Es cierto que España es un país diferente y sorprendente por su afición a la esclavitud y falta de rebeldía ante los abusos y corrupciones, pero no hasta el extremo de resucitar un comunismo que en el mundo civilizado está bien enterrado, bajo siete losas de plomo, después de su estruendoso fracaso en la URSS y en sus satélites.
Lo que ha hecho Podemos no es reforzar su poder, sino un "harakiri" ideológico y político cuyas consecuencias se verán muy pronto, seguramente en junio, cuando se cierren las urnas.
Hay millones de españoles cansados de soportar el abuso, la corrupción y el mal gobierno del PP, PSOE y los nacionalismos que odian a España, dispuestos a votar a un partido como Podemos, que se identificaba con la protesta espontánea y popular del 15 M, con la transversalidad y con la nueva democracia de los ciudadanos, pero no a votar por un comunismo que apesta a hambre y a muerte.
Si Pablo Iglesias no ha visto ese peligro es que es un auténtico "papafrita", un político todavía mas inepto y mediocre que aquellos a los que quiere sustituir.
La recién estrenada alianza Podemos-IU ofrece al PSOE listas conjuntas para el Senado y superar así al PP. Expanden su mentalidad frentepopulista y, aunque Pedro Sánchez ha rechazado la oferta, algunos de sus barones la han aceptado. Si el PSOE terminara por aceptarla, algo que es posible dado el estado de desánimo y división del socialismo, las elecciones serían casi un enfrentamiento derecha-izquierda, rojos-azules, como hace casi un siglo, en la II República y en la posterior guerra civil.
El totalitarismo demostrado por la izquierda radical española que ya controla Podemos en estos últimos meses nada tiene que envidiar las acciones del antiguo soviet supremo en la extinta URSS. No solo quieren decirnos quien puede ser rico y quien no, que televisión debes ver, que prensa puedes leer o que es bueno o malo para los españoles, sino que ahora pretenden también controlar la mente de los niños reforzando el intervencionismo del Estado en las escuelas y eliminando el derecho constitucional de los padres a elegir colegio.
Este país, imbécil donde los haya, carece de memoria histórica y ha olvidado los horrores de la guerra y los crímenes terribles que son capaces de cometer los totalitarios, desde asesinatos a quema de iglesias, fusilamientos al amanecer y represalias cainitas en pueblos y ciudades. Si España tuviera una clase política decente y responsable, estos riesgos de enfrentamientos y este retorno al pasado más sucio y sangriento no se producirían, pero España posee la clase política peor de Europa y una de las mas rastreras del planeta, lo que permite que el temor a los locos ciegos y sordos desculturizados se instale en nuestras vidas.