La Afinación del Mundo (I): El Universo Como Composición Musical

Publicado el 28 julio 2020 por Moebius

La idea del universo como composición musical tiene una historia que va de Pitágoras a John Cage. A finales del siglo XX, el compositor y músico canadiense Raymond Murray Schafer propuso un acercamiento empírico a dicha idea, y desde entonces los trabajos en torno al "paisaje sonoro" (término que él acuñó) no han dejado de crecer. Schafer concibe el paisaje sonoro como un ecosistema integrado por todos los acontecimientos acústicos del mundo, el catálogo completo de los ruidos y sonidos entre los cuales vivimos. Para el autor, el paisaje sonoro del mundo es una composición musical que se despliega sin cesar a nuestro alrededor y de la que nosotros deberíamos ser no sólo su auditorio, sino asimismo sus compositores e intérpretes. En la base de esta filosofía encontraremos la teoría de la música pero también la acústica, la antropología, la sociología, el arte, la arquitectura y el estudio del simbolismo de los sonidos. A estas alturas, el libro "el paisaje sonoro" (que se publicó por primera vez en 1977), o al menos las aportaciones teóricas y artísticas de Murray Schafer son bien conocidas por unos cuantos, y deben comenzar a repensarse y releerse. Aquí, una breve introducción a algunos conceptos de música electroacústica y filosofía aplicada al sonido: paisaje sonoro, consciencia del ruido, ecología acústica, afinación del mundo, ecoacústica, diseño sonoro, Soundwalk, auralidad y una filosofía viva que comenzó a fines de los 60 y parece extenderse al infinito y a la eternidad.

Miren la nueva orquesta: ¡El universo sonoro!. Y los músicos: ¡cualquier persona o cosa que produzca un sonido!

R. Murray Schafer

"Comienza escuchando los sonidos de tu cuerpo mientras te mueves. Están próximos a ti y establecen tu primer diálogo con el entorno [...] Intenta moverte sin hacer ningún sonido. ¿Es posible? ¿Cuál es el sonido más silencioso de tu cuerpo? [...] Aparta tus oídos de los sonidos que produces y escucha los sonidos cercanos. ¿Qué escuchas? ¿Qué más escuchas? Más gente, sonidos naturales, sonidos mecánicos [...] ¿Puedes identificar ritmos interesantes, golpes regulares, el tono más agudo y el más grave? [...] ¿Cuáles son las fuentes que producen los distintos sonidos? [...] Aparta tus oídos de esos sonidos y escucha más allá, en la distancia [...] Por ahora has aislado los sonidos unos de otros y los reconoces como entidades individuales [...] reúnelos y escúchalos como si estuvieras escuchando una composición musical interpretada por diferentes instrumentos [...]"

(WESTERKAMP, H.: "Soundwalking" en Sound Heritage, Volumen III número 4, Victoria B.C., 1974, pp. 18-27. Sobre ejercicios de Soundwalk.)

El ambiente del hombre está conformado por distintos estímulos, efímeros y estáticos, que se construyen alrededor del estilo de vida de cada sociedad. A lo largo de la historia, el hombre occidental le ha dado supremacía a la vista, rezagando los otros cuatro sentidos y perdiendo con ello distintas maneras de conocer el mundo. Raymond Murray Schafer, compositor y músico canadiense, a quien debemos la creación del término "paisaje sonoro", se ha encargado de reestablecer la importancia que tienen los sonidos y el ruido que rodean al hombre moderno, proponiendo además de un mundo como espectáculo, una nueva manera de leer la historia a través de sus sonidos.


En su libro más destacado: The Tuning of the World (La Afinación del Mundo), de 1977, Murray Schafer explora el concepto de paisaje sonoro y todas las cualidades que ayudan a delinearlo como tal. A través de palabras, el autor construye un paisaje de sonidos en el que identifica los siguientes elementos: el fondo, en éste ubica los sonidos tónicos (keynote rounds) que son todos aquellos que funcionan como ancla y punto de referencia, los que no escuchamos conscientemente pero notamos si desaparecen; el primer plano, denominado señales y conformado por sonidos destacados del fondo que, a diferencia de los primeros, sí consiguen llamar nuestra atención (campanas, sirenas, alarmas,) y, por último, se encuentran los sonidos importantes (soundmark) que son elementos particulares de cada lugar y sirven para distinguir un paisaje de cualquier otro.


