'La barraca' de Vicente Blasco Ibáñez

Publicado el 03 octubre 2011 por Carol

Título: La barraca
Autor: Vicente Blasco IbáñezEditorial: Alianza (2004)Año de publicación: 1898Páginas: 199
Precio: 8 euros 
En esta entrada voy a ser cero imparcial, os lo aviso ya, y es que Blasco Ibáñez es uno de mis novelistas españoles favoritos, aún no ha habido un libro suyo que no me haya entusiasmado, en especial los que tienen un carácter más costumbrista y se desarrollan en Valencia, como la genial Cañas y Barro. Por lo que ya podréis imaginar que La barraca me ha entusiasmado y soy incapaz de sacarle la más mínima pega. Para empezar, la forma de escribir de Blasco Ibáñez es sorprendentemente magistral, a pesar de que consigue descripciones muy detalladas de los paisajes de los que habla (no en vano es un escritor naturalista), estas no se hacen nada pesadas como pueda suceder con otros autores, sino que nos trasladan con facilidad allí donde quiera llevarnos. Además, consigue que sus personajes hablen con voz propia sin que eso resulte forzado, los campesinos hablan como campesinos, y los señores como señores, y resulta totalmente creíble. Algo que me ha gustado especialmente es que los personajes de La barraca hablen en valenciano, como en realidad harían, así, aunque la novela está escrita en castellano, el autor introduce el valenciano en las conversaciones de los campesinos, en contraposición al castellano que hablan los señores (que nadie se preocupe por ese detalle, porque además de entenderse perfectamente, a continuación de cada frase en valenciano, el autor aclara lo que han dicho). Esos personajes son los que le dan verdadera fuerza a la novela, ya que comprendemos totalmente sus motivos, aunque no los compartamos siempre. 
La albufera valenciana
La barraca nos sitúa en las huertas que rodean Valencia, en las barracas y tierras donde viven y trabajan los campesinos, siempre pendientes de los señores dueños de la tierra que les exprimen con sus continuas demandas de dinero. A pesar de que esas familias llevan generaciones cultivando las tierras, estas no les pertenecen, y pueden echarles de ellas en cualquier momento. Es lo que le sucedió al tío Barret, quien, acosado por los pagos que no podía hacer ya a su señor, se ve desahuciado de su barraca junto a su mujer y sus hijas. Preso de la desesperación, se rebela y mata al señor que le oprime. El resto de campesinos continúa su vida de esclavitud y miseria, pero con una pequeña rebelión, impiden que nadie se instale en las tierras del tío Barret y las cultive, para demostrarles a los señores que no todo vale. Hasta que un día llega Batiste con su familia numerosa y harapienta y se instala en la barraca del tío Barret. Desde ese momento se desatará una tensa lucha por echarles de las tierras encabezada por el campesino Pimentó, borracho, jugador y gallito de la huerta. Una lucha tanto contra Batiste, como contra sus hijos, por pequeños e indefensos que sean. Blasco-Ibáñez retrata de este modo cómo el ser humano, presa de la desesperación es capaz de lo peor, y cómo el odio retro alimentado dentro de toda una comunidad puede llegar a ser terrible. Lo mejor de todo es que el autor no toma partido. De hecho, a lo largo de la novela vamos tomando nosotros mismos partido por unos y otros. Comprendemos al pobre tío Barret y le compadecemos, también a sus vecinos que tratan de salvaguardar los pocos derechos que les quedan, simbolizados en esas tierras que nadie debe cultivar. Pero también nos ponemos del lado de Batiste y su familia, hambrientos, pobres a más no poder, pero trabajadores y que no entienden cómo toda una huerta puede ponerse en pie de guerra contra ellos, cuando lo único que desean es cultivar la tierra y vivir de ella.
 Típica barraca valenciana
Blasco Ibáñez pone de manifiesto con esta novela los abusos a los que se veían sometidos los agricultores, la miseria en la que vivían y las condiciones de analfabetismo que tenían que soportar, frente a una clase alta que no trabajaba y vivía de las rentas que les daban unas tierras que cultivaban otros. Esas desigualdades tanto económicas como de educación son denunciadas en la novela como el germen de esas rebeliones que al final los pobres no dirigían contra los ricos, sino contra los mismos pobres. Además, la novela nos muestra una huerta valenciana realmente bonita, con la Albufera de fondo y la ciudad de Valencia retratadas en unas magníficas descripciones. Sabéis que he estado hace poco en Valencia, y por fin pude visitar la Albufera, un lugar que tenía muchas ganas de conocer tras leer Cañas y barro. Si tenéis la oportunidad, os animo a conocerla, es realmente preciosa como os muestro en la imagen que acompaña a esta entrada. Otro lugar que no podía faltar y que os recomiendo también que visitéis es la Casa-Museo de Blasco Ibañez en el paseo de la playa de la Malvarrosa, una casa preciosa de estilo modernista donde se pueden ver objetos personales del autor y cuya entrada es totalmente gratuita.
Casa-Museo de Blasco Ibañez
Resulta curioso conocer cómo nació esta obra, el propio Blasco Ibáñez lo contó en algunos prólogos de su obra. A mediados de 1895 tuvo que huir de Valencia por sus continuas manifestaciones contra la guerra colonial de Cuba, y sus amigos le escondieron en el entresuelo de un despacho de vinos hasta que pudo embarcar rumbo a Italia. Allí, aburrido, comenzó a escribir un relato que llamó Venganza moruna. Cuando llegó el momento de embarcar, dejó en el despacho de vinos el relato y todos sus objetos personales. El escritor permaneció durante tres meses en Italia, volvió a España, donde un Consejo de guerra le condenó a 12 meses de cárcel, y posteriormente fue desterrado a Madrid. Al ser elegido diputado por el pueblo valenciano pudo regresar a Valencia gracias a la inmunidad parlamentaria que le daba su nuevo cargo. Una tarde, tras uno de los discursos electorales que daba en Valencia, se le acercó el dueño de la casa de vinos donde había estado escondido, quien le devolvió lo que había dejado allí, entre esas cosas se encontraba su relato, que decidió ampliar y cambiar de nombre por La barraca, y reservar el título original para otra de sus historias. La novela apareció al precio de una peseta sin mucho éxito. Sin embargo, un traductor francés que había leído su novela durante un viaje a España se puso en contacto con él para traducirlo y publicarlo en Francia. Sin mucho interés, Blasco Ibáñez le dio su autorización, encontrándose tiempo después con la sorpresa de que la prensa española anunciaba la noticia de la publicación de La barraca en París con un gran éxito tanto de venta como de críticos, con lo que, la novela comenzó rápidamente a ser popular tanto en España como en otros países.