La apariencia externa del actor: el peinado

Por Fuensanta

La apariencia externa del actor: el peinado

El segundo sistema de signos en relación con la identidad del personaje es el peinado, por el cual entendemos el arreglo especial del cabello y el vello facial.

Generalmente se ha tratado en combinación con la máscara; en estudios históricos se describe como uno de los elementos de ella.

Peinado y vestuario, junto con la máscara, forman el significado completo de la apariencia externa del actor, se potencian y se complementan entre sí. Puede ocurrir, sin embargo, que uno o dos de estos sistemas (máscara, peinado, vestuario) se eliminen o que cada uno aporte significado independiente sobre la identidad del personaje. Ejemplo de esto podría ser una escenificación en la que los actores se presentaran vestidos de negro y sin maquillar, pero con pelucas de diferentes colores que los identificaran, en cuyo caso sería el peinado sólo lo que crearía su identidad.

Ticadis egipcios reales. Tutankamon y su esposa

El cabello, como el rostro y la figura, es un fenómeno natural y, como tal, puede indicar edad (pelo cano), raza (rizado y negro/rubio y liso), y sexo (barba/no barba). Pero en muchas culturas no se interpreta solamente como signo natural, sino también como símbolo de cualidades del carácter. Generalmente es un signo de sexualidad y de cualidades morales. Sus características diferenciadoras son la cantidad, el color, el estado y la longitud.

En la historia de la cultura occidental hay abundantes ejemplos de esto. El pelo abundante se interpretaba como signo de fiereza, de animalidad, de la maldad. El cabello rojo ha significado de lo mágico y misterioso; el rubio se toma como señal de inocencia, mientras que el moreno significa la maldad o la pasión desenfrenada. En el siglo XX el cabello rubio y ondulado en la mujer es señal de seducción (gracias a ciertos mitos del cine). En Europa oriental el cabello y barba de gran longitud era signo de devoción y entrega a Dios, mientras que en la occidental era señal de exceso sexual e impudicia.

La formación de estos estereotipos se da en un proceso de comunicación social, donde se atribuye un valor moral a un fenómeno natural. Con el fin de ser reconocido socialmente, el individuo manipulará y arreglará su cabello de acuerdo con lo aceptable: tinte, corte, rizado o alisado, peinado, incluso la ocultación bajo una peluca. De este modo, se adapta la identidad a la jerarquía de valores culturales.

El peinado denota la pertenencia a una clase social determinada. En la cultura europea se encuentran ejemplos de normas para el arreglo del cabello según se fuera noble, burgués o campesino.

Puede indicar también el estatus social. En Roma, si la barba estaba de moda entre los hombres libres, los esclavos tenían que afeitarse y viceversa.

En ciertas culturas diferencia a las mujeres casadas de las solteras. Por ejemplo, en el siglo XVII español la “niña en cabellos” era la joven que aún podía llevar el pelo natural y suelto, mientras que la mujer casada o entrada en años tenía que recogerlo y cubrirlo con una toca.

Peinados femeninos de clase alta. Siglo XIX

Puede ser signo de sexo si la cultura emite normas diferenciadoras en el peinado para cada género. También puede indicar una profesión, como es el caso de los sacerdotes y los soldados. Incluso puede indicar nacionalidad o pertenencia a una región determinada, así como a una comunidad religiosa (cráneo rapado de los budistas o tonsura católica). Más raramente ha significado adscripción a una tendencia ideológica o política. Alguna vez ha tomado el significado de adscripción a una concepción cultural, como la barba de los románticos franceses.

El peinado es capaz de indicar que quien lo porta se halla en una situación especial o en un estado de ánimo: en actos festivos o luctuosos se lucen arreglos especiales. En algunas culturas es signo de luto afeitarse el pelo y la barba. Puede llamar la atención sobre un comportamiento diferente o rechazado, como es el caso de los rapados a mujeres acusadas de colaboracionismo en Francia o a las mujeres republicanas en la posguerra española, cuyo cabello cortado las señalaba públicamente como tales.

Para resumir, el peinado se crea según normas de la respectiva posición social y a veces de acuerdo con la jerarquía de estereotipos sociales, pero puede usarse también como contravención a las normas, de modo que se indica la identidad social, pero también la individual. En culturas rígidas y muy jerárquicas apenas puede darse ese caso; no así en la cultura occidental actual, donde no hay normas estrictas, de modo que el peinado aparece como signo de identidad individual. Indica gusto, valores, estado de ánimo.

En el teatro, el peinado del actor denota el peinado del personaje. Puede realizar todas las funciones simbólicas en relación a la apariencia externa del personaje. Sin embargo, hay que diferenciar entre formas muy convencionalizadas y los códigos teatrales que parten de códigos culturales. En las formas convencionalizadas (ópera de Pekín, kabuki, teatro No), los signos tienen significados fijos que el espectador tiene que conocer, mientras que en el teatro occidental los códigos teatrales hacen referencia a los estereotipos culturales, de manera que el peinado tiene los mismos valores simbólicos que en la cultura del entorno.

El peinado en el teatro puede realizar las mismas funciones simbólicas que en la cultura en la que se realiza, pero además puede actuar con valor simbólico histórico, denotando la época a la que pertenece el personaje. La función simbólica aparece cuando, por ejemplo, el cabello rubio significa que el personaje es inocente, y además representa la inocencia.

Damas en el Ritz. 1926. Moda y peinado.

A veces en el teatro occidental se ha desarrollado un código teatral específico del peinado, cuyo significado no se advierte recurriendo a los sistemas culturales del entorno; es el caso de los peinados fijos asociados a las máscaras griegas, en el que cada máscara tenía asignada una peluca de un color diferente, longitud, estado y forma del peinado.

En el siglo XX se da con frecuencia la construcción de un código del peinado para una determinada puesta en escena, que sólo puede entenderse en el contexto de la propia representación. El espectador no puede atribuir una identidad al personaje hasta ver lo que va ocurriendo y con ayuda de otras combinaciones de signos.

En casi todos los casos los signos máscara y vestuario apoyan el significado del peinado, contribuyendo a la identificación del personaje, que no puede ser del completa si no es por la consideración de estos tres elementos combinados.