En mis manos, un ejemplar de La Balandra – Otra narrativa. Es el Nº 12, salido a la luz en noviembre de 2016, y que en la historia de la revista corresponde a su ¡quinto año! (Así, exclamativamente aparece el dato en la tapa, expresando el esfuerzo de producirla con continuidad.) El número está dedicado a una cuestión que a primera vista parece bastante inasible: el prestigio literario. La mecánica habitual de consultar a distintas voces autorizadas (¿podríamos decir prestigiosas…?) genera un mosaico de opiniones. No falta quien se sienta desconcertado y hasta un tanto molesto ante el planteo. “Mala palabra para unos, tema incómodo para otros…” Pero esa diversidad resulta, una vez más, esclarecedora. Nos enteramos también de la génesis del nombre de la revista, elegido a partir del cuento homónimo del Director Ejecutivo, Carlos Costa, que se incluye en las páginas finales. En una vieja y modesta balandra, un padre embarca a su familia en una azarosa navegación que permanecerá en el recuerdo del niño de diez años. Con el tiempo, de esa evocación nacerá un cuento y, finalmente, el nombre de esta revista que, en palabras de Liliana Heker, “se lee como un libro de cuentos o una novela que uno ama”.