La alegría de Petare

Por Viajaelmundo @viajaelmundo

Fachada de la Casa Parroquial

El nombre de Petare va asociado a violencia, a pobreza, a peligro. Es difícil tapar la realidad caraqueña, pero también reconforta encontrar un poco de aire fresco y color en el centro de su caos. Si bien es una parte de Caracas, conformada por cerca de 2000 barrios, tiene un casco histórico en el que están las casas coloniales mejor conservadas de la ciudad. Una zona en la que se respira alegría, arte y cultura a cada paso y que crea un contraste increíble con la realidad que la rodea.

Basta con estar de pie en el medio de la Plaza Sucre y mirar alrededor para entender -o convencernos- que sí se puede caminar con una tranquilidad que parece estar reservada para otro tipo de paseos; para cualquier otra parte de la ciudad que no sea esa. La propia plaza es el comienzo de muchas historias: a diferencia de los otros cascos históricos del país, aquí no está Bolívar en su caballo, si no José Antonio Sucre, otro prócer, y por eso lleva su nombre. Al frente, se levanta la iglesia Dulce Nombre de Jesús, que ha permanecido casi intacta desde el siglo XVI (aunque en sus inicios fue construida con paja y bahareque) y alrededor, están las casas y sus colores, guardando historias.

La iglesia Dulce Nombre de Jesús

El Callejón Z

En la época de la Colonia, Petare era un pueblo fuera de Caracas y el Callejón Z -que aún conserva el empedrado original- era la entrada perfecta para llegar a ese paraíso que era entonces como el lugar de descanso, de verano ideal. Me gusta el callejón, su aspecto de detenido en el tiempo mientras camino por él. Me gusta también escuchar algunas oraciones en la iglesia (en la que, por cierto, hay algunas lápidas de gente importante de la época); saber que en sus calles hay una importancia religiosa que desconocía por completo; que Petare ha albergado a artistas plásticos y que fue justo allí donde se inventó el Golfeado (un dulce venezolano que se caracteriza por llevar papelón y queso llanero para contrastar el sabor).

Petare me sorprende, como me ocurre siempre que camino mi ciudad con otros ojos. “Qué diferente puede vivir la gente aquí en este pedacito”, me dice alguien. Yo suspiro. Apenas unas calles más abajo está el ruido en su apogeo, el agite de bocinas, el miedo latente. Porque lo hay. Pero aquí, justo aquí en la Zona Colonial de Petare, sus historias brotan de las aceras. Es estar en otra Caracas, una que se parece más a la que queremos. Una Caracas que llena de alegría.

Para ver más fotos del recorrido, pueden hacer click AQUÍ y si se entusiasman a hacer el paseo con total seguridad, hay que estar pendiente del calendario de URBANIMIA

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