En la pasada entrega de esta serie supimos más sobre una vivienda coreana con certificado Passivhaus, la casa E+ Green, y sobre un edificio de oficinas cerca de París, la Green Office.
En esta ocasión vamos a hablar de un par de proyectos singulares que están en construcción:
Central eléctrica de Amager Bakke
El conocido arquitecto danés Bjarke Ingels (BIG) ha tratado en numerosas ocasiones sobre lo que denomina sostenibilidad hedonista, o lo que es lo mismo, arquitectura que proporciona placer por su diseño responsable. Tras unos años en los que algunos pensaron que los edificios verdes tenían que tener un aspecto extraño para que llegara su mensaje, diversos organismos dieron una imagen más tecnócrata, y quizás austera, a la sostenibilidad. No hay que preocuparse por el aspecto y el estímulo cuando el auténtico objetivo no es enviar granito de Zimbabue a Los Ángeles.
Ingels no duda en tomar la dirección contraria con diseños como su central eléctrica de transformación de residuos de Amager Bakke (Copenhague – Dinamarca) de 460 millones de euros, que puede presumir de disponer de una pista de esquí.
Esta central eléctrica ecoeficiente se situará a las afueras de Copenhague y se ha ideado como un centro de nuevas actividades recreativas.
La mayoría de las centrales eléctricas de reciente construcción son meros cubos funcionales envueltos en caro papel de regalo
La función de la fachada en las centrales convencionales es ocultar el hecho de que las fábricas tienen un grave problema de imagen. El propósito de este nuevo concepto de central es hacer algo más que crear un bonito revestimiento alrededor de la fábrica, se pretende añadirle funcionalidad y que además resulte sostenible desde el punto de vista del triple balance: económico, medioambiental y social.
El diseño eleva un extremo de la estructura para integrar la chimenea en la arquitectura general de la planta y baja el otro para acomodar accesos públicos. Un centro administrativo y de visitantes de 6.500 m2 se integra en el cerramiento de la estructura.
BIG sugiere que la cubierta de 32.000 m2 de la central se debería convertir en una pista artificial de descenso de esquí, que sería ecológica y utilizable todo el año.
Oficinas de la Federación Coreana de Industrias
Adrian Smith y el propio Norman Foster, entre otros, llevan mucho tiempo defendiendo la sostenibilidad inherente de los edificios altos, en oposición a una cantidad equivalente de estructuras bajas. Es cierto que, en términos de infraestructura, desde los viales hasta el sistema eléctrico, un solo edificio alto bien puede resultar más ecológico que su contrapartida.
Con una altura considerada como normal, 240 m, Adrian Smith y Gordon Hill ganaron el concurso internacional para diseñar una torre para la Federación de Industrias Coreanas en Seúl (Corea del Sur).
El cerramiento de edificio se diseñó para ayudar a reducir la carga de calefacción y la refrigeración de la torre y para generar energía mediante la integración de paneles fotovoltaicos en las albanegas de las fachadas suroeste y noroeste, que reciben una considerable cantidad de luz solar directa durante el día.
Al inclinar los paneles de las albanegas 30 grados hacia el sol, se maximiza la cantidad de energía obtenida
Justo debajo de los paneles solares, los paneles de visión se inclinan 15 grados hacia abajo para minimizar el impacto solar directo y los reflejos.
Este edificio se está erigiendo en una ciudad de por si densa, en la que el espacio es un bien muy escaso. Pocos pretenderán que en este lugar baste el bambú y la piedra volcánica por lo que se deberá aceptar que la arquitectura contemporánea recurra a medios tecnológicos para mejorar su huella de carbono.
Estos edificios se seguirán construyendo mientras los recursos lo permitan, y habrá que aprovechar cuento sabemos para hacerlos lo más sostenibles posible.
Esperamos que estos dos proyectos os animen a seguir con interés lo relacionado con la arquitectura verde ó sostenible.