La autoedición como arma arrojadiza

Publicado el 18 diciembre 2011 por Miserable
Es increible la repercusión que ha tenido aquel artículo en el que hablaba de la autoedición y de sus peligros, y sobre todo la opinión de algunos al respecto. Han sido muchos los comentarios recibidos, algunos respetuosos, interesantes y que han dado lugar a un animado debate. Otros comentarios no han hecho otra cosa que insultarme y a faltarme el respeto amparándose en el anonimato, aunque han sido los menos. Me he reido mucho con todos y cada uno de ellos.
Algunos comentarios rozan el absurdo. Si yo critico a algunas empresas de autoedición y a los escritores que publican lo primero que escriben sin someterlo antes a una exhaustiva crítica y corrección, hay quien responde que mi artículo tiene faltas de ortografía, o de puntuación... Ridículo.
Como escritores autoeditados, debemos controlar y poner límite a nuestro ego, porque puede terminar jugándonos una mala pasada. Al hablar de libros malos, he recibido un aluvión de críticas de autores que se han visto reflejados en el comentario de forma automática. ¿Acaso responde Perez-Reverte de forma pública cada vez que alguien le critica? ¿O Stephen King sale al paso en cuanto encuentra en la red una reseña en contra de alguna de sus novelas?
Ejemplos como estos abundan en la web. He visto reseñas negativas de algunas novelas que han recibido comentarios de los propios autores (o de sospechosos "anónimos") con lindezas como "no has entendido lo que quería decir el autor/a", o "no deberías criticar tan duramente a alguien que está empezando". Cuando tu libro está en una librería, compartiendo estantería con los grandes, debemos estar a la altura de las circunstancias y acoger cada crítica sin desanimarnos, tratando de aprender para el futuro.
La autoedición esconde muchos peligros, y la gran mayoría de ellos pueden ser evitados si dejamos a un lado nuestro ego y trabajamos duro en nuestra obra, que es de lo que se trata. Por poner un ejemplo, la mayoría de las editoriales de autoedición carecen de correctores de estilo y de ortografía, ya que esos recursos implicarían un fuerte incremento del coste de la edición. Eso implica que el autor debe aplicarse al máximo en la corrección de su obra, sin dejar pasar ni el más mínimo fallo, puesto que más tarde lo lamentaremos, cuando el libro esté publicado y veamos con nuestros propios ojos esa inmunda errata que se nos pasó por alto. No es tarea facil, y aquí puedo hablar de mi experiencia personal. No me gusta corregir, no se me da bien. A mí lo que me gsuta es escribir, crear, narrar... Pero debo tener los pies en la tierra. Si no corrijo de forma exhaustiva mi novela, nadie va a hacerlo por mí. Y pese a haber corregido mi texto varias docenas de veces antes de enviar el definitivo a imprenta, existen erratas que juraría que no estaban ahí antes. ¡Aun me queda mucho por aprender!
Aprovecho para ilustrar mi argumentación con opiniones de algunas personas que saben de esto mucho más que yo. Hay un interesante blog llamado Miserias Literarias que puede servir de ayuda a quien empieza en este mundillo, e incluso la archiconocida Anika da su opinión en Facebook, dando lugar a un acalorado e interesante debate. En la web de Nudo de Piedras también se hace referencia al peligro de estafa por parte de algunas editoriales, más concretamente la editorial Entrelineas, con la que a mí me fue tan "bien".
Os enlazo a un artículo escrito por el sensacional Willy Uribe en el que habla de su relación con Tusquets, digna de leer. Para que veais que en todos lados cuecen habas.
Para terminar, os dejo con una reflexión de Carmen Posadas: "La regla de oro a la hora de rescribir es ser inmisericorde. Ser implacable e inmisericorde implica no hacernos la más mínima concesión a nosotros mismos, no perdonarnos nada. Escribir con el corazón y con las tripas es muy útil porque permite dejar libre al inconsciente que es lo que mejor conecta con el inconsciente del lector, pero luego hay que pulir, redondear, afinar."
Lo dicho. ¡Manos a la obra!