Otras evidencias sugieren que los documentos bizantinos viajaron a Europa a través de Italia. En su libro de 1998 "Wordly Goods: a New History of The Renaissance", la profesora inglesa Lisa Jardine narra que el 8 febrero de 1438, el emperador bizantino Juan VIII, el Patriarca ortodoxo José II, y un conjunto de 700 obispos, mujeres y personas letradas llegaron a Florencia, donde la corte del Papa Eugenio IV estaba situada, para una reunión. El encuentro tenía como propósito reconciliar a la Iglesia Católica romana y a las iglesias ortodoxas orientales. Los bizantinos trajeron libros y textos en griego original, incluyendo las obras de Platón, Aristóteles, Euclides, Ptolomeo. Mientras los jerarcas continuaban discutiendo sobre doctrina de la Iglesia y negociaban sin éxito la fusión de ambas iglesias, los expertos intelectuales tanto del lado bizantino como del occidental intercambiaron ideas filosóficas y matemáticas. Jardine enfatiza la importancia de este contacto:
Los libros escritos en griego eran los que más impresionaban a los eruditos en Florencia. La incapacidad de los copistas monásticos para transcribir el alfabeto griego poco familiar en el mundo occidental, o la dificultad para aprender griego clásico en cualquier parte de las tierras occidentales, por ejemplo, actuaban como barrera para que las obras de los grandes matemáticos y geométricas griegos Euclides, Apolonio, Pappus, Tolomeo se conociesen en occidente.
Jardine recalca que dichos libros, junto con las conferencias dadas por los eruditos griegos durante esta reunión, contribuyeron a crear una moda por el aprendizaje del griego en Italia, y llevó al mecenas florentino de las artes Cosimo de Medici, al fundar su academia platónica.
En torno a 1453, cuando Constantinopla cayó en manos de los turcos Otto manos, un gran número de eruditos bizantinos se mudaron a Italia, trayendo con ellos sus bibliotecas personales de raros libros griegos. Venecia acogió a muchos de estos emigrantes, de forma que llevó al erudito bizantino el cardenal Bessarion a afirmar que esta ciudad se parecía la nueva Bizancio, y en 1468 donó su magnífica colección de 600 manuscritos y libros a la catedral de San Marcos. Esta colección incluía obras matemáticas de Arquímedes, Apolonio y Ptolomeo.
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Publicado en Odisea cósmica
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