La anilla salvadora del Señor de Cal Bufalà.

Por Ireneu @ireneuc

La anilla de Cal Bufalà

La edad media, en Europa, fue una época negra y violenta en la que el conocimiento humano y el progreso técnico conseguido por los griegos y romanos, simplemente desapareció durante siglos a la sombra de la religión. En medio de este caos institucionalizado, la búsqueda de seguridad, tanto física, como moral se convirtió en una necesidad, habida cuenta que cualquier intento de progresar necesitaba una estabilidad que no existía en ningún sitio. Estas circunstancias propiciaron la formación de "sagreras", donde, al abrigo de las iglesias, los habitantes podían encontrar un mínimo de refugio ante el caos imperante. Sin embargo, no solo la iglesia tenía capacidad de impartir justicia o dar refugio, sino que algunos nobles también la tenían. Ello hacía de estos personajes una suerte de "defensores del pueblo" a los cuales acogerse cuando la "justicia" del momento hacía de las suyas... pero ¿cómo implorar el beneficio del gran señor cuando los soldados te perseguían? llegando a su casa, claro, pero si la puerta estaba cerrada, no servía de nada. Sin embargo, en Bellvís (Lérida), encontraron la solución: la anilla de la puerta.

Bellvís

En el nº3 de la calle mayor del pequeño pueblo de Bellvís, se halla la casa de Cal Bufalà, un caserón señorial datado de 1726 que era la casa solariega de uno de los nobles de la comarca. Este señor, conocido como el Señor de Bufalà, tenía el privilegio otorgado por el rey de dar refugio a los huidos de la justicia y tener el beneficio de asegurar un juicio justo a todo aquel que se lo pidiera, ya que sería el propio noble el que se encargaría de hacer de abogado defensor

Cal Bufalà

De esta forma, simplemente llegando a la casa del Señor de Bufalà, el pueblo tenía la certeza de escapar de los desmanes de soldados y administradores inicuos del poder, pero con el detalle añadido de que si llegaban a tocar la anilla de hierro del picaporte del portalón, ya era como si hubieran entrado en la casa. El asir la anilla de Cal Bufalà se convirtió entonces, en el objetivo de todo prófugo de la justicia.
La tradición se conservó durante siglos, hasta que los nuevos tiempos dejaron sin sentido la leyenda de la anilla, quedando escondido en el baúl del imaginario costumbrista de Bellvís. No fue hasta 1996, cuando la gente del pueblo decidió recuperar la tradición de la anilla de Cal Bufalà, siendo el centro de las fiestas de "Els Firals" de Bellvís. Estas fiestas, encuadradas en la época de la Guerra dels Segadors (siglo XVII), se recrea en diversos "sketchs"  la utilización de dicha anilla por parte de diversos personajes para escapar de las tropas españolas. Sin embargo, la anilla ya no estaba en su ubicación original, sino que en su lugar había una réplica

Retorno de la "Anella" original

Efectivamente, uno de los descendientes de Cal Bufalà, José Maria López Llauder, se había desplazado a Barcelona, donde se había establecido a finales del siglo XIX y había hecho fortuna como empresario teatral. Con él se había llevado la argolla original, la cual había quedado en posesión de la familia como recuerdo de su Bellvís natal. Sin embargo -cosas de familia-, la anilla había pasado a ser posesión de su hija, y al morir ésta, su marido, con 90 años se volvió a casar con una mujer 50 años más joven que él. Como era de esperar, el buen hombre duró más bien poco y su mujer se dedicó a vender todo el patrimonio que le dejó, incluida la anilla original, perdiéndose el paradero de la apreciada argolla.
En esta circunstancia, desde el ayuntamiento se solicitó el retorno de la anilla original a la familia López Llauder, la cual, a su vez, había perdido la pista de la misma. Ello llevó a los nietos de Jose Mª a publicar una carta en El Periódico solicitando a la mujer de su tío que devolviera la dicha anilla habida cuenta el lazo sentimental que los ligaba a ellos y a todo el pueblo de Bellvís. 

El alcalde y la anilla de Cal Bufalà

Por suerte para todo el pueblo, la tan popular anilla apareció y ésta fue donada al Ayuntamiento por los descendientes de Can Bufalà durante la fiesta de Els Firals de 2013, siendo finalmente expuesta en el consistorio bellvisense. En compensación, la familia López-Llauder fue obsequiada con la réplica que existía hasta entonces en la población. 
La anilla de Cal Bufalà, finalmente, había retornado a su lugar de origen como símbolo de un pueblo, pero no sólo de un pueblo. También volvió a su sitio un símbolo de un tiempo en que la justicia y la seguridad personal era una simple limosna y no un auténtico derecho del ser humano, algo que -tal los tiempos que corren- no parece que esté demasiado asegurado. 

La puerta de Cal Bufalà y su famosa anilla


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