Revista Historia

La bailarina “española” que quiso ser reina. Lola Montes

Por Exprimehistorias

Lola Montes fue bailarina y actriz. La bailarina “española” llegó a ser famosa por ser amante de Luis I rey de Baviera. Se hacía pasar por española y sevillana de rancio abolengo.

Infancia

Su verdadero nombre era María Dolores Eliza Rosanna Gilbert, nació en Grange, Condado de Sligo, Irlanda el 17 de febrero en 1818.

Sus padres eran Edward Gilbert, militar británico, y Eliza Oliver, que tan solo tenía 15 años cuando tuvo a Lola. Fue bautizada en la iglesia de San Pedro en Liverpool el 16 de febrero de 1823.

En 1823 la familia se traslada a la India, donde había sido destinado el regimiento de su padre. Poco después de su llegada éste muere de cólera y su madre se vuelve a casar con otro oficial llamado Craigie. Eliza vuelve a Escocia a vivir con unos familiares de su padrastro.

La enviaron a Gran Bretaña para ir a la escuela, alojándose con el padre de Craigie, en Montrose, Escocia. La “díscola niña india”, Betty, como la llamaban entonces a aquella niña desobediente y rebelde se comportaba fatal.

En una ocasión clavó unas flores en la peluca de un señor respetable durante una misa y en otra corrió por las calles desnuda.

Al cumplir diez años Lola se traslada de nuevo, esta vez a Sunderland, donde la hermana de su padrastro Catherine Rae, dirigía una escuela de su marido.

Lola causa una gran impresión en sus profesores, que más tarde la llegaron a definir como una niña graciosa y elegante. Se decía que tenía unos ojos especialmente hermosos, una piel oscura propia de oriente y cierta altivez.

También comentaban que era obstinada y que muy a menudo alteraba a su tía. Se quedó en Suderland solo un año, viajando posteriormente a Bath, para recibir una mejor educación.

Una bailarina llamada Lola Montes

Su madre quiso casarla con un hombre muchos años mayor que ella, que, al parecer era amante de su propia madre.  En 1837, al cumplir dieciséis años, se fuga con el teniente Thomas James, aunque se separa cinco años más tarde en Calcuta.

De vuelta en Londres, conoció a Fanny Kelly quien la animó a convertirse en bailarina y quien la transformaría en Lola Montes. Lola se convierte en bailarina profesional con un nombre falso.

Debutó en Londres como «Lola Montes, la bailarina española» en junio de 1843. Sin embargo, al reconocerla como la Sra. de James se produjo un gran escándalo.

Esto frena su carrera en Inglaterra y viaja por Europa. Allí será muy famosa, quizás más por su belleza que por su talento para bailar. Acepta favores de hombres ricos que la veían como una cortesana.

Utilizaba la danza como arma de seducción. Bautizó su baile como “la tarántula”, que consistía en ir despojándose de los velos que la cubrían, haciendo creer al auditorio que bajo ellos se ocultaba una araña que le picaba.

La bailarina “española” que quiso ser reina. Lola Montes

Tuvo una relación con Franz Liszt, quien la introdujo en el círculo de George Sand. Después de actuar en varias capitales europeas, se estableció en París.

Allí se relacionó con la sociedad bohemia literaria del momento y se la acusó de mantener cierto coqueteo con Alexandre Dumas (padre).

En 1845, al morir su amante el periodista Alexandre Dujarier en un duelo que no estaba relacionado con ella se va de París.

En 1846 viaja a Múnich para actuar en un teatro. El dueño la despide porque no le gusta su espectáculo. Ella acude a palacio para exigir justicia al rey Luis I de Baviera.

Lola Montes quiso ser reina

Se cuenta que el rey le preguntó en público si su cuerpo era obra de la Naturaleza o del Arte, y ella cogió unas tijeras y se cortó el vestido, mostrando sus pechos desnudos.

Salió de palacio con un contrato para actuar en el mejor teatro de Múnich y se convirtió en amante del rey.

Pronto empezó a abusar de su poder y se dice que siempre llevaba un látigo que utilizaba con todo el mundo a la menor ocasión. También gastaba el dinero por doquier. Esto hará que el pueblo no la vea con buenos ojos.

Sobre todo se hizo impopular cuando se hicieron públicos unos documentos que revelaban que quería tener la nacionalidad alemana bávara para tener acceso a un título nobiliario.

A pesar de todo, Luis la convirtió en Condesa de Landsfeld en 1847. Parece ser que la relación con Lola y su influencia en la vida política del país hizo perder la popularidad del rey.

Este hecho unido a la oleada revolucionaria de 1848, bajo la presión de los liberales, le empujó a abdicar del trono en la persona de su hijo Maximiliano II.

Luis abdicó y Lola abandonó Baviera. Ella esperó a Luis en Suiza durante un tiempo en vano, pero como no se reunió con ella, se va a Francia, volviendo más tarde a Londres a finales del mismo año.

