Primera parte: riesgos y dificultades
El alpinismo es un deporte de aventura que comporta cierto riesgo, especialmente cuando éste se desarrolla en condiciones o ambientes adversos. Los principales riesgos que nos podemos encontrar en la alta montaña, y que están directamente relacionados con la nutrición son: la deshidratación, la hiponatremia, la disminución del apetito causada por el mal agudo de montaña y la disminución de la temperatura corporal.
Deshidratación en el alpinista
Es la primera causa o principal factor limitante en el rendimiento. La deshidratación en estos ambientes es fácil que se produzca ya que intervienen diversos factores desencadenantes, como pueden ser: la escasa humedad absoluta presente en las grandes alturas (que favorece las pérdidas de agua por transpiración), la hiperventilación, producida no solamente por el esfuerzo realizado sino también por la falta de oxígeno en el ambiente, y el aumento de la frecuencia cardíaca experimentado. La deshidratación causa alteraciones hidroelectrolíticas y problemas para la termorregulación corporal, asociadas a fallos musculares (especialmente en los descensos) y a congelaciones de las extremidades del cuerpo. A su vez, si el agua perdida no se repone correctamente, el líquido plasmático experimenta una reducción de volumen que, a su vez, incrementa todavía más la frecuencia cardíaca con el consecuente gasto de energía que ello comporta.
Hiponatremia
La hiponatremia es el descenso del nivel de sodio en la sangre y comporta graves riesgos para la salud. La hiponatremia aguda (nivel bajo de sodio ocurrido en un lapso de tiempo inferior a las 48horas) es muy peligrosa y puede traer consecuencias tan graves como la disminución de la consciencia, desvanecimiento, coma, o muerte del alpinista. Los niveles de sodio en sangre pueden descender cuando la hidratación se realiza mediante agua sola sin la adición de sales minerales. Fundir nieve para hidratarse, pero sin añadir sodio al agua resultante, puede conducir a una hiponatremia. Llevar sobres de bebida isotónica o de sales minerales es fundamental para realizar unas pautas de hidratación correctas.
Mal agudo de montaña (MAM)
El MAM provoca una disminución notable del apetito, por lo que puede conducir al alpinista a serios problemas de salud y de rendimiento. Cefalea, anorexia, insomnio, molestias digestivas y mareos entre otros, son consecuencia del mismo y se conoce que puede llegar a afectar a más de la mitad de los individuos expuestos a alturas por encima de los 4.000m. Si no se llega a la ingesta calórica necesaria, que para este tipo de deporte suele estimarse entre las 4.500-6.000Kcal al día, el alpinista puede experimentar una drástica reducción de peso, principalmente a expensas del tejido muscular. Además, este cuadro clínico provocado por la hipoxia hipobárica (falta de oxígeno en las alturas), puede desembocar en edemas a nivel cerebral o pulmonar, por lo que es fundamental que el alpinista realice una aclimatación previa. Parece ser que una ingesta alta de carbohidratos puede tener un efecto preventivo en el desarrollo del MAM.
Disminución de la temperatura corporal
Mantener una ingesta calórica adecuada es necesario para el correcto mantenimiento de la temperatura corporal. Aunque se sabe que las grasas son una fuente de calorías muy importante, y de hecho es el nutriente que más calorías nos aporta, no se recomienda realizar una ingesta alta en grasas en las estancias en la alta montaña, ya que éstas pueden inducir a diarrea, pudiendo llevar a la deshidratación. Los carbohidratos deberán ser la principal fuente de energía, al tener éstos un efecto térmico relativamente bajo, ayudan a un mejor mantenimiento de la temperatura corporal, así como también ayudan mantener los depósitos de glucógeno muscular en un nivel correcto y, de ese modo, prevenir la movilización de proteína muscular como fuente de energía. Por el contrario, realizar una dieta más baja en carbohidratos y alta en proteínas, no solamente reduce el rendimiento, si no que puede producir un descenso de la temperatura corporal debido al efecto térmico (termogénesis) de las mismas, así como puede ejercer también un efecto inhibidor del apetito al inducir a la saciedad.
Próximamente veremos cómo realizar un correcto abordaje nutricional para este deporte.