafias que cobran por introducir emigrantes en Europa.
Nadie se atreve a hablar de los dramas que se están creando con la invasión descontrolada de extranjeros: contagios de enfermedades muy peligrosas, incremento de la delincuencia, inseguridad y, sobre todo, agresiones a la cultura y la identidad europea por parte del islamismo, que parece querer conquistar Europa a través de la infiltración silenciosa.
Pedro Sánchez, la izquierda en general y las legiones de "progres" que defienden como un mantra el "Welcome inmigrantes" están adquiriendo una durísima responsabilidad con España y su presente y futuro como nación y su política irresponsable e imprudente será la que provoque los dramas que nos esperan a la vuelta de la esquina, traducidos en violencia, auge del racismo, violaciones, inseguridad, auge del radicalismo, xenofobia y deterioro serio de la sanidad y de los servicios básicos, entre otras muchas amenazas, algunas todavía no desatadas.
Francisco Rubiales