Mas fracasos amorosos de Lola Montes

En Inglaterra se casa con George Trafford Heald, un joven oficial de caballería que acababa de heredar. Pero los términos de su divorcio con Thomas James no le permitían casarse hasta que el falleciera.

Tuvieron que abandonar Inglaterra por el escándalo de bigamia impulsado por una tía soltera de Heald.

Residieron en Francia y en España, pero tras dos años la relación terminó. Lola se trasladó a EE. UU. con la intención de establecerse allí y empezar de nuevo, coincidiendo con la fiebre del oro.

Desde 1851 hasta 1853 actuó como bailarina y actriz en el oeste del país. En San Francisco se casa con Patrick Hull, un periodista local, y se trasladan a Grass Valley, un pueblo minero de California.

Este matrimonio fracasó, pero Lola siguió viviendo en Grass Valley durante dos años más. Inauguró un saloon, decorado con gran lujo, donde cada noche se daban cita los hombres mas influyentes para verla actuar. Por fin logra el éxito deseado.

Algunas cartas que se encontraron cuando murió demuestran que la idea real de Lola era dar un golpe de Estado para anexionarse California y llamarlo Lolaland.

En esa época realiza una serie de conferencias que tampoco tendrán mucho éxito sobre «La justicia histórica sobre el intelecto de las mujeres».

Su casa restaurada en Grass Valley se convirtió en un punto histórico de referencia en California. Lola además sirvió de inspiración a otra joven entertainer, Lotta Crabtree.

Declive de Lola Montes

Fumaba (lo que en una mujer entonces era una inmoralidad), escribió el que se tiene por el primer libro de la historia de secretos de belleza, acabó dando conferencias sobre sí misma y fue propietaria de un oso grizzly —al que terminó vendiendo a través de un anuncio en la Prensa—.

Finalmente abandona California tras sufrir un colapso esquizofrénico y se traslada a Nueva York, donde pasa sus dos últimos años de vida como indigente en las calles, tras años predicando por las calles la fe metodista en la que se había sumergido.

Parece que contrajo neumonía, lo que le causó la muerte. Está enterrada en el cementerio de Green-Wood en Brooklyn, Nueva York.

En su tumba dice «Sra. Eliza Gilbert / Muerta el 17 de junio de 1861», a la edad de 42 años. Ninguno de sus dos hijos reclamó su cuerpo, uno porque estaba muy ocupado y el otro porque estaba en la cárcel.

Uno de sus fans más inesperados fue Hitler, que tenía su retrato en el despacho: debía ser por la conexión bávara y porque el líder nazi también tuvo líos en Múnich.

De la bailarina había hasta un molde de su pie, que regaló a su amante Luis I. Toda la correspondencia entre el soberano y su amante se guarda en los archivos de la Biblioteca Estatal de Baviera, más de 3.000 cartas escritas en una mezcla de español, inglés y francés, sin contar con las que él le enviaba a ella -permanecen todavía en secreto “para no dañar la imagen de su majestad”.

También se conserva el retrato que continúa decorando las paredes de la Galería de Bellezas del Palacio de Nymphenburg. Hay otro cuadro, en el Museo Nacional de Australia, en Canberra. Gilbert/Montes lo subastó para poder sobrevivir.

Lola Montez en Baviera (firmaba su apellido con Z al final) , consiguió cobrar el mayor caché de la época en Broadway. “Ganaba más que Dickens y tenía una montaña con su nombre”.

Donó todas sus pertenencias a una asociación contra la prostitución, para que no sufrieran la vida que ella había vivido con los hombres.

Otras Lola Montes

El personaje dio lugar a obras de teatro y, después, cinematográficas, y a principios del siglo XX era un nombre popular.

Max Ophlus la inmortalizó en el cine con el rostro de Martine Carol (Lola Montes, 1955).

En España, el maestro Vives estrena en 1902 una zarzuela con ese nombre, que se representó durante muchas temporadas en los teatros del país.

Algunas jóvenes con escasos medios económicos y agraciada figura, por sus dotes para el cante o el baile en las dos primeras décadas del siglo XX, se lanzaron a la escena de las varietés. Un ejemplo de una de las no afortunadas que actuaron en el teatro de Alfaro (Logroño):

“Trabajó un solo día La Bella Lolita, que ahora le da por anunciarse Lola Montes, y, como es muy natural, en la larga lista de sus fracasos ha tenido que añadir el que tuvo en este teatro.

Lo mejor sería que esta artista volviera a su antiguo oficio de vendedora de periódicos, pues con ello ganaríamos todos”.

(Revista de Varietés, 10 mayo 1914)

Sólo una de estas nuevas Lola Montes logró trascendencia en este difícil mundo aunque su carrera fue corta.

Se llamaba Mercedes Fernández González, una bellísima madrileña de Lavapiés, que comenzó en la escena con su verdadero nombre, y que sustituiría por el de Lola Montes, al cambiar de género.

