Tengo poco que añadir a tantos recuerdos y atentas precisiones de quienes estuvieron cerca de ella. He de confesar que no figuraba entre mis «grandes nombres» hasta que no la vi en Agosto, casi ayer mismo. Allí hacía un papel descomunal, sostenía ella sola, aunque bien acompañada, una obra capaz de trasladarnos al interior de una época, a todos los diablos íntimos de una familia y a esa esencia del trabajo interpretativo que consiste en dejar que te nazca el personaje desde tu propio ser. Un verdadero asombro. Rascando en la memoria, y en las entrañas de la IMDB, me ha venido algún recuerdo inducido de aquellos Estudio 1 de Televisión Española a los que de mi edad debemos buena parte de nuestra afición al teatro. Parecía como si quisiera acordarme (frase que ya denota...) de unos Diálogos de carmelitas, que también tenían entre sus intérpretes a Mary Carrillo, María Asquerino y Tina Sáinz. Pero no he encontrado pistas válidas en los archivos de RTVE..., si bien, en contrapartida, me he topado con aquellos inolvidables Doce hombres sin piedad, probablemente el reparto masculino más impresionante que la televisión española haya tenido nunca. Apenas la vi, sin embargo, en sus comedias televisivas, si se exceptúan un par de capítulos de Juntas pero no revueltas y alguno más, pero pocos, de Siete vidas, con esa Sole directa y divertida de la que todo el mundo habla maravillas. También lo hizo (elogiarla en ese papel con gran entusiasmo) mi amigo Miguel Suárez, ya también fallecido: su comentario («¡Hay que ver lo buena que es Amparo Baró!») es lo primero que se me ha venido a la cabeza, junto con la palabra "agosto", al escuchar esta mañana en la radio la noticia del fallecimiento de la gran actriz. Descansen, ambos, en paz.
Tengo poco que añadir a tantos recuerdos y atentas precisiones de quienes estuvieron cerca de ella. He de confesar que no figuraba entre mis «grandes nombres» hasta que no la vi en Agosto, casi ayer mismo. Allí hacía un papel descomunal, sostenía ella sola, aunque bien acompañada, una obra capaz de trasladarnos al interior de una época, a todos los diablos íntimos de una familia y a esa esencia del trabajo interpretativo que consiste en dejar que te nazca el personaje desde tu propio ser. Un verdadero asombro. Rascando en la memoria, y en las entrañas de la IMDB, me ha venido algún recuerdo inducido de aquellos Estudio 1 de Televisión Española a los que de mi edad debemos buena parte de nuestra afición al teatro. Parecía como si quisiera acordarme (frase que ya denota...) de unos Diálogos de carmelitas, que también tenían entre sus intérpretes a Mary Carrillo, María Asquerino y Tina Sáinz. Pero no he encontrado pistas válidas en los archivos de RTVE..., si bien, en contrapartida, me he topado con aquellos inolvidables Doce hombres sin piedad, probablemente el reparto masculino más impresionante que la televisión española haya tenido nunca. Apenas la vi, sin embargo, en sus comedias televisivas, si se exceptúan un par de capítulos de Juntas pero no revueltas y alguno más, pero pocos, de Siete vidas, con esa Sole directa y divertida de la que todo el mundo habla maravillas. También lo hizo (elogiarla en ese papel con gran entusiasmo) mi amigo Miguel Suárez, ya también fallecido: su comentario («¡Hay que ver lo buena que es Amparo Baró!») es lo primero que se me ha venido a la cabeza, junto con la palabra "agosto", al escuchar esta mañana en la radio la noticia del fallecimiento de la gran actriz. Descansen, ambos, en paz.