La de las limpiadoras jamás ha sido una profesión que abunde en películas o series, salvo en alguna de denuncia social al estilo de Ken Loach. Aquí se nos presenta la historia de una joven víctima del alcoholismo de su pareja que se lanza una noche a la calle, solo con su hija y sin apenas dinero para intentar ganarse la vida lejos de las garras de quien considera un monstruo. Y el argumento es bueno - parece ser que está basado en hechos reales - en el sentido de que retrata las vergüenzas del sistema social norteamericano, que no parece muy preparado para abordar situaciones como ésta. Alex depende casi por completo de organizaciones caritativas, puesto que las ayudas del gobierno son un laberinto burocrático difícil de abordar por alguien tan abrumado por sus circunstancias. La solución que encuentra, trabajar para una empresa de limpieza, también nos va a hacer ver el sistema abusivo de explotación laboral a los más débiles. Todo esto está muy bien, pero la serie adolece de falta de credibilidad en muchos aspectos: la eterna mansedumbre de la protagonista, que suele abordar sus continuas desgracias con una sonrisa en la boca o la bondad de su hija, que jamás le tuerce el gesto lo más mínimo. Quizá quien haya pasado por experiencias similares echen en falta las lógicas emociones pesimistas que deben desencadenar. Además, el argumento se estira demasiado, haciendo que su trama sea repetitiva. A destacar la presencia de Andie MacDowell como la madre del protagonista, un personaje repulsivo que al final consigue redimirse en parte. P: 6