Moisés escribió que Dios se apareció a Abrahán "junto a la encina de Mambré, cuando él estaba a mediodía sentado a la puerta de su tienda" (Gen. 18,1), y a pesar de haber visto a tres hombres, llamó a uno de ellos Señor. Después de haberles lavado los pies, les ofrece panes, cocidos al rescoldo, con mantequilla y abundante leche e insiste a los huéspedes, sin dejarles marchar, a que coman. Después de esto, oye que será padre y escucha que Sara su esposa habrá de darle a luz a un hijo suyo y es informado de la destrucción de los habitantes de Sodoma -cosa que merecían padecer-, y se entera de que Dios había descendido a causa del clamor de los sodomitas. Si los herejes pretenden ver en este pasaje que el Padre fue recibido como huésped con dos ángeles, entonces han considerado que el Padre es visible; si por el contrario lo consideran un ángel, dado que sólo uno de los tres ángeles es llamado Señor ¿por qué contrariamente a lo habitual se llama Dios a un ángel? La explicación podría consistir en que para poder atribuir a Dios Padre su propia invisibilidad y poder dejar al ángel su propia inferioridad, hay que creer que quien se apareció a Abrahán y fue recibido como huésped no fue otro que el Hijo de Dios que también es Dios. Hecho huésped de Abrahán prefiguraba simbólicamente lo que había de suceder, que estaría entre los hijos de Abrahán, a cuyos hijos [los apóstoles] les lavó los pies como prueba de que él era el mismo al devolver en los hijos el derecho de hospitalidad, que en otro tiempo le había prestado su padre.
(...)
A todo esto se añade también que como la Escritura divina lo presenta muchas veces como ángel y como Dios, así también la misma Escritura divina lo presenta no sólo como hombre, sino también como Dios expresando lo que él había de ser, y describiendo ya entonces en figura lo que había de ser en la verdad de la realidad. En efecto, dice: "Jacob permaneció solo y un hombre luchaba con él hasta el amanecer. Y vio que no podía contra él y le tocó la articulación femoral mientras luchaba contra él y él con aquél y le dijo: Déjame, porque ya se ha levantado la estrella de la mañana. Y él le dijo: No te dejaré si no me bendices. Y le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y le respondió: Jacob. Y le dijo: A partir de ahora ya no será tu nombre Jacob, sino que Israel será tu nombre, porque has sido fuerte con Dios y eres poderoso con los hombres" (Gen 32,25-29). Y todavía añadió: "En efecto, he visto a Dios cara a cara y mi alma continúa con vida. El sol salió para él, después que desapareció la visión de Dios, pero él cojeaba del muslo" (Gen 32,31-32).
Un hombre -dice la Escritura-, luchaba con Jacob. Si es sólo un hombre ¿quién es? ¿de dónde viene? ¿por qué disputa y lucha con Jacob? ¿qué había pasado entre ambos? ¿qué había sucedido? ¿cuál era el motivo de una tan gran contienda y de una lucha tan grande? Además ¿por qué Jacob, que aparece como más fuerte al sujetar al hombre con el que luchaba, le pide la bendición a aquel a quien retenía, y se la pidió porque, según el texto, ya estaba levantándose la estrella de la mañana? Pues porque esta lucha prefiguraba ya la que tendría lugar entre Cristo y los hijos de Jacob y en esta lucha el pueblo de Jacob se ha mostrado más fuerte, ya que ha conseguido contra Cristo la victoria de su iniquidad. En esta ocasión, por el delito cometido, comenzó a cojear penosísimamente inseguro y tambaleante, en el camino de la propia fe y salvación, y, aunque se ha mostrado superior al condenar a Cristo, sin embargo tiene necesidad de su misericordia y todavía necesita de su bendición.
(...)
Y sin embargo, a pesar de todo esto la misma Escritura divina con razón no cesa de llamar ángel a Dios y de proclamar Dios a un ángel. En efecto, cuando este mismo Jacob iba a bendecir a Manasés y Efraín, los hijos de José, teniendo las manos cruzadas sobre las cabezas de los muchachos, dijo: "Dios que es mi pastor desde mi juventud hasta este día, el ángel que me libró de todos los males, bendiga a estos muchachos" (Gen 48,15-16).
Tan es así que al mismo que había llamado Dios lo llama ángel, que al final de la frase puso en singular la persona de la que estaba hablando, cuando dijo: "Bendiga a estos muchachos". Por el contrario, si hubiese querido que se tuviese al ángel por otro ser distinto, habría abarcado las dos personas con el número plural. Ahora bien, en lo referente a la bendición empleó el número singular de una única persona, con lo que quiso dar a entender que Dios y el ángel eran la misma persona. Pero Dios Padre no puede ser considerado Dios y ángel [enviado], mientras que Cristo sí puede serlo. Fue a éste a quien Jacob indicó como autor de esta bendición al poner sus manos entrecruzadas sobre los muchachos, como si Cristo fuese el padre de ellos, mostrando con la colocación de las manos la figura y la forma futura de la pasión. Por tanto, como nadie duda en llamar ángel a Cristo, que nadie titubee en proclamarlo también Dios, al comprender que éste mismo en el momento de la bendición de estos muchachos, mediante el misterio de su pasión simbolizado en la figura de las manos, era invocado como Dios y como ángel.
Novaciano