La avenida de los Baobabs
“Le hice notar al principito que los baobabs no son arbustos sino árboles grandes como iglesias y que aunque se llevara toda una manada de elefantes, la manada no acabaría ni con un solo baobab. La idea de la manada de elefantes hizo reír al principito: -Antes de crecer, los baobabs comienzan siendo pequeños”.
Razón no le faltaba al carismático personaje de Saint- Exupéry, para quien estos árboles africanos constituían un peligro puesto que podían perforar todo el suelo del planeta. Por suerte, no es el caso de la Avenida de los Baobabs, el paraje de Madagascar que está considerado entre los más bellos del mundo.
Árboles sagrados
Hay que llegar a esta isla separada del continente a 250 millas para encontrar este prodigio de la naturaleza que constituye una parte del camino que une las poblaciones de Morondava y Belo-sur-Tsiribihina. De los 3, 2 km² de área protegida, solo a este tramo de 250 metros se leconoce como la Avenida de los Baobabs.Un grupo unos 25 Adansonia grandidieri, especie endémica de Madagascar (no se encuentra en ninguna otra parte del mundo) con una altura de aproximadamente 30 metros y algunos de ellos con más de 800 años.
Conocidos localmente como renala, que en malgache significa “la madre de la selva”, estos árboles son sagrados en África. Sólo los sabios pueden subirse a ellos para extraer el aceite y recoger unos frutos que, por sus propiedades, son considerados superalimentos. Hoy es el único árbol protegido del país por tratarse del último resquicio de los densos bosques tropicales que en otros tiempos lo poblaban.
Los más presumidos del bosque
Por su grueso tronco abombado y por su curiosa forma en la que parece que han sido plantados hacia abajo, los baobabs son un espectáculo visual arraigado a la cultura y la identidad africana. Unos árboles hermosos y majestuosos que, según cuenta la leyenda, eran los más presumidos del bosque. Por ello, para que no los dejaran de admirar, no dejaban de crecer y crecer, destacando su espigada silueta por encima del resto de los árboles. Y resultó que los dioses (¿o el demonio?), como cura de humildad, decidieron darles la vuelta dejando sus raíces al aire.
Contemplar esta fantástica avenida que se abre entre arrozales y prado, tanto en el amanecer como en el atardecer, es un privilegio único. Porque en este viaje de tan solo unos cuantos metros, suceden infinitas cosas: colores, texturas, luces y sombras. Algo así como sumergirse en un cuadro. Al final, se tropieza con un pequeño lago que permite jugar con los reflejos en las fotos.
Baobabs enamorados
Pero ojo, que este paraje, está seriamente amenazado. Tanto que, en 2018, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) dio la voz de alarma. La reserva protegida de Menabe Antimena perdió el 7% de su hábitat debido a la continua deforestación para obtener tierras de cultivo.A unos nueve kilómetros de la avenida, no hay que perderse los llamados baobab enamorados (baobab amoreux). Dos árboles de la especie Adansonia za, también endémica de la isla, que han crecido entrelazados entre sí. Una nueva leyenda local cuenta que estos ejemplares simbolizan el amor imposible entre una joven pareja de dos aldeas próximas.