Para comprender un ambiente sonoro, Murray Schafer se dedica a analizar detenidamente cada uno de los elementos que son generados en el entorno, empezando por la naturaleza y los animales, seguido por los ruidos y sonidos producidos por el hombre, a partir de los cuales, Schafer propone una manera diferente de interpretar y entender los cambios en la historia, pues el estudio de dichos sonidos, así como de la fuente de la que provienen, arrojan datos sobre los ruidos que una sociedad en determinada época está acostumbrada a escuchar y producir. El autor destaca que los sectores con poder dentro de una sociedad son aquellos capaces de generar ruido sin oposición.


De esta manera, el autor traza la historia de Europa planteando lo siguiente: al principio la naturaleza o los dioses tenían el poder sobre la Tierra, pues no había otro sonido tan fuerte como el de los elementos; después, la Iglesia tuvo el poder, imponiendo sus sonidos por medio de campanas; y no fue sino hasta la Revolución Industrial que el poder volvió a cambiar de mano y fue este sector el que tomó la batuta del ruido con las fábricas.

Con el cambio derivado de la Revolución Eléctrica, el autor declara que el ruido pasó a ser ámbito del radio y el teléfono, ambos con características esquizofónicas, es decir: que sus sonidos son capaces de reproducirse lejos de su fuente. Sirviendo como sonidos tónicos que se pelean por volverse señales. Estos crean una sobrepoblación de sonidos que generan un bloqueo psicológico de todo lo que nos rodea.

Es de esta sobre-estimulación de la que se deriva la causa por la que lucha Murray Schafer: la "ecología del sonido". Con ella propone economizar el ruido, disminuir la cantidad exorbitante de elementos sonoros que abordan al hombre moderno en la ciudad. Para lograrlo, afirma que se necesita hacer una "limpieza de oídos": volvernos conscientes de todos los sonidos que nos rodean, distinguiendo aquellos que son agradables de escuchar, contra los que son molestos, para así ser capaces de eliminar estos últimos.


Entre otras cosas, sugiere el uso de sonidos más agradables para aparatos con los que se convive a diario como el teléfono, los cláxones de los autos o la publicidad, que es también uno de los ámbitos sonoros cotidianos con los que hay que lidiar, ya que son muy agresivos en su ejecución. Murray Schafer plantea la idea de una difusión que no use el sobresalto para llamar la atención, sino que tome una actitud de creatividad más sutil.

Uno de los elementos en el que hace hincapié para comprender y crear un diseño del sonido atractivo es el silencio. A lo largo de los años, el silencio se ha cargado de una connotación negativa en el mundo, pero el autor lo considera una herramienta fundamental en el reconocimiento, análisis y preservación de sonidos importantes.

Schafer no se detiene en exiliar los sonidos que son irritantes, sino que su propuesta se extiende al campo de la conservación y el diseño. A modo de Bauhaus contemporánea, propone crear un diseño auditivo apoyado por disciplinas como la arquitectura, el urbanismo y cualquier estudio que se encargue de la ciencia y el arte del sonido. Fue con esta intención que se generó el "Proyecto del Paisaje Musical del Mundo", en el que se esbozaron los puntos básicos que se deben tomar en cuenta no sólo para interpretar el mundo y conservar sus sonidos, sino para crear paisajes sonoros que la sociedad quiera escuchar.


Algunos de los principios que menciona Murray Schafer para crear un diseño del sonido armonioso son: aprender a respetar el oído y la voz humana, ya que estos son los módulos que se utilizan para medir y estudiar todos los demás sonidos, tener consciencia del simbolismo de los sonidos, muchos de los cuales están grabados en la memoria colectiva del hombre e invocan arquetipos; tener un conocimiento de los ritmos y tempos del paisaje sonoro natural, y contar con un entendimiento de los mecanismos que se pueden utilizar para volcar el ruido sobre sí mismo, es decir: un balance en las dicotomías del ambiente sonoro como los sonidos tecnológicos y los humanos, los sonidos artificiales y los naturales, etc.

Murray Schafer busca no sólo preservar los sonidos emblemáticos y agradables del ambiente, sino diseñar, en c onjunto con la humanidad, sonidos que sean capaces de invocar cualquier tipo de memoria y sentimiento interesante tanto individual como colectivo, que se acerque a aquella perfección sonora que, dicen, existía desde antes de la creación.