La adopción como alternativa ante un embarazo no deseado

Por Tenemostetas


"Existen mujeres embarazadas que no quieren ser madres y yo quisiera que a estas mujeres se les presentara la adopción como otra alternativa válida y no como una segunda alternativa, tras el aborto."
Comparto con los lectores la tercera entrega de las notas que María Berrozpe publica en su perfil de Facebook. Es una pena que estas reflexiones no lleguen a más personas.
Estemos o no de acuerdo con ella, maticemos o no algunos de sus comentarios, las reflexiones de María son lúcidas, inteligentes, provocativas, bien argumentadas, y llevan cuando menos a cuestionarnos, a pensar, sobre controvertidos y complejos problemas de actualidad que nos conciernen a todos; vistos desde el punto de vista de una mujer inteligente, preparada, doctora en Ciencias Biológicas, madre de tres niños e hija adoptiva.
El debate sobre la adopción, el aborto y la planificación familiar, es arduo y complejo, tanto ética como legislativamente. Aunque no es el objetivo principal de Tenemos Tetas,  quiero agradecer de nuevo a María la posibilidad de publicar sus artículos.
REFLEXIONES SOBRE LA ADOPCIÓN III
Por María Berrozpe
Hace unos meses leí el siguiente artículo: “Aborto, adopción y la ceremonia de la confusión” en el que el autor se escandaliza de la campaña que ciertos grupos  están haciendo para ofrecer la adopción como alternativa al aborto. Me costó (y me cuesta) mucho entender sus argumentaciones. A mí no me extraña en absoluto que la adopción sea una alternativa válida frente a un embarazo no deseado, o ante el deseo de no ser madre de una mujer embarazada.
¿Por qué, entonces, resulta tan problemático, incluso escandaloso, defender esta opción? Creo que no es descabellado decir que hoy en día, ante un embarazo no deseado, la mujer embarazada encontrará mucho más apoyo y comprensión para abortar que para entregar a su hijo en adopción. ¿Por qué?
Leyendo en diferentes foros y artículos he ido viendo que los principales argumentos que esgrimen los defensores del aborto son estos dos:
- El dolor que supone para la madre llevar hasta el final un embarazo no deseado para parir al hijo y luego cederlo.
- El daño que se le inflinge al hijo al darlo en adopción
Cuando una mujer se enfrenta a un embarazo no deseado ya está en una situación dolorosa, incluso traumática, al margen de la solución final. Evidentemente, un aborto provocado en los primeros meses acaba con el problema rápidamente así que, en principio, parece la opción menos dolorosa para la madre. Pero abortar también puede acarrear mucho dolor. La manera en que la madre reaccione tras el mismo parece ser que depende de su convicción a la hora de realizarse la intervención: si tenía dudas, o se vio obligada por factores externos, es probable que desarrolle el “síndrome post aborto” con sentimientos de culpabilidad, depresión, ansiedad y toda una serie de síntomas que pueden marcarle de por vida.
Por el contrario, si abortó convencida de lo que hacia y sin dudas, es probable que no le pase nada. La insensibilidad de algunas mujeres llega al extremo de declarar públicamente que se han sometido a varios abortos y que no tendrían ningún problema para volver a hacerlo. Personalmente creo que sólo la ignorancia de lo que han hecho o van a hacer puede permitir a una mujer reaccionar de esta manera. Muchos políticos e incluso científicos, tratan de vender una versión “suavizada” argumentando que lo que se está matando es sólo un “conjunto de células” semejante a un tumor (hay que tener valor para decir algo así y llamarse científico) que ni siente ni padece. Evidentemente, cuando la mujer tiene la mínima duda sobre esta argumentación es imposible enfrentarse a este hecho sin sentir remordimientos. Los conocimientos científicos actuales, apoyados con la tecnología que permite enseñar al gran público lo que está ocurriendo dentro del vientre materno durante el desarrollo intrauterino, deberían ser suficientes para, al menos, sembrar la duda en cualquiera que se molestara en informarse minimamente. Desgraciadamente no todo el mundo está interesado en informarse y saber porque, cogiendo prestada la frase de Abraham Maslow: "El miedo a saber es, en el fondo, miedo a hacer, porque todo conocimiento entraña una responsabilidad".
