Uno va y como madre primeriza cae en la tentación de googlear “como sobrellevar el primer día de guardería” y comienza a leer y se deja aconsejar por las madres experimentadas. Hice todo cuanto estaba en la lista: prepararla con tiempo, leerle cuentos de que los niños van al cole y los padres vuelven por ellos, darle una pulserita para que se acordará de mi en su primer día. Todo. Pensé que sería de esas madres cuyas hijas entran felices y sin mirar atrás en su primer día de la guardería mientras uno se enjuga las lágrimas viendo cuan cruel es la vida y el pago de ésta pues ni una sola mirada para decir “no quiero ir mamá pero me obligas”. Pero no fue así. Critter fue de las lloronas. ¡A Dios gracias!
Lo digo con un poco de orgullo ¡oiga! que tanta dedicación y esfuerzo merezcan un par de lagrimitas no es ser egoísta, quizás el que no quiera quedarse en un lugar desconocido y con puros seres menores del metro pues me da a pensar que la he educado bien.
Si, los primeros dos días fueron duros. NO les negaré que el que mi pequeña bestia se levantase dando gritos de “No, cole no por favor” ha sido por mucho la peor alarma de mi vida ¡más allá de escuchar reggeatón a las 6:50 am para levantarme a trabajar si o si!
Pero descubrí que el famoso “periodo de adaptación” está hecho para los padres. Buenooo quizás no es que lo haya descubierto cual Cristobal Colón, quizás existía sólo que no había visto la perspectiva de que ese periodo de una horita sin bestia, luego dos, luego tres…era realmente para que yo me acostumbrase.
Acostumbrarse a qué preguntarán, y yo les digo que acostumbrarse al silencio absoluto y a tener tiempo requiere adaptación. Una nueva vida.
Curiosa situación pues estos días he aprovechado para poner la radio a tope, ver Ana Rosa mornings, tomarme una relaxing cup of café con leche y a no tener tiempo de nada por dedicarme a tontear.
Me tardo una hora en salir de cama porque estoy whatsappeando con las amigas, otra hora en darme un baño de sales, otra media hora en pintarme el ojo, otra hora…¡maldita sea que llego tarde por la Critter! Y a correr…el eterno retorno de una madre.
Así que me estoy acostumbrado a ésta mala vida de tener tiempo y de seguir sin poder hacer nada. Ilusa de mi que pensó que retomaría el francés, el zumba, empezaría el jogging…Ilusa.
Pero en eso pasan los días. Tanto la Critter como yo nos hemos adaptado re-bien. Ella se sienta y me cuenta un “puento” (cuento en critteriano) y me dice que “Lulu le gusta el cole” (una gran colección la de ésta chica oiga) y me dice que ha hecho ese día. Que si collares, que si planinina, que si dibujos en la pared y que se ha ganado un “Pepito”.
Un “Pepito” es una carita feliz dibujada con el boli en la mano de mi bestia. No les extrañe que éste fin de semana mis paredes hayan amanecido dibujadas cual Pollock y que la niña haya encontrado el rotulador permanente y se haya dibujado “Pepitos” por todo el pijama nuevo…¡ESO ES LO QUE LE ENSEÑAN EN EL COLE!
Cuándo llego y le preguntó a la profe qué tal el día, ella me dice educadamente: “en su agenda va apuntado todo” y al abrirla solamente encuentro una palabra según la actividad realizada. Así que llámenme exagerada pero necesito tener más información.
Pero ¿y el resto? Oiga profe que quiero saber si mi hija desayunó, se comió las galletas, el zumo, la leche, cuántas veces le cambiaron el pañal, si está rosada, si le pusieron la cremita tres veces como lo hace su mamita, si le dijeron que sus dibujos eran los más bonitos del mundo mundial, si está compartiendo con sus compañeros…si…tantos si que me gustaría saber y nada…
Uno como madre debe acostumbrarse a que ya no cuenta con toda la información. La independencia comienza. De ahí a que se requiera un periodo de adaptación.
Pero como siempre me he negado a las reglas y como a mi me gusta saber todo pues he hecho una compra fantástica. Algo para que todos los niños aprendan a compartir. Algo que me dará justo lo que necesito: Special Agent OSO.
Porque dos ojos darán más información que una agenda.
Continuará…