Por Jorge Garacotche
“Malena canta el tango como ninguna, y en cada verso pone su corazón, a yuyo del suburbio, su voz perfuma, Malena tiene pena de bandoneón”. Arrancar una letra así, loco, es para cerrar todo e irse a casa a festejar. Probablemente el quemero mayor, Homero Manzi, se haya dado cuenta de su pluma extraordinaria para pintar épocas, amores, barrios y su versión poética de la melancolía. Los psicoanalistas acusan a la melancolía de enfermar, pero bueno, es una teoría eurocentrista, no tuvieron contacto con el tango y lo pagan caro. Freud decía que un análisis debe tener un precio alto para que el paciente lo valore, creo que su deuda con el tango es irreparable.
“O acaso aquel romance, que solo nombra, cuando se pone triste con el alcohol…”. Otros tres renglones para relatar la dura adolescencia y el primer amor. ¿Querían poder de síntesis?
“Malena canta el tango con voz de sombra, Malena tiene pena de bandoneón…”. Acá creo que se pone en claro qué condiciones se debe tener para cantar tango, no creo que sea cosa para los superficiales, esos que trabajan de venderse como divertidos, emocionados y sensibles, pero enseguida relojean si les llegó la transferencia a su cuenta en el banco.
“Tu canción, tiene el frío del último encuentro, tu canción se hace amarga, en la sal del recuerdo, yo no sé, si tu voz es la flor de una pena, solo sé, que al rumor de tus tangos, Malena, te siento más buena, más buena que yo”.La ley de las canciones dice que en el estribillo hay que subir el clima, acá, entre esta tremenda poesía y la melodía que asciende sin freno, uno viaja por entre las sensaciones de aquella mujer inolvidable. El autor logra que sea la propia Malena quien nos envuelva, sin preguntar, entre notas, rumores y bondades no confesadas por temor. La melodía de Demare para acompañar el relato es de una belleza tan descomunal como constante, va de nota en nota poniéndole a cada palabra una alfombra roja.
Luego del sentido estribillo hay un solo de bandoneón que, a mi gusto, es de lo mejor de la historia de la música. El Gordo lleva como concepto la línea melódica del tema, la va cruzando con sus propios dibujos. Arranca como desde el subsuelo. Pichuco para climatizar era el mejor. Ataca, deja que las notas se duerman, las engancha en hermosas ligaduras, las suelta, pero no tanto, dándole a la melodía más belleza aún.
“Cuando todas las puertas están cerradas, y ladran los fantasmas de la canción…”. Quien pudiera describir una imagen semejante de la soledad con tanta crudeza.Allá por 1997, una tarde, Silvana, la madre de mi hija, dijo que el análisis quería vernos sonreír y gritó que éramos afortunados mostrando el test de embarazo. Ella estaba muy feliz, yo también, pero lo mío era un regreso tan deseado luego de largas temporadas en la “B”. Cuando uno ve pasar los campeonatos y no festeja casi nunca y los partidos son eternos. Cuando suena el silbato y sabemos que vamos a salir a la calle mojados en tristezas, caminaremos calles sin mirar, casi sin hablar y despidiéndonos hasta la próxima derrota. Pero acá estaba la revancha, y encima ganando una final y por goleada.
Enseguida pensamos en el nombre, yo me hice el gil y propuse algo que tenía calculado. Ella, metida en su emoción, creyó que yo improvisaba, pero no. Propuse que si era varón la madre elegía, pero si una nena se adueñaba del plan entonces la tarea me pertenecía. Fui el dueño de la corazonada, sabía que venía una nena, ni siquiera me puse a pensar el por qué, entonces el pasaje de ida diría Malena.
Cuando hay un embarazo aparecen varios quehaceres, pero el de buscar un nombre creo es un asunto aparte. Ahí se empiezan a mezclar homenajes adeudados, recuerdos, tradiciones. Yo no tenía un compromiso con esas nimiedades, pero sí con la idea de llamarla con el nombre de una canción. Seguramente cuando uno crece, al enterarse que su nombre es por una canción, por un personaje de un libro, o algo ligado a una obra de arte, pareciera ser sublime. Creo que quien así bautiza imagina que al llamarla en verdad está convocando a una fila de fantasmas amigos, si es que existen fantasmas amigos y, si no, serán inventados de inmediato.
Como casi todas las obras históricas, Malena cuenta con su propia mitología. En este caso la pregunta obliga: ¿quién es Malena, a quién está dedicado? Son varias las voces que apuntan a Nelly Omar, gran cantante popular recordada como “la Gardel con pollera”. Se dice que fue amante de Homero Manzi y que lo acompañó hasta en sus últimos instantes. Un amor clandestino.
El nombre Malena durante muchos años estuvo prohibido por la iglesia, cuando no los muchachos de sotana metiéndose donde no corresponde, bueno, de eso trabajan ¿no?. Se ligaba este apócope de Magdalena a la vida nocturna, los prostíbulos, los cabarets, el ámbito de las putas, entonces a nadie se le ocurría utilizarlo en niñas. A raíz de este tango el nombre gana fama y con el tiempo logra imponerse.
Al nacer mi hija fui a la obra social de Sadaic a anotarla. Allí un empleado me dice que como entre los socios que registran a sus hijas el nombre más utilizado era Malena la entidad decide instaurar un día de las Malenas y se elige el 6 de marzo.
Ahora estoy recordando una mañana de invierno, llevaba en el auto a Malena rumbo a su escuela. De pronto, desde el stéreo, sonó el tango y le conté lo que significaba para mí. Después de admirar eternamente el tema, haber propuesto ese nombre para ella, disfrutarla llamándola así, saber que mi hija es una canción, finalmente fui un chabón feliz. Vi en sus ojos esas lágrimas de la emoción que bajaban como milongueando, agarré más fuerte el volante, clavé la mirada adelante y sentí que timoneaba un barco lento rumbo al mejor de los siempres.
Jorge Garacotche