Para explicar las transformaciones de los organismos a lo largo del tiempo, Lamarck propuso que los órganos que se usaban se robustecían, mientras que los que no se usaban se atrofiaban y que esto se debía a que los los caracteres o habilidades que se adquirían a lo largo de la vida de cada organismos se transmitían hereditariamente a sus descendientes, en lo que denominó "herencia de los caracteres adquiridos".
El ejemplo clásico del Transformismo lamarckiano es el de las jirafas, según el cual, ante la necesidad de alcanzar las hojas más altas de los árboles, las jirafas fueron estirando sus cuellos, de forma que esos centímetros ganados durante sus vidas pasaron a sus descendientes, que a su vez pasaron los nuevos centímetros ganados por ellos a los suyos. De esta forma, a partir de un antepasado de cuello corto, al cabo de varias generaciones y como consecuencia de los cambios ambientales, se originaron jirafas de cuellos largos.
No hay duda de que Lamarck había logrado dar una explicación que aparentemente explicaba los cambios morfológicos que ocurrían en los seres vivos de una manera sencilla e intuitiva. Según Lamarck había cierta intencionalidad en la evolución, de forma que cualquier diferencia entre padres e hijos sería en la dirección de una mejora adicional. Por tanto, Lamarck no renunciaba a la idea de Dios en este proceso, ya que aunque no hubiera creado todas las formas de vida con su aspecto actual, sí que habría intervenido de manera crucial en su evolución como director de todo el proceso.
Pero la teoría de Lamarck se apoyaba en dos premisas falsas. En primer lugar los animales no tienen un margen ilimitado para modificar su cuerpo, ya que por ejemplo no pueden alargar sus cuellos indefinidamente por mucho que los estiren, y por otra parte, y tal como demostró experimentalmente August Weismann en 1880 y expuso en su "Teoría del plasma germinal", los caracteres o capacidades adquiridas durante la vida de un organismo no se transmiten a su descendencia, ya que solo se transmiten aquellos cambios que se producen en la línea germinal, o sea, en los gametos, y no los que se producen en la línea somática, que forman el resto de células del cuerpo (Los que estéis pensando que la epigenética podría apoyar la teoría de Lamarck, podéis leer estos artículos: "Lamarckian Illusions", Adam Weiss, 2015; o "Epigenetics is Normal Science, But Don't Call It Lamarckian", Penny, 2015)
Exactamente 50 años después de la publicación de la obra de Lamarck, Darwin publicó el "Origen", donde apoyándose en 3 premisas fundamentales (variación entre individuos, heredabilidad de esa variación y éxito diferencial para cada variante individual) consiguió explicar de forma sorprendentemente precisa a la vez que sencilla, incluso sin conocer los fundamentos de la genética mendeliana, el proceso de evolución por selección natural.
La teoría de Darwin pudo explicar el crecimiento del cuello de las jirafas sin la necesidad de que hubiera un esfuerzo de mejora por parte de los individuos, no había ninguna intencionalidad en el cambio ni se necesitaba la intervención de un Dios director en todo el proceso.
Debido a la variabilidad entre los distintos individuos en la longitud de su cuello, aquellos con cuellos más largos tendrían más éxito a la hora de alcanzar las hojas más altas, y por tanto tendrían más posibilidad de reproducirse. De esta forma, se seleccionarían positivamente los individuos más aptos, que serían los de cuello largo. Esos pasarían esos caracteres a sus hijos, ya que los genes que codificaban para esos cuellos largos estaban en su línea germinal y con el paso de las generaciones y gracias a la selección natural, una población primitiva de jirafas de cuello corto se habría convertido en una población de jirafas cuellilargas. El resultado sería el mismo que propuso Lamarck, pero el proceso por el cual se habría llegado a ese resultado sería radicalmente distinto al que él había propuesto.
A pesar de que el darwinismo ha estado sometido a un constante escrutinio desde la publicación de "El origen de las especies", las pruebas que confirman la teoría de la evolución por selección natural son apabullantes y cada año se publican nuevos artículos que la respaldan aún más. A pesar de todo esto, es sorprendente como en el lenguaje cotidiano, en los periódicos y revistas e incluso en algunos libros de texto se siguen publicando argumentos lamarckistas para explicar algunos fenómenos evolutivos.
Baste como ejemplo el titular del artículo aparecido en la revista National Geographic en el número de noviembre de 2018. Según los periodistas (no según los autores del estudio), debido a la presión de la caza furtiva los elefantes han evolucionado para nacer sin colmillos y de esta forma evitar que los cacen. Dicho de otra forma, la evolución ha actuado de forma "consciente" y dirigida, eliminando el objeto de deseo de los cazadores, en este caso los colmillos, para de esta forma garantizar la supervivencia de los elefantes.
Esta explicación, claramente lamarckista, aunque puede resultar intuitiva y fácilmente comprensible, no es cierta, ya que realmente se trata de un proceso de selección fácilmente explicable desde la teoría de Darwin. En este caso, los animales con los colmillos más grandes y desarrollados han sido eliminados por los cazadores furtivos, y tras varios años de caza, estos elefantes se han hecho cada vez más escasos en la población. De esta forma, los animales con colmillos más pequeños o aquellos sin colmillos, que no han sido cazados porque no resultaban interesantes para los furtivos, han tenido más oportunidades de reproducirse y por lo tanto en las siguientes generaciones su proporción respecto a los elefantes sin colmillos no ha dejado de aumentar.
Las interpretaciones lamarckistas o finalistas, es decir, aquellas que implican una intencionalidad de los organismos para cambiar su morfología, o desarrollar ciertos órganos que les permitan sobrevivir y adaptarse al medio, sin tener en consideración la variabilidad individual y el éxito diferencial de dicha variabilidad, son muy frecuentes, no solo en el periodismo, sino entre toda la población e incluso en la comunidad educativa, desde los alumnos a los profesores (Gallego & Muñoz, 2015). Las encuestas realizadas a estudiantes de todos los niveles, no solo en España, sino en muchos otros países, confirman que el nivel de comprensión de la selección natural sigue siendo muy deficiente, y todo indica que se debe a los numerosos sesgos conceptuales que se encuentran profundamente arraigados desde la infancia. La selección natural, como la mayoría de las teorías científicas complejas, va en contra de la experiencia común, y la tendencia a usar un lenguaje inexacto para describir los fenómenos evolutivos, tanto fuera como dentro de los entornos educativos, probablemente sirva para reforzar estos problemas (Ryan Gregory, 2009). Parte de la culpa de esas malinterpretaciones se deben a problemas de transmisión de conocimiento entre los científicos y la sociedad, ya que aunque para muchos investigadores los procesos evolutivos son fácilmente comprensibles, "los conceptos de evolución por selección natural son mucho más difíciles de entender para los estudiantes de lo que la mayoría de los biólogos imaginan" (Bishop & Anderson, 1990).
Referencias
- Gallego A & Muñoz A (2015) Análisis de las hipótesis evolutivas en alumnos de Educación Secundaria y Bachillerato. Revista Electrónica de Enseñanza de las Ciencias 14 (1) 35-54.
- Penny D (2015) Epigenetics is Normal Science, But Don't Call It Lamarckian. Journal of Clinical Epigenetics. DOI: 10.21767/2472-1158.100009
- Ryan Gregory T (2009) Understanding Natural Selection: Essential Concepts and Common Misconceptions. Evolution: Education and Outreach 2(2):156–175. LINK
- Weiss A (2015) Lamarckian Illusions. TREE 30(10): 566-568. LINK