"Vivimos en una sociedad que se hace cada vez más narcisista. La libido se invierte sobre todo en la propia subjetividad. El narcisismo no es ningún amor propio. El sujeto del amor propio emprende una delimitación negativa frente al otro, a favor de sí mismo. En cambio, el sujeto narcisista no puede fijar claramente sus límites. De esta forma, se diluye el límite entre él y el otro. El mundo se le presenta solo como proyecciones de sí mismo. No es capaz de conocer al otro en su alteridad y de reconocerlo en esta alteridad. Solo hay significaciones allí donde él se reconoce a sí mismo de algún modo. Deambula por todas partes como una sombra de sí mismo, hasta que se ahoga en sí mismo."
En el mundo de Tinder, el amor tradicional se transforma en rendimiento sexual y el cuerpo se convierte en una mercancía destinada exclusivamente a la excitación temporal del otro. El sexo y el amor son transformados entonces en objetos de consumo, de consumo rápido, puesto que, una vez satisfecha una relación, hay nuevas experiencias esperando al usuario. Lo único importante en este carrusel de relaciones es el propio ego, los otros quedan reducidos a posibles fuentes de placer momentáneo.
Byung-Chul Han denuncia también una especie de profanación del eros, en pos del auge de la pornografía. Lo que hasta entonces era misterioso y sagrado, se vuelve obsceno, perdiéndose el tradicional ritual de la seducción en pos de un consumo rápido, fácil e inmediatamente olvidable. Todo esto deriva en la pérdida de la capacidad de profundizar en la personalidad del otro, un mero objeto de consumo que debe disfrazar sus cualidades para adaptarse a las que exige el mercado.
Desde luego, a pesar de lo que expone el autor de En el enjambre, el amor tradicional basado en un compromiso durarero sigue existiendo y seguramente sigue siendo el ideal de la mayoría de la gente, por mucho que hoy domine la promiscuidad y el placer instánteneo en lo que los medios venden como relaciones. Aunque aplicaciones como Tinder sustituyan el ritual de seducción por una serie de algoritmos, creo que todavía no se ha podido vencer a esa idea de amor romántico que durante siglos ha sido la base de las relaciones amorosas en occidente.