La apuesta de Sánchez, perdedor de las elecciones, por gobernar en alianza con los peores delincuentes de la nación, partidos que odian a España y sueñan con destruirla, no ha sido inocua y ha terminado por convertir a España en una letrina que ha infectado toda la política y en la que sólo Sánchez y sus degenerados socios se sienten a gusto.
La letrina española es un espanto de asco y putrefacción que ha estropeado las instituciones, la convivencia, los valores, la autoestima, el prestigio internacional y el alma de la españolidad, además de inyectar oscuridad, mentira. tristeza y desesperación en la sociedad.
Los ladrones públicos han perdido el miedo al pueblo y a la ley, se creen dueños de todo y ya no importa de dónde sale el botín. Una prueba de la bajeza reinante: el Gobierno ha usado el fondo de catástrofes para subvencionar con 92 millones a los partidos políticos.
Los actuales escándalos socialistas, los de Begoña, Koldo, Ábalos. Aldama y del propio Sánchez y muchos de sus ministros y altos cargos, superan a todos los anteriores, incluso a los espantosos EREs de Andalucía, pero sólo son la punta del iceberg, la cúspide un inmenso bloque de hielo putrefacto sumergido que aterrorizará a los españoles y a todos los demócratas del planeta cuando salga a flote.
España es un país que molesta a la comunidad internacional y que es una carga para la OTAN y la Unión Europea. El sanchismo se ha encargado de aislarlo y desprestigiarlo, además de crearle enemigos nuevos y debilitarlo ante cualquier guerra, incluyendo a la que nos enfrentará pronto a Marruecos, un país que cuenta con alianzas internacionales diez veces más potentes que la destartalada España socialista.
El turismo está salvando la economía española, que respira bien gracias también a la inmensa deuda que contrae el gobierno sin prudencia. El sanchismo no para de pedir dinero y gasta como un manirroto, sin freno y sin pensar en la deuda con la que carga a las futuras generaciones de españoles.
El sanchismo es una máquina de destrucción masiva que entristece a los ciudadanos, expolia a los que producen, expulsa a las empresas, maltrata de a los autónomos y decepciona a todos los españoles honrados y decentes, obligados por sus corruptos gobernantes a vivir en una pocilga sin valores ni principios.
Más de media España, esa que abuchea y pita a Pedro Sánchez en las calles, sueña cada noche con ver al presidente detenido por la policía y sentado en el banquillo para que responda de sus destrozos y pague todo el daño que ha causado a España. El castigo de Sánchez y la regeneración son los dos grandes sueños españoles.
Francisco Rubiales