El terrorismo islámico difundió, por las redes sociales explicaba haber "tomado como objetivo la capital de las abominaciones y de la perversión, que porta el estandarte de la cruz en Europa, París"; y, a los países que acompañan a Francia en su defensa, les avisa: "Sepan Francia y sus socios que serán nuestros objetivos y que el olor a muerte no va a abandonar sus narices, mientras participen en la campaña cruzada" contra los yihadistas de Siria e Irak; también refirió que la sala de fiestas Bataclán, era su objetivo, porque allí "se concentraron cientos de apóstatas en un concierto amoral y de desenfreno"; y prosigue: "Francia no vivirá en paz, mientras mantenga su colaboración con la coalición antiterrorista de Estados Unidos, "mientras sigáis bombardeando no viviréis en paz, tendréis miedo hasta de ir al mercado". Llama a los musulmanes "luchar contra los infieles donde se encuentren, hay armas y coches disponibles y objetivos listos para ser atacados" y advierte de la posible utilización de armas químicas y biológicas, y de "envenenar el agua y la comida, al menos, de un enemigo de Alá".
La Comunidad de Naciones bascula entre diferentes posturas sobre qué hacer con Bashar Asad; en cuanto al futuro de Siria, que él mismo, con su régimen tiránico por imposición familiar, ha contribuido a arruinar, mantiene divididas a las potencias, EE. UU. que quiere desalojarlo, y Rusia que se muestra dispuesta a pactar con él como mal menor, para estabilizar la zona; buscan adoptar un acuerdo de mínimos que coadyuve a resolver un conflicto, que estalló en marzo de 2011, ha cuarteado el territorio caracterizado por la sangrienta represión de la oposición, ha enfrentado a los distintos grupos étnicos y religiosos del país, cobrado la vida de más de 200.000 criaturas y provocado el éxodo de cuatro millones, muchas de ellas andan desesperadas buscando auxilio y refugio a las puertas de Europa. Entre tanto, el IS sigue consolidando su poder en la zona, mediante la imposición de su sistema dictatorial, sobre la base de la interpretación más extrema de teoría islámica y afirmándose en el exterior con atentados de suma brutalidad. Ello exige que las potencias regionales y las occidentales pongan la prioridad de sus esfuerzos en el exterminio del pretendido califato, que Al Bagdadi proclamó en junio de 2014.
Muchos terroristas son ya europeos, que viven camuflados en las grandes ciudades, lucrándose de las libertades de esos regímenes que ahítos de odio pretenden destruir con el apoyo logístico de sus propios paisanos y con el adiestramiento ideológico que con enorme opacidad e impunidad imparten las mezquitas, vedadas al público. Europa ha de extremar la vigilancia, descubrirlos y desarticularlos es tarea compleja y difícil que exige para su efectividad la estrecha colaboración con los órganos de inteligencia de los países árabes y europeos; esta guerra requiere ganarla en el origen, Siria e Irak, e impedir su expansión.
C. Mudarra