En 1764, en plena ilustración, se funda el Real Colegio de Artillería. La nueva institución se instaló en el Alcázar de Segovia. La formación de los artilleros era una necesidad crítica y la corona no iba escatimar medios. La enseñanza tenía que ser moderna: matemáticas, física y química.
Tras azarosa existencia, traslados y clausura, durante los vaivenes de la primera mitad del siglo XIX, y el incendio del Alcázar, la Academia de Artillería se trasladó en 1862 al Convento de San Francisco.
Del periodo de esplendor nos queda una esplendida biblioteca, varias colecciones y la importante obra del químico francés Louis Proust, que hemos mencionado en otro momento.
… el arte de la guerra debe sus progresos a las demostraciones de los matemáticos, a las observaciones de los físicos y a las luces de los filósofos…
La artillería matemática llevaba ya dos siglos en desarrollo, desde que Niccòlo Fontana, Tartaglia, escribiera su Nuova Scientia, abriendo el camino al desarrollo de la mecánica por Galileo.
En el Alcázar se puede disfrutar de una buena exposición de libros y algún instrumento como el bello calibre que mostramos arriba. La celebración del cuarto de milenio es buen momento para acercarse a Segovia.