En cuanto a que entregar a un hijo en adopción es doloroso, de eso no cabe la menor duda. En los últimos meses, en los que he podido conocer los testimonios de mujeres que entregaron a sus hijos, he aprendido que algo así puede marcar a una mujer para toda su vida. Muchas sienten remordimientos y arrepentimiento. Yo supongo que, de nuevo, como reaccione la madre dependerá también de las circunstancias en las que se ha producido está cesión del hijo: si ella estaba completamente convencida de que NO quería ser madre (al menos en ese momento) o se ha visto obligada a hacerlo por factores externos. En cualquier caso, y por lo que he leído en los testimonios de algunas de ellas, de lo que se arrepienten es de no haberse quedado con su hijo, pero no de no haberlo abortado. De momento ninguna me ha dicho que se arrepiente de no haberlo abortado.
Evidentemente lo más deseable es que ninguna madre se viera obligada a renunciar al hijo que ha engendrado. Pero si una mujer no desea ese hijo, no entiendo cómo puede ser menos doloroso abortarlo que cederlo. No me cabe en la cabeza. Desde luego abortarlo reduce considerablemente el tiempo en el que la madre se ve sumergida en el problema. Y también se puede aplicar el “ojos que no ven, corazón que no siente”. Un embarazo completo permite a la madre sentir a su hijo y ser más consciente de lo que ha ocurrido: el comienzo de una nueva vida. Pero, ¿no convierte esto al aborto en una solución “cobarde”? ¿No es más valiente enfrentarse al dolor de la separación para darle al hijo la oportunidad de vivir?
En cuanto a la argumentación del daño que se le hace al bebé al separarlo de su madre biológica, es cierto: está demostrada la herida primal que sufren los bebé separados de su madre (Nancy Verrier. The primal wound. Understanding the adopted child), y como bien dice pediatra Nils Bergman
“lo peor que le puede pasar a un recién nacido es que lo separen de su madre”
La herida primal que sufren los bebés al ser separados de sus madres no es exclusiva de los bebés dados en adopción. De hecho es aplicable a todos los bebés separados de sus madres, aunque sea temporalmente (Michel Odent. “El bebé es un mamífero” Ed OB STARE. 3ª Edición 2009). Incluso Nancy Verrier (en su libro “La herida primal. Entendiendo al niño adoptado”) reconoce que los bebés prematuros o con problemas de salud que son separados durante días o semanas pueden sufrir una herida similar a los bebés entregados en adopción. Pero seamos realistas: nadie, en su sano juicio, duda de la necesidad de separar a un recién nacido de su madre si se necesita intervenir médicamente para salvar su vida. Asumimos que lo peor es la muerte. Por lo tanto, por mucho que esté demostrado que separar al neonato de su madre produce heridas que pueden durar toda la vida (a pesar de ser una separación temporal) si para salvarle la vida hay que separarle, se le separa.
Siguiendo el mismo razonamiento, si para un ser humano la alternativa a ser dado en adopción es la muerte, evidentemente mejor ser dado en adopción. Por mucha herida primal que se produzca, el bebé tendrá la oportunidad de tener una vida. Por otro lado, creo que es evidente que el daño que produce la herida primal es muy relativo y hay que considerarlo en su justa medida. Creo que la gran mayoría hemos crecido perfectamente y tenemos una vida tan feliz como cualquiera. Beatriz tiene en su perfil de Facebook una frase que creo que representa perfectamente lo que sentimos casi todos los adoptados:
“GRACIAS A MI MADRE DE NACIMIENTO POR LA OPORTUNIDAD, GRACIAS A MIS PADRES POR LA VIDA”

Y en todo esto no nos podemos olvidar de que por cada bebé producto de un embarazo no deseado hay varias parejas deseosos de ser sus padres (Según el diario “La Razón” hay 15.000 familias en lista de espera para adoptar ). Ya sé que no son el factor principal de la ecuación. Ya sé que no se trata de conseguir un bebé para unos padres, sino unos padres para un bebé. Pero ellos están ahí, y personalmente, creo que para una mujer que ha parido un hijo del que no quiere (y subrayo “quiere” para no decir “puede”) ser madre no sólo debería ser gratificante haber traído al mundo un nuevo ser humano, sino también haber dado a una pareja la posibilidad de formar una familia, de tener un hijo, de ser más felices.
