Caronte, hijo legítimo de Érebo y Nix, nacido en las orillas del Río Nilo. Su vida empezó a las orillas de río y este le proporcionó cuanto él pudo desear, el río a Caronte le dio: comida, refugio y transporte. Pero Caronte no parecía estar satisfecho con la generosidad de dicho río y tomó la decisión de ir en busca de algo más, él esperaba encontrar esto en Atenas. Caronte era pobre, pero nunca le faltó nada gracias al río. Él lo sabía y aún así nunca apreció el papel que tenía el río en su vida. Pasó la mayoría del tiempo que estuvo en su lugar de nacimiento quejándose de todo, orinando y arrojando basura al río que lo había visto nacer. Al ser pobre y no contar con los fondos suficientes para esta travesía, decidió cortar algunos juncos que crecían a la orilla del río y así armar su propio bote. Caronte vivió los comienzos de sus días con el río a su lado, por lo que contaba con vastos conocimientos del río. Nunca antes había navegado por el mar y esto le hizo sentir realmente incómodo, aún así siguió adelante con su plan y armó su barca.
Sabía armar barcas que servirían para un río, pero no sabía cómo hacer una que soportaría el viaje por mar. Pidió ayuda a todo aquel que se le cruzaba y aún así seguía temiendo por su vida en el viaje. Probó cientos de veces su invención en las orillas del mar mediterráneo, Rezaba a Dios para que funcionara, pero nunca pudo mantenerla a flote. Hasta un día que desesperado por la inutilidad de su barca, miró al cielo y lo maldijo. Caronte determinado a satisfacer sus deseos realizó una última plegaria, pero esta no era una plegaria cualquiera, era un plegaria dirigida a Lucifer. El diablo se apareció enseguida como un hombre formal y educado, le preguntó de forma amigable por qué lo había invocado.
-Necesito un favor tuyo- respondió un Caronte desesperado-. Necesito que en la mañana esta barca flote y así yo pueda llegar de forma segura a Atenas.
-¿Y yo qué gano?- dijo el diablo-. Nada en esta vida es gratis. De no tener nada qué ofrecerme, te pido que no me hagas perder mi tiempo y me dejes seguir mi camin…
-¡Te doy lo que quieras!- Dijo Caronte interrumpiendo al diablo-. Toma lo que quieras, lo único que ahora deseo es poder llegar vivo a Atenas.
-Trato hecho- el diablo respondió enseguida-. Yo no falto a mi palabra, por lo que mañana tu barca flotará y podrás llegar con vida a Atenas. Cuando llegues allá te visitaré, te diré lo que yo quiero a cambio y espero que cumplas tu promesa.
Dicho esto el diablo dio media vuelta y volvió por donde vino. Caronte un poco asustado se fue a dormir. Al día siguiente aseguró que todo lo anterior se trataba de un sueño y fue a arreglar su barca. Cuando terminó de arreglarla la puso en el mar y esta flotó. Emocionado volvió a su casa a empacar sus pocas pertenencias y volvió a la barca listo para marcharse. Se subió y sin despedirse del río que lo había amado, se fue.
El viaje fue agitado, duró y en momentos dudó que pudiera llegar a su destino, en los pocos momentos de tranquilidad pensaba que ese viaje parecía un castigo divino, pero después de todo ese sufrimiento logró llegar a Atenas, estaba nervioso, pues el viaje fue tan terrible que ahora realmente temía que su sueño fuera real. Sabía, muy en el fondo, que solo era cuestión de tiempo para encontrarse de nuevo al demonio en persona. Pero por el momento se encontraba feliz, había llegado a Atenas, llevaba años planeando este momento y esto demostraba un enorme sacrificio. Ahora yacía ante él un enorme mundo por explorar y conocer.
Continuará…