Pasionaria y Francisco Antón, Inés y Galán... Galán e Inés. Todos en una lucha común pero también en la suya propia. Su triste derrota nunca mermará sus ganas de hacerse con la vida -¡ah! la vida, en Almudena Grandes siempre la vida-. Toda la pasión volcada en recuperar su España, sometida por Franco y sumida en el terror. Un bonito sueño que ilusiona a quienes desean reconquistar la libertad y devolvérsela a su país. Y el disfrute junto a los fogones, las ganas de cocinar para paliar la tristeza, combatir la ansiedad, recobrar la seguridad... y la alegría.
La Historia también se cuenta así. Por supuesto. Hay hechos de los que nadie ha querido hablar durante mucho tiempo -evidencian la debilidad e incompetencia de muchas de las personas implicadas en ellos-. Mezclar realidad y ficción en una novela escrupulosamente respetuosa con lo acaecido en torno a la invasión del Valle de Arán por el ejército republicano en 1944 es una buena forma de darlo a conocer.
El libro engancha desde las primeras páginas, incluso sin que Inés ni su espíritu libre o Galán y sus camaradas guerrilleros hayan aparecido aún. Después de crecer en intensidad, adolece del freno que imponen algunas pausas de descripción histórica que, tal vez, podría haberse incluido recopilada como un apéndice final. Quizás esas rupturas del clímax narrativo hagan inevitable que muchos añoren el pulso conseguido por la autora en su grandísimo éxito El corazón helado.
Aun así, ellos y yo seguimos hambrientos de conocimiento. Por eso esperamos ya la salida de El lector de Julio Verne, el segundo volumen de esta serie de desconocidos Episodios de una Guerra Interminable que la Grandes ha arrancado tan dignamente.