La aguja mágica..

Por Alfmega @alfmega12
Esse Imaginaria
La aguja mágica..
Hubo una vez, una vez hubo un bosque en medio del mundo más allá de la tierra de los dragones del fango, más allá aún de los lagos de fuego y de las colinas profundas..

Hubo una vez, 

esa vez hubo 
un bosque encantado..

Y el bosque encantado se hallaba entre dos lagos de mercurio; A poniente, el  Dagda, habitado por un número impreciso de deidades olvidadas del mundo antiguo y del cual manan de contínuo vapores inagotables y sones de lamento, sueño y risa, y el Sucellos a Levante, capaz de fertilizar las tierras eternamente en todas las épocas y condiciones, aunque venenoso y de superficies espesas y lentas que reflejaban los cielos..
Al norte se alzaba impetuoso el Acantilado del Non Plus, al Sur las montañas deKanchenjunga..
A menudo las soledades se paseaban en grupo, como ánimas asaltando a los viajeros para robarles el ánimo, de manera que éstos quedaban deshauciados y perdidos sin remedio en sus frondosas espesuras..Otros muchos seres que no existen en otros lugares ni tiempos campaban por el bosque a sus anchas, por eso las gentes le llamaban el Bosque Animarum

En la aldea Pírios, desde donde se podían ver las respetables alturas de sus abetos, habitaban las gentes prácticamente aisladas del resto del mundo, salvo por un estrecho y peligroso desfiladero que atravesaba las montañas..
El alcalde Bramm, era un hombre importante en la próspera Comarca Semotus y pronto ordenó construir una enorme casona para su esposa Matilde y sus dos hijas, la hermosa Laura y la pequeña y dulce Angela..

La vida en la aldea transcurría sosegada y próspera entre el trabajo de las huertas, los artesanos, los herreros y el mercado diario donde se reunían los intrépidos forasteros con sus productos. Aquel día la pequeña Laura buscaba junto a su madre entre las preciosas telas que traía un jóven mercader..Tules, sedas, adamascados, lino, algodones..Agujas nacaradas para tejer lanas y para coser vestidos, cojines preciosos, lazos para los cabellos de las damas más finas..Ángela soñaba con las historias que su hermana le había leído de los libros aliena que su padre trajera de sus viajes a la lejana ciudad Procerior, donde en su juventúd hizo negocios que le enriquecieron..La niña tiró suavemente del vestido de su madre..

-Quiero una aguja nacarada para bordar como me enseñaste, madre..
-Matilde, con esa mirada de indescriptible cariño que se tatuaba en sus enormes ojos castaños cuando se hallaba en presencia de sus hijas, sonrió levemente y procedió a examinar las agujas que el jóven mercader portaba, deshechando una, apartando otras... Ángela la obsevaba excitada con gesto de pajarillo impaciente ante la luz primera del alba..
De repente Matilde, sin saber porqué separó una de entre las otras y la levantó sobre su rostro exponiéndola y exponiendose a un rayo de sol que se filtraba entre las ramas de los árboles de la plaza..La aguja brilló de un modo especial, inaudito, mágico, su rostro la superaba..
-Esta..!
-Dijo decidica al mercader sin apartar la mirada del impresionante brillo que de ella manaba..
-Cual es su procedencia?? Nunca vi una parecida..
-De más allá del desfiladero, de las vestas dogmas de un convento de artesanas..La quiere o no?
-He dicho que la quiero, muchacho..
-Treinta pecunias..!!
-Bramó arrebatado el tendero extendiendo la mano exigente.. 
-Matilde miró al muchacho sorprendida de su tosca insolencia y soltó altiva la hermosa pieza, que dejó latir el brillo de sus relieves entre las demás. Tomó de la mano a la niña y siguió su camino..
-Madre, no me compras la aguja??
-Matilde  liberó un profundo suspiro, se detuvo en seco y se inclinó mirando fijamente a la niña..
-El mercader es maleducado, Ángela..Encontraremos otra cosa que te guste en el mercado..
-No quiero al mercader madre, sólo la aguja, para el bordado del bastidor... Laura también querrá una igual, es tan hermosa..
-Al fin madre e hija abandonaban el mercado con dos agujas de nácar..
El mercader sonreía y sin perderlas de vista cerró su carromato y desapareció en los límites de la ciudad cerrada. Enfiló el desfiladero y se detuvo a unos cien metros de una gran roca junto a un enorme abeto. Parapetado junto al tronco, casi oculto entre las sombras asomó un ser embutido en una capa que lo cubría casi por completo. Acercándose al chico le susurró al oído con voz de viento nocturno:
-Entregaste la aguja??
-Si, ahora déjame libre..
-Contestó el falso mercader en medio de un mal contenido escalofrío
-Marcha, y no cuentes a nadie lo que aquí viste.

Continuará..