Tuvo un gran éxito tanto aquí como en América. Cruzó el estrecho para llegar a Marruecos, que se encontraba en lo más intenso de la guerra que enfrentaba a las kabilas de Abd-El-Krim con el ejército español.

”El novio de la muerte”

Estrenó en el teatro malagueño Vital Aza, ”El novio de la muerte”, sin duda, el más inspirado de los himnos, que ha tenido la Legión, aunque esta composición era en realidad un cuplé, que, a principios de julio de 1921, entregó a la artista Fidel Prado y puso la música Juan Costa.

La cantante dijo muchos años después que la duquesa de la Victoria, María Eladia Fernández Espartero y Blanco, sobrina del General espartero, directora de los hospitales de la Cruz Roja en Marruecos, asistió al acto y fue quien que le propuso cantarlo en Melilla.

Tanto la letra como la música, parecen haber sido escritas pensando en el cuerpo de la Legión, tan recientemente creado (Real Decreto del 18-I-1920) y tan protagonista en las calendas que, a la sazón, corrían.

Paco Casaña, director de una obra teatral basada en la canción, defendió que ésta “tiene su origen en la caída del primer caballero legionario Baltasar Queija Vega”.

Al parecer, este voluntario, natural de Riotinto (Huelva), donde tiene dedicada una calle, y nacido en junio de 1903, recibió una carta en la que se le comunicaba la muerte de su novia y rezó para que la primera bala del combate fuera para él, como así ocurrió en un ataque de los kabileños en las cercanías de Tetuán, desarrollado el 7 de enero de 1921.

En la camisa de Baltasar, que aún no había cumplido los 18 años, se encontró una carta y un retrato de la novia, que propiciaron el nacimiento de la canción.

Otra versión menos creíble indica que lo que se halló en su camisa fueron los versos que el mismo había compuesto y que Fidel Prado incluyó en el cuplé:

“Por ir a tu lado a verte / mi más leal compañera, / me hice novio de la muerte, / la estreché con lazo fuerte, / y su amor fue ¡mi Bandera!”.

El debut estaba anunciado el 23 de julio en la inauguración del nuevo recinto del Parque de Caridad, antes Parque de Espectáculos, pero el desastre de Annual, acontecido un día antes, lo hizo imposible.

Aunque la matanza –unos diez mil soldados- y la retirada seguirían los días posteriores, la ciudad de Melilla trató de recuperarse del trauma y el 30 de julio de 1921 programaría el debut de Lola Montes en el Kursaal, como fin de fiesta de la compañía teatral que dirigía Valeriano León.

La artista, vestida de enfermera, cantó en él “El novio de la muerte” y suscitó el entusiasmo, de modo que un público, más que sensibilizado, se la hizo repetir tres veces.

Fue nombrada legionaria de Honor en 1977. Era una persona llena de vida y sabiduría. Famosa por su inmenso refranero.

Después, triunfarían con esta canción Salud Ruiz, el imitador de artistas –travestis, se llamarían al correr de los decenios- Derkas y La Goyita.

Incluso en 1925 sería grabado por un artista lírico como Federico Caballé.

El fundador de la Legión, que había sido formada un año y medio antes, escuchó la canción e hizo que se adaptara la partitura a una canción de marcha. Desde entonces la canción acompaña a los legionarios en los actos y se ha convertido en un rezo al Cristo de la Buena Muerte.

LETRA DE “EL NOVIO DE LA MUERTE”

I Nadie en el Tercio sabía,

quien era aquel Legionario

tan audaz y temerario

que en La Legión se alistó.

Nadie sabía su Historia,

más La Legión suponía

que un gran dolor le mordía

como un lobo el corazón.

Más si alguno quien era le preguntaba,

con dolor y rudeza le contestaba:

Soy un hombre a quien la suerte

hirió con zarpa de fiera;

soy un novio de la muerte

que va a unirse en lazo fuerte

con tan leal compañera.

II Cuando más rudo era el fuego

y la pelea más fiera,

defendiendo a su Bandera

el Legionario avanzó.

Y sin temer al empuje

del enemigo exaltado,

supo morir como un bravo,

y la Enseña rescató

Y al regar con su sangre

la tierra ardiente murmuró

el Legionario con voz doliente:

Soy un hombre a quien la suerte

hirió con zarpa de fiera;

soy un novio de la muerte

que va a unirse en lazo fuerte

con tan leal compañera.

III Cuando al fin le recogieron,

entre su pecho encontraron una carta

y un retrato de una divina mujer.

Y aquella carta decía: ”

…Si Dios un día te llama,

para mi un puesto reclama,

que a buscarte pronto iré”.

Y en el último beso que le enviaba,

su postrer despedida le consagraba:

Por ir a tu lado a verte,

mi más leal compañera,

me hice novio de la muerte,

la estreché con lazo fuerte

y su amor fue mi Bandera.


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