El fomento de la productividad más allá de las horas de trabajo es un dato importante que no debemos pasar por alto. Como el viejo dicho de filosofía proclamaba: “No me cuentes cuánto has trabajado. Dime qué has hecho” parece ser clave para desarrollar un buen trabajo, y más importante aún, para sentirnos orgullosos del mismo.
Se trata de un modelo que es reconocido en algunos de los países más prósperos del mundo y un elemento indiscutible en cualquier modelo de negocio capitalista. No se trata de estar sentado muchas horas, sino de que detrás de esa actividad haya resultados. Como dato, resaltar que en algunos países, como Noruega o Suecia, las tan famosas “horas extra” se consideran algo negativo, puesto que significan que el empleado no ha sido capaz de realizar su labor en el tiempo que se considera establecido para ello. Este cambio de mentalidad es una de las bases que quizá España debería empezar a corregir. Existen otros ejemplos famosos, como el de las grandes compañías Pixar o Google, que han creado unas sedes empresariales lo más acogedoras posibles (con gimnasios, zonas de descanso y recreo) y sin horarios de entrada o salida. Todo se cuantifica a razón de la productividad, y viendo sus cifras de negocio y el éxito en sus campos, malo sería que no tomáramos nota de ello.
No se trata sólo de que velemos por la calidad de la empresa de cara a la galería. Bueno es que seamos capaces de ofrecer una excelente calidad en nuestros productos (que al final será el motivo usado por el cliente para decidir), una plataforma online que ofrezca seguridad en Internet (Certificados ssl o similares) para los clientes o un sistema de logística o distribución puntero (Inditex y su éxito son un gran ejemplo), por poner tres ejemplos. Pero si de verdad queremos ser grandes, el único camino pasa, le pese a quien le pese, por una simple palabra: Resultados. Ése es el fin al que se deben encaminar nuestros pasos.