Me gustaría resaltar que la promoción de la adopción como alternativa a un embarazo no deseado no entra en controversia con la necesidad de ofrecer ayudas a las mujeres que sí quieren quedarse con sus bebés pero están en condiciones de riesgo de exclusión social. La prioridad ante una mujer embarazada que desea ser madre debería ser ayudarla para que pueda quedarse con su hijo y no quitarle el niño para dárselo a otros padres. Lo principal es el bien del menor y si su madre le ama y lo desea es evidente que lo mejor para él va a ser seguir con su madre.
Pero, si somos realistas tenemos que admitir que, incluso aunque tuviéramos una política de ayuda a las madres absolutamente perfecta (que no tenemos), no todas estarían realmente capacitadas para quedarse con sus hijos. Son casos terribles y creo que el bien del menor tiene que prevalecer ABSOLUTAMENTE. Pero repito que quitar un hijo a su madre es, evidentemente, la última opción y siempre se ha de tomar por el bien del menor. Ahora, eso sí, si se ha de tomar se toma. Creo que ahora las autoridades son demasiado cautas, por no decir endebles. El resultado son cientos de niños perdiendo su infancia, en el peor de los casos en manos de unos padres maltratadores, y en el mejor en instituciones o familias de acogida TEMPORALES, cuando podrían estar creciendo con su familia (adoptiva), amados por sus padres (adoptivos), como es derecho de todos los niños. En los casos más terribles la falta de actuación de la administración a tiempo termina con la dramática muerte del menor a manos de sus progenitores (biológicos). Cuando estos casos aparecen en los periódicos todo son críticas a la administración. Pero luego resulta que cuando ésta toma una decisión basándose en una situación familiar determinada en un momento determinado, al cabo de los años cualquier juez la puede cuestionar y obligar a pagar indemnizaciones escandalosas.
Hoy en día, incluso los bebés cedidos voluntariamente en el momento del nacimiento pasan semanas o meses en una familia de acogida antes de llegar a su familia definitiva. Esto es debido a que la madre tiene uno o más meses (dependiendo del país) para reclamar al bebé. Esto es positivo desde el punto de vista de la madre pero no del hijo. Creo que este caso es muy dramático para el bebé y la legislación debería hacer todo lo posible para que no sucediera. Si hablamos en términos de herida primal, esta ya se ha producido. ¿De verdad va a ser mejor para este menor pasarse x meses de mano en mano para retornar a una madre biológica que ya no reconoce? ¿De verdad no es mejor que CUANTO ANTES (y esto es, nada más nacer) esté en manos de su madre definitiva para que el proceso de vinculación empiece lo antes posible?
Sinceramente creo que se necesitan nuevas fórmulas de adopción que permitan que los bebés recién nacidos no deseados por sus madres estén INMEDIATAMENTE en los brazos de sus padres definitivos, precisamente para minimizar el efecto de la “herida primal”. Es un tema muy delicado porqué muchas veces una mujer embarazada que decide dar a su hijo en adopción cambia de idea tras el parto. Aunque Nancy Verrier (en su libro citado anteriormente) opina que, en caso de separación tras el nacimiento, el “encaje” entre madre biológica e hijo es mejor que entre madre adoptiva e hijo, personalmente creo que no hay pruebas para afirmarlo. Y desde luego, dudo mucho de la capacidad de un bebé separado uno, dos o seis meses de su madre biológica para reconocerla (No sé si hay estudios serios sobre este tema. Si alguno conoce le agradecería muchísimo que me informara).
Yo creo que una vez roto el vínculo con su madre biológica no tiene sentido darle prioridad a ésta frente a la madre adoptiva, con la que el bebé ha vuelto a construir un nuevo vínculo (con todo el esfuerzo que esto ha supuesto para ambos, especialmente para el bebé). Yo creo que la madre biológica y el hijo deberían tener la oportunidad de estar juntos después del parto. Juntos y a solas. Si después de unas horas la madre reafirma su intención no debería de haber marcha atrás, por el bien del hijo. Si la madre biológica no quiere ver al bebé, este debería pasar inmediatamente a sus padres. Y punto final. ¿Es muy drástico? Si, ciertamente lo es. Pero lo más importante aquí es el bien del menor y parece que eso se nos olvida a menudo.
Me cuestionaréis el hecho de que después de un parto no es el mejor momento para tomar una decisión tan importante. Lo cierto es que mi propia experiencia me dice lo contrario. Después de mis tres partos he estado extraordinariamente lúcida. Ciertamente he tenido partos respetados, al menos los dos últimos. Después del primero no sentí un “apego instintivo” por el bebé (que si sentí en los otros dos partos no intervenidos), aunque lo deseaba y amaba con locura, probablemente debido a la inhibición que me produjo la oxitocina sintética (más la epidural). Pero en los tres casos mi mente trabajaba perfectamente y era capaz de tomar decisiones. De hecho estaba más alerta de lo que nunca he estado, hasta el punto de no dormir nada de nada la primera noche tras el nacimiento. Basándome en mi experiencia, me atrevería a decir que una madre que ha parido de manera natural y sin intervenciones sentirá la necesidad física de no separarse de su bebé. Puedo imaginarme que pocas mujeres serán capaces de separarse de su hijo en esas condiciones, por muy seguras que estuvieran de su decisión antes de parir. Cuando el proceso hormonal se interrumpe debido a la medicalización del parto, la parte instintiva del apego desaparece, pero la mujer todavía está en condiciones de plantearse si quiere o no el bebé. Probablemente, entonces, su decisión sea más fría e intelectual y más acorde con la que tomó durante el embarazo. La hormonas producen una especie de “flechazo” romántico que te une irremediablemente al recién nacido y te nubla la razón (como todo enamoramiento). Así que si existe algún peligro para la madre de tomar una decisión equivocada, este sería el de decidir quedarse con el bebé cuando previamente no quería, y no el de cederlo. La naturaleza se encarga de que una madre desee a su hijo y, puedo aseguraros por mi propia experiencia, lo hace muy muy bien. En cualquier caso me parece innecesario que la madre se pase un mes o más reflexionando (ya tuvo nueve meses para reflexionar), mientras su hijo pasa por hogares temporales que no pueden darle lo que realmente necesita, por muy bien que le traten. Si antes del parto e inmediatamente después tenía decidido entregarlo ¿Qué hace pensar que un mes después va a cambiar de opinión? De hecho, precisamente, la necesidad de ratificar la adopción una o dos veces meses después del parto, fue una razón que me dieron una vez para convencerme de que abortar era lo más fácil: “¿Quién quiere estar meses pensando y repensando lo mismo? Abortas y ya está. Nada más que pensar”.
En resumen: Existen mujeres embarazadas que no quieren ser madres y yo quisiera que a estas mujeres se les presentara la adopción como una alternativa válida y no como una segunda alternativa, tras el aborto. Creo que hoy en día esto no se hace. Hoy en día se les “dirige” hacia el aborto. La entrega en adopción sigue considerándose una opción desprestigiada, llena de falsos tópicos que les hace sentir que están “abandonando” a su hijo y que su hijo crecerá traumatizado y sintiéndose “abandonado”. Eso no tiene porqué ser cierto y cuando la adopción se encara correctamente desde todos los frentes: madre biológica, hijos adoptados, padres adoptivos y leyes y organismos que controlan este proceso, estos sentimientos negativos no tienen porque producirse.
Por lo que he ido leyendo en los últimos meses, las personas que sí han desarrollado problemas por el hecho de ser adoptados suelen ser, o bien hijos a los que se les ha ocultado su adopción y se han enterado no por sus padres, sino por terceras personas, pasando épocas de su vida inmersos en un terrible conflicto entre lo que creían saber y lo que sus padres les decían; o bien cuando la adopción se realizó mediante procesos oscuros, poco claros que produce dudas terribles sobre si la madre cedió o no voluntariamente al bebé.
Pero si la adopción se encara correctamente - una madre que voluntaria y conscientemente deja a su hijo en otras manos (no abandona sino cede), unos padres sinceros, conscientes de lo que supone adoptar un hijo y respetuosos con la madre biológica, y unos intermediarios honestos y centrados SIEMPRE en el bien del menor (y no en los beneficios económicos o políticos) - el hijo adoptado no tiene porqué sufrir ninguna herida incurable y podrá crecer feliz, orgulloso de ser quien es y sintiéndose un hijo muy deseado.
Para terminar me gustaría traer aquí una frase de Patri Holmes que leí en una carta dirigida a su “madre biológica“ y me pareció preciosa: “…Porque yo nunca te olvidé... y tengo un gracias infinito por dejarme nacer que aún te pertenece”.
Creo que es algo que sentimos la gran mayoría de adoptados. Un “Gracias” que ojalá ellas puedan escuchar algún día, para que sepan que lo que hicieron estuvo bien, al menos para nosotros.