La macrobiótica, creada en los años 40 por el pensador japonés Georges Ohsawa, se define como un planteamiento dietético y de estilo de vida orientado a mejorar y conservar la salud y basado en el principio del Ying y el Yang. Ohsawa anima a volver a la alimentación simple, a los ingredientes naturales y a los alimentos estacionales de cultivo local como respuesta a los rápidos cambios que se estaban produciendo en la política agrícola en aquel momento.
Los términos Ying y Yang sirven para describir dos fuerzas opuestas y sin embargo complementarias, que están presentes en todos los fenómenos naturales: noche y día, caliente y frio, lento y rápido, etc. Este principio según la macrobiótica es aplicable a los alimentos que tomas y a tu estado de ánimo, de manera que si te encuentras en un estado Ying podrás sentirte mejor tomando alimentos Yang y viceversa. También existen los alimentos que no son ni Ying ni Yang y que se describen como alimentos equilibrados.
EMOCIONES
YING YANG
nerviosismo inflexible
preocupado exigente
introvertido poco razonable
emocional impaciente
falto de concentración agresivo
indeciso irritable
falto de memoria impulsivo
ALIMENTOS
YING YANG EQUILIBRADOS
alcohol sal cereales
azúcar huevos verduras
café mijo frutos secos
fruta tropical salsa de soja semillas
helados carne roja legumbres
leche carne de caza algas
aves de corral
pescado
Según como cocinemos los alimentos, estos pueden perder su naturaleza Ying o Yang teniendo en cuenta cuatro factores: El fuego, El tiempo, La presión y La sal. Así, cuanto menos fuego, tiempo, presión y sal le apliquemos al alimento más Ying será el resultado. Por lo contrario, cuanto más intenso sea el fuego, más largo el tiempo, más presión y más sal, más Yang será el resultado.
La dieta macrobiótica recomienda el uso habitual de cereales integrales, verduras, algas, legumbres y sus derivados (tofu, tempeh), y desaconseja totalmente el consumo de azúcar refinado y de sacarina. En algunos casos también desaconseja el consumo de lácteos, carnes rojas, solanáceas (tomate, pimiento, berenjena, patata), alcohol, alimentos altamente procesados, huevos, embutidos y harinas blancas.
Se describe una dieta macrobiótica basada en una distribución adecuada en cada comida del día de los alimentos aconsejados, siempre en función de cada uno (según la situación en que se encuentre, el clima, el estado de salud y el nivel de actividad física) y una manera de cocinar los alimentos que tiene que procurar que queden equilibrados el Ying y el Yang según nuestro estado emocional actual.
Poder realizar esta dieta requiere un tipo de cocina (de gas) y el uso de ciertos utensilios de cocina indispensables (olla a presión). Muchos libros de macrobiótica aconsejan buscar una “madre adoptiva macrobiótica” que te enseñe a comprar, guardar y cocinar los alimentos ya que se aleja de nuestra cultura y de lo que hemos aprendido de nuestros hogares.
LA ALIMENTACIÓN MACROBIÓTICA, ¿ES SALUDABLE?
El principio del Ying y el Yang y su relación con la alimentación se basan en la experiencia de sus proclamadores pero no disponen de base científica, aún así, algunas características de la alimentación macrobiótica (la necesidad de volver a la alimentación simple evitando el abuso de alimentos ultra procesados; el uso de los alimentos estacionales de cultivo local, el consumo diario de cereales integrales, legumbres y verduras, así como comer despacio, masticar bien y practicar actividad física diariamente) coinciden con las que definen una alimentación saludable pero no cumple con algo fundamental: no se adapta a nuestra cultura y a nuestras costumbres. La macrobiótica requiere alejarse de nuestras costumbres culinarias, utiliza ingredientes exóticos y evita, sin fundamento, alimentos propios de nuestro medio. Su complejidad implica una constante preocupación por el “¿qué?” y el “¿cómo?” que en algunos casos puede incluso llevar a la obsesión.
No existe una única alimentación saludable. Lo más adecuado es realizar los cambios de rutinas necesarios para mejorar nuestra salud que más se adapten a nuestra vida y no al revés.
Para alimentarnos de una manera sana no son necesarias tantas reglas. Basta priorizar en nuestra compra los alimentos de origen vegetal, frescos y locales, dedicar tiempo a nuestra alimentación, cocinar en casa según nuestras costumbres, ampliar la variedad de alimentos en las comidas y evitar las improvisaciones.