Su líder Cayo Lara, demostrando su desconexión con la realidad y con los anhelos ciudadanos, acaba de afirmar que lo que España necesita no es adelgazar el Estado, sino mas Estado y mas gasto público, una política demente que, sin la menor duda, conduciría a España hacia el cadalso.
Izquierda Unida no ha acumulado méritos para crecer, ni merece el apoyo de los que se muestran dispuestos a votarle en las próximas elecciones porque la Historia reciente demuestra que allí donde han gobernado han desplegado los mismos vicios y carencias que sus colegas del PP y el PSOE: recurso a la mentira, incumplimiento de sus promesas electorales, despilfarro, colocación masiva de familiares y amigos en puestos públicos, corrupción, uso del dinero público para mariscadas y privilegios, etc. En Andalucía, donde IU es socio del PSOE en el gobierno, ha cerrado los ojos ante la corrupción de los EREs y se ha corrompido en cientos de municipios, muchos de ellos con procesos abiertos por escándalos y abusos.
Pero lo mas sorprendente y peligroso de la política exhibida por IU es, probablemente, su escaso apego a las ideas y su insaciable ansia de poder, dos defectos que le permiten gobernar en coalición con cualquiera que le entregue poder y presupuesto a cambio. En Andalucía gobierna con los socialistas como socios; en Extremadura lo hace con la derecha y en otros muchos sitios gobierna con nacionalistas extremos, a los que ha apoyado en su política de odio a España.
Afirmar que lo que España necesita en las circunstancias presentes es mas Estado y mas gasto público, además de una falta de sintonía absoluta con un país que pide a gritos el adelgazamiento del Estado, convertido por los grandes partidos en un monstruo insostenible e incosteable, plagado de parásitos y de inútiles con carné de partido, que no aportan nada al bien común, es una aberración dramática e incomprensible, capaz de arrastrar al país hasta el desastre. Para Izquierda Unida, por lo visto, los enchufados, los asesores, los familiares, amigos del poder y militantes colocados en el Estado son pocos y el endeudamiento brutal de España, que ya ha comprometido la prosperidad de por lo menos tres generaciones de españoles, puede todavía crecer más.
A pesar de sus exhibiciones de arrogancia y de lejanía con respecto a la realidad y los deseos de la ciudadanía, la intención de voto de los antiguos comunistas sube cada día mas, recogiendo en gran medida la frustración de los antiguos votantes del PSOE, adictos incondicionales de la izquierda, sin que les importe que esa izquierda sea demente y peligrosa.
Los demócratas españoles, lógicamente frustrados ante la traición de los grandes partidos (PP y PSOE), culpables de la ruina ética y económica de España, deben ser conscientes de que la opción Izquierda Unida es mucho peor. Se trata de un partido que no ha renunciado a sus raíces leninistas, que no cree en la democracia y que se adapta a ella solo porque no tiene otra opción en Occidente. Si alcanzara el poder, haría todo lo posible por cambiar el sistema y por sustituir la democracia por un totalitarismo sin alternancia, sin ciudadanos y con un Estado todopoderoso y avasallador, dominado por élites políticas profesionales, encuadradas en un partido férreo